Garbiñe Muguruza aguantó 39 minutos antes de decir basta. El lunes, la española se retiró de su partido de primera ronda del torneo de Pekín ante Barbora Strycova (1-6, 0-2 y abandono) como consecuencia de la fiebre que le provocó la gripe que sufre desde hace unos días, que no la dejó entrenarse con normalidad antes de debutar y que inclinó claramente el cruce hacia el lado de su contraria. La española, que con la derrota pone en peligro el número uno del mundo (en función de los resultados de esta semana pueden arrebatárselo Simona Halep, Karolina Pliskova o Elina Svitolina), volverá mañana a casa con una meta bien definida: estar lista para la Copa de Maestras, que arranca en Singapur el próximo 22 de octubre y que pondrá en juego uno de los títulos más importantes de la temporada y la oportunidad de terminar el año en la cima de la clasificación.
“Ha sido duro”, reconoció la española, obligada a retirarse por quinta vez este curso. “Hoy es el primer día que he venido a jugar. Cogí un virus en Wuhan, una gripe, y desde que llegué no he podido entrenar”, explicó Muguruza, campeona de Pekín en 2015. “Lo fácil podría haber sido retirarme, pero pedí jugar el lunes para intentar darle la vuelta a la situación”, continuó. “Me da mucha pena porque tengo grandes recuerdos de este torneo y aquí cuento con un grupo de aficionados que me apoyan muchísimo todo el año. Me hubiera gustado hacerlo bien”, añadió. “Volveré a casa a recuperarme bien y regresaré al trabajo para llegar a Singapur en las mejores condiciones”.
Muguruza empezó a tener fiebre el pasado viernes tras aterrizar en Pekín desde Wuhan, donde cayó en cuartos de final ante la letona Ostapenko. Buscando llegar a tiempo a su debut, la española se encerró en su habitación y no salió de allí para nada. En consecuencia, no pudo entrenarse, declinó la invitación de ir a la fiesta del torneo y pidió a la organización retrasar un día su estreno, inicialmente programado para el domingo. Ninguna de esas medidas sirvieron para nada.
Así, Muguruza compitió contra Strycova sin energías, moviéndose con lentitud y tirando de su cuerpo como pudo. La checa, que se las sabe todas porque lleva mucho tiempo en el circuito, se aprovechó del frágil estado de la campeona de dos grandes para construir con facilidad el camino hacia la segunda ronda, y se encontró con la lógica retirada de su contraria antes de cerrar la victoria por sí misma.
Desde ahora, concluida su gira asiática, Garbiñe solo piensa en Singapur: la Copa de Maestras, para la que todavía hay dos plazas libres (la juegan las ocho mejores jugadoras del año), le ofrece a Muguruza la ocasión de terminar el mejor año de su vida reafirmando que en 2018 el liderazgo del circuito debe recaer sobre sus hombros. Para eso debe conseguir dos cosas que no ha logrado nunca: convertirse en maestra de maestras y acabar el curso como número uno del mundo.
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