Nunca olvida el esfuerzo económico que han tenido que hacer sus padres para que él se pudiera dedicar a una pasión que descubrió con sólo nueve años y asegura que tiene la cabeza tan bien amueblada gracias a la educación que ellos le han dado. Tan alto (1,80 metros) y espigado (60 kilos) como su ídolo Valentino Rossi, Joan Mir (1 de septiembre de 1997, Palma de Mallorca) tiene este fin de semana en el Gran Premio de Japón su primera oportunidad para proclamarse campeón del mundo de Moto3 en su segunda temporada mundialista.
Una campaña meteórica en la que se ha convertido en el único piloto de las tres categorías que ha puntuado en todas las carreras. Con ocho victorias y 80 puntos de renta sobre el italiano Romano Fenati, el piloto del equipo Leopard tiene múltiples combinaciones para alzarse con el cetro de campeón en el Twin Ring Motegi, aunque las más claras pasan por una victoria o una segunda posición, independientemente del resultado de su rival.
¿Quién es Joan Mir?
Soy un piloto agresivo cuando tengo que serlo y sé estudiar bien la última vuelta de una carrera, que este año me está saliendo muy bien. También he aprendido a saber adaptarme a las circunstancias, aunque no pienso mucho encima de la moto y me dejo llevar por las sensaciones.
¿Cómo se inició en las motos?
En mi casa no hay mucha afición por las motos, aunque mis dos tíos maternos sí son aficionados al mundo del motor. A mi tío Jaime, que es el mediano, le gusta mucho el motocross y es bastante bueno. Mi padre tiene una tienda de patines y le gustan las motos, pero nada espectacular porque nunca le he visto rodar en un circuito. Empecé a competir con nueve años, cuando el primo de mi padre [el piloto Joan Perelló] competía en el Campeonato del Mundo de 125cc. Un día fui a verlo entrenar en la escuela del padre de Jorge Lorenzo y me encantó.
Ya me había picado el gusanillo antes, porque siempre le pedía motos a mi padre y me daba largas. Cuando vio que de verdad lo sentía, me llevó a la escuela para probar. Encima resultó que era bueno y al final no le quedó más remedio que apoyarme, porque se dio cuenta de que era mi pasión.
Chicho Lorenzo, el padre de Jorge, afirma que usted es el piloto con más talento que ha conocido.
Me honra un montón, porque él sabe de qué va este mundo y ha entrenado a su hijo, que no es ningún manco. En su escuela estuve un año y medio, cuando empezaba. Aprendí bastantes cosas, porque yo estaba iniciándome. Me enseñó lo que es la base del motociclismo. Recuerdo que hice ochos por un tubo y ejercicios de
metodología. El paso por la escuela me aportó una base sólida.
Y ahora su hermano Mauro sigue sus pasos…
Tiene 11 años y a veces me lo llevo a entrenar conmigo. Me encanta ver cómo se esfuerza, y encima lo hace bien. Mi hermana Fiona tiene siete años y ya me ha hecho ir dos veces a su colegio a dar una charla a los niños. Al ser pequeña, creo que me tiene en un pedestal.
¿Y usted a quién admira?
Fuera de las motos, a Rafa Nadal. He hablado con él en alguna ocasión y es una magnífica persona. Me gusta su humildad y los valores que transmite; tener problemas y ser capaz de siempre sacarlos adelante cuando la gente ya lo había hundido. Las barbaridades que hace Nadal son una pasada. Dentro de las motos,
admiro a Valentino Rossi. De pequeño siempre me fijaba en él porque era el que ganaba siempre. Me gusta bastante su personalidad.
El año pasado no había hecho nada en toda la temporada hasta que llegamos a Austria, donde hice la 'pole' y gané. Cuando coincidí en la rueda de prensa con él, me dio la enhorabuena, me dijo que lo estaba haciendo muy bien y encima me invitó al Ranch para entrenar. Este detalle dice mucho de la clase de persona que es, porque no tenía necesidad de hacerlo. Cuando no eres nadie, no todo el mundo se porta bien contigo. Ahora que me saluda todo el mundo, me da bastante igual.
¿Y ha ido al Ranch a entrenar con él?
Me ha invitado varias veces y no he podido. Este año, justo antes de Misano, me volvió a invitar, pero se fracturó la tibia y el peroné. Fue una lástima.
¿Qué le aporta Dani Vadillo, su entrenador?
Él tiene mucha visión para las cosas y su punto de vista siempre me ayuda, no sólo en la pista. Él es quien me ha formado como piloto y es mi mano derecha, mi persona de confianza. Cuando terminé en la escuela de Chicho Lorenzo, me fui a entrenar a la escuela de la Federación Balear de Motociclismo. Fue allí donde conocí a Dani, que era monitor, y llevamos juntos desde que yo tenía 11 años.
¿Cómo se consigue tener la cabeza tan bien amueblada con sólo 20 años?
[Risas]. Gracias a la educación que me han dado mis padres y porque siempre he estado rodeado por un entorno muy sano.
¿Y el desparpajo que gasta?
Soy natural y no escondo nada.
Es el único piloto de las tres categorías que ha puntuado en todas las carreras, ¿cómo se consigue no fallar nunca?
Con mucha confianza en la moto, en el equipo y en mí mismo. Si yo he puntuado en todas las carreras es porque mi equipo siempre me ha dado una moto buena. Cuando la moto no ha estado en su mejor momento, he podido hacer un quinto o un podio para salvar los muebles. Otros días yo no he estado tan bien y gracias a la moto he podido hacer un buen resultado.
¿Ha influido el cambio de KTM a Honda?
Sí y no. Al principio de la temporada pasada, yo era un rookie, y no iba muy bien hasta que a partir de Austria llegó la primera victoria e hice un buen final de temporada. Con la KTM no disfrutaba y con la Honda sí, porque es una moto más fácil de pilotar.
Por su envergadura, ¿se sentirá más cómodo la próxima temporada con la Moto2?
La Moto3 me queda un poco pequeña y a veces me recuerda a Valentino Rossi en 1996. La envergadura me va a ayudar el próximo año, pero en este me está dando muchos problemas con la espalda. Estoy creciendo muy rápido, pero antes era el más pequeño de la clase.
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