¿Quién les iba a decir a Enriqueta y Antonio que en su pequeño piso de Aluche iban a criar a todo un campeón del mundo? De patinaje artístico, nada menos, un deporte que si ya tiene poca tradición en España entre las mujeres, entre los hombres menos si cabe. Hoy, 16 años después de que su hijo Javi les dijera que quería probar a ponerse unos patines, ya se lo creen de verdad. Han criado un campeón del mundo, tres veces campeón de Europa y dos veces plata en la Final del Grand Prix. Y la cuenta de medallas sigue, y sigue.
Poco queda ya de aquel chiquillo que se ponía por primera vez los patines para seguir a su hermana en una pista de patinaje sobre hielo de Aluche. “Si ella puede hacerlo, yo también quiero”, pedía entonces Javi a sus padres, con sólo ocho años. Ya en aquella pista que ni siquiera tenía el tamaño reglamentario –era más pequeña- pronto se dieron cuenta del talento innato de Javi y su hermana Laura.
De Aluche a Majadahonda, luego Jaca, Villalva, vuelta a Majadahonda… y el gran salto. A Nueva Jersey, a entrenar con el ruso Alexei Morozov. Fue él quien “descubrió” a Javi en unos stages en Andorra, y quien se lo llevó a cruzar el charco. “Te prometo que estarás entre los cinco mejores de Europa”, le dijo entonces, cuando el joven Fernández tenía 17 años y era un desconocido para jueces y público.
No fue hasta que empezó a entrenar en Toronto con Brian Orser, en 2011, cuando Javi explosionó. Tres campeonatos de Europa seguidos, uno detrás de otro, y el próximo, que se celebrará el próximo mes de enero, no puede pintar mejor para el patinador madrileño.
Fernández es el único europeo que se ha clasificado para la Final del Grand Prix de Barcelona 2015, a la que llegan los seis mejores del mundo, y en la que acaba de colgarse la plata. Y lo hizo pulverizando el récord de Europa y sólo superado por un estratosférico japonés, Yuzuro Hanyu, que entrena con él en Toronto y que lleva esta temporada cuatro récords históricos de puntuación en cada prueba que hace.
Pero en esta ocasión, la segunda consecutiva que Barcelona acoge la final del Grand Prix, el Javi que ha competido es mucho más sereno, maduro, más completo si cabe. Y lo saben las centenares de fans japonesas que le siguen allí donde va, y que convierten un pequeño paseo del madrileño por los alrededores del Forum de Barcelona en una tarea casi imposible.
Ni siquiera su padre se libra del acoso. “Papá Javi, papá Javi”, coreaban el sábado por la mañana una decena de niponas armadas de banderas españolas con el toro plantado en medio. Javi es una estrella mediática en el país del sol naciente, mucho más que en su propia casa.
“Para mí era un momento especial, competir en casa siempre lo es”, decía Fernández justo después de hacer su programa corto, en el que terminó segundo detrás de un impresionante Hanyu, que le sacó casi 20 puntos. Para el programa libre, que decide el podio final, el madrileño salió a por todas y levantó a los 5.600 espectadores de sus asientos en el gélido pabellón de hielo construido en el Forum.
Tres cuádruples, una sucesión de triples y unas coreografías que eran jaleadas paso a paso por la audiencia japonesa, más de la mitad de los presentes en el pabellón. Aupado por sus fans, Javi se convirtió en el segundo hombre en la historia en pasar de 200 puntos en un programa libre. Pulverizó el récord de Europa.
Y sin embargo, terminó segundo. Su amigo y rival, Hanyu, volvió a batir el récord y colgarse el oro, en lo que todos los medios especializados ya han llamado la mejor competición de la historia de patinaje artístico. Y con un español como protagonista.
Algo que hay que destacar como memorable en un país como España, donde sólo hay sólo 15 pistas de hielo, y apenas 500 licencias de patinaje artístico, de las que las masculinas son una mínima parte. Comparado con Japón, de donde es su rival, y donde el patinaje es el tercer deporte del país, irrisorio. Sólo por poner ejemplos. En la final del Grand Prix en la que Javi y Hanyu se jugaban el título, en Barcelona, había casi un centenar de fotógrafos acreditados. 62 eran de medios nipones, por apenas 10 españoles.
Con su segunda plaza en la final colgada del cuello, Javi es plenamente consciente de que será sumamente difícil revalidar su título de campeón mundial el próximo mes de febrero. Además de Hanyu, detrás viene una colección de jovencísimos patinadores asiáticos (japoneses y chinos) que coleccionan saltos cuádruples en sus ejercicios, pero el madrileño cuenta con un arma especial para esta temporada: las coreografías.
Para sumar puntos en ese sentido, este año Fernández se ha puesto en manos del director del Ballet Nacional, Antonio Najarro, para que le coreografíe su programa corto, una Malagueña cantada por Plácido Domingo y con Paco de Lucía a la guitarra que gusta especialmente en tierras asiáticas.
“Najarro es el mejor coreógrafo para este tipo de programas, y trabajar con él ha sido todo un lujo”, explica el madrileño, que ha aprendido a mover manos y movimientos de bailarines de flamenco. Con su música, su vestuario y sobre todo sus programas en el hielo, que el madrileño va a mejorar para introducir más dificultad estas Navidades, Javi está dispuesto a demostrar, una temporada más, que en el hielo se habla español. O más bien se baila.