Rafael Nadal ha transformado su racha de victorias consecutivas en una dinámica demoledora y arrolladora. El jueves por la tarde, el campeón de 16 grandes se clasificó para los cuartos de final del Masters 1000 de Shanghái tras apagar 6-3 y 6-1 a Fabio Fognini, encadenó 14 partidos seguidos ganados (no cae desde el 19 de agosto, cuando cedió en cuartos de Cincinnati con Nick Kyrgios) y dejó la misma sensación que en sus últimos encuentros: el mallorquín, que se enfrentará el viernes a Grigor Dimitrov (6-3 y 7-6 a Sam Querrey) parece indomable a día de hoy. [Narración y estadísticas]
“Siendo realistas, y sin querer engañar a nadie, el nivel de estos últimos días ha sido uno de los mejores del año”, se arrancó Nadal tras el triunfo. “He jugado un partido muy bueno. No sé cuántos errores no forzados he cometido, pero muy pocos. He estado bien en todos los aspectos: al saque, golpeando bien la pelota desde posiciones difíciles, golpeando bien la pelota desde el fondo de la línea para controlar los intercambios, yéndome a la red… Estoy haciendo las cosas muy bien”, insistió el mallorquín. “Este es un resultado muy bueno para mí y estar en cuartos de final supone una gran noticia”.
“Si no está jugando el mejor tenis del año, está jugando el más completo”, le siguió Francis Roig, el entrenador que acompaña al balear en la gira asiática. “Está sacando bien, restando bien, yéndose hacia la red… Está con mucha confianza, anticipándose y produciendo tiros fáciles”, continuó el técnico catalán. “Tiene mérito porque esta pista es muy rápida y Fognini hoy no ha jugado mal. Si Rafa no forzaba, le ganaba el punto fácil. Todo ha pasado muy deprisa y ha demostrado mucha superioridad”, añadió Roig. “Contra Dimitrov quizás es un partido más difícil de ganar, pero más fácil de jugar. La tranquilidad que tenemos es que Rafa lo está haciendo todo perfecto… ¡Prácticamente no tenemos que decirle nada!”.
Nadal arrancó el partido exactamente de la misma forma que cerró su estreno del miércoles ante el estadounidense Donaldson: como un tiro. El español, que no cometió ni un solo error no forzado en los cinco primeros juegos del encuentro, movió la pelota con la facilidad que distingue a sus mejores días del resto. Dominador desde el arranque (2-0 de entrada) y a lo largo de todo el cruce (2-0 también en el comienzo de la segunda manga), el número uno consiguió que Fognini dudase si meterle mano por la zona del drive o por la del revés, tan sólido estuvo por los dos lados, y que terminase perdiendo los nervios.
El italiano aprovechó las condiciones de juego (techo cerrado como consecuencia de la lluvia) para explotar su tenis ofensivo, que pasa por comerle metros al rival adelantándose a la llegada de la pelota con valentía. Fognini fabricó tiros irreales desde posiciones imposibles, con sus habituales apoyos invisibles. Se lanzó a por las líneas pegando sin medianías y dejó algunos disparos maravillosos. Lo máximo que logró con todo eso fue procurarse dos pelotas de break (1-2, 15-40) que Nadal le negó exprimiendo uno de los golpes que más ha evolucionado esta temporada: el saque.
El balear acabó el partido tras poner en pista un 78% primeros servicios (78% de puntos ganados con ese primer saque y 60% con segundo) y después de conectar siete aces. En su equipo vieron analizaron esas cifras con una sola palabra: increíble. Esos números, sumados a todos los demás (14 ganadores por solo cuatro errores no forzados, cerca de la perfección), provocaron lo que ocurrió en los octavos de Shanghái: Nadal no gana, Nadal arrolla.
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