De repente, dos imprecisiones con su golpe de derecha rompieron el trance de Rafael Nadal y le obligaron a recomponerse para pelear su pase a las semifinales del Masters 1000 de Shanghái. El español pasó de tener un partido controlado (6-4, 6-6 y 4-2 en el desempate de la segunda manga) a encontrarse con uno cuesta arriba (6-4, 6-7, 2-2 y bola de break para Grigor Dimitrov) al que sobrevivió arremangándose (6-4, 6-7 y 6-3) para citarse con Marin Cilic (6-3 y 6-4 a Albert Ramos) por una plaza en la final del domingo. Con 15 victorias consecutivas encima (¡15!), el campeón de 16 grandes sigue alimentando una de las piezas más importantes de su juego: la confianza. [Narración y estadísticas]
“Fue un partido muy duro”, reconoció Nadal, que llegó a las 870 victorias en su carrera e igualó a Andre Agassi en el sexto puesto histórico. “Los dos hemos jugado a un nivel muy alto y ha sido una gran batalla, con puntos muy intensos. Podría haber sucedido cualquier cosa porque la victoria se ha decidido en un muy pocas bolas”, prosiguió el mallorquín. “He estado jugando muy bien durante mucho tiempo y eso ayuda a tener confianza a la hora de afrontar los momentos importantes”, añadió el tenista. “Ser capaz de ganar el Abierto de los Estados Unidos, Pekín y estar ahora en semifinales de Shanghái es una gran noticia. Estoy muy feliz, pero quiero seguir concentrado y mantener este impulso”.
“Ha sido un partido de mucho nivel, con muy puntos por ambas partes”, coincidió Francis Roig, el técnico que ha viajado con Nadal a la gira asiática. “La pista es muy rápida, era difícil que Rafa pudiera tener el control del punto desde el fondo porque Dimitrov se ha movido bien y llegaba muy fácil a las pelotas”, continuó el entrenador catalán. “Ha sido una pena desaprovechar el 4-2 del tie-break. Rafa pensaba que tenía tiempo para invertirse con su derecha y la ha enganchado. Luego ha perdido varios puntos seguidos, pero no siempre se puede ganar fácil y estaba acostumbrado a hacerlo así últimamente”.
El español volvió a encontrar en su saque un apoyo fundamental sobre el que construir la victoria. Con la seguridad que le dio el servicio (75% de puntos ganados con primero y 71% con segundo), Nadal fue descontando sus turnos de saque sin problemas (anuló los dos puntos de break a los que se enfrentó, con 0-1 en la primera manga y con 2-2 en la tercera), evitó estar constantemente con el agua al cuello y pudo atacar con tranquilidad al resto, provocando una presión infernal que Dimitrov gestionó como pudo, sacudiéndosela al principio con un tenis extraordinario y penando al final para combatirla con éxito.
El cruce se compitió a distintas velocidades (muy directo a veces, menos en otras ocasiones) y Nadal aceptó de buena gana los ritmos que le propuso su contrario. Dimitrov, encantado con jugar bajo esa propuesta, intentó ganarle al español por abajo y por arriba y se encontró con una respuesta del número uno que quizás no esperaba. El balear, que en octavos contra el italiano Fognini ya actuó así, se atrevió a montarse encima de la línea, renunciando a un precioso tiempo para preparar mejor el armado de la jugada, y se lanzó a la yugular del búlgaro sin especulaciones, de tú a tú aunque eso le costó un saco de errores (24, por 32 golpes ganadores).
Ni sus dos fallos de derecha en el desempate de la segunda manga, cuando tenía el pase a semifinales en la mano, le hicieron perder la brújula en el parcial decisivo. Dimitrov amenazó con llevar a Nadal al límite en el tercer set y el balear le dijo no una vez más, como la semana pasada en Pekín: en Shanghái, donde nunca ha conseguido el título, el español sigue lanzado a lomos de una racha que de momento no tiene final.
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