Alberto Entrerríos: “Me daría vergüenza volver tras retirarme”
EL ESPAÑOL habla con el jugador asturiano, que puso fin a su carrera en junio y ahora ha anunciado su incorporación al Nantes como segundo entrenador.
29 julio, 2016 00:03Noticias relacionadas
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Cuando una persona dice ser consecuente con sus principios, bien podría aprender de gente como Alberto Entrerríos (Gijón, 1976). Con la humildad por delante, el jugador asturiano afirma convencido que su retirada del balonmano es definitiva. Sus tres goles para certificar la histórica tercera plaza del Nantes en la liga francesa serán los últimos. Exactamente los mismos que anotó para despedirse de la selección española en 2013, con su segundo Mundial debajo del brazo.
Entrerríos no desdeña nada de lo conseguido porque nunca lo tuvo fácil. Desde aquellas tardes lluviosas en el colegio Noega gijonés hasta su despedida por la puerta de atrás del Atlético de Madrid, las dificultades le han curtido. En Francia ha vuelto a encontrar la felicidad, recién nombrado segundo entrenador del último equipo cuya camiseta defendió. Y, a pesar de todos los títulos y distinciones ganados, no se siente, ni mucho menos, el mejor. Así se lo expresa a EL ESPAÑOL desde el país vecino, repasando su pasado, presente y futuro deportivo sin tapujos.
¿Consultó mucho con la almohada la decisión de retirarse?
No, ha sido una decisión tomada en el momento que creo que es oportuno. No había mucho que meditar. A los 39 años va llegando el momento de la retirada y, aunque a veces el cuerpo te dice que todavía podrías aguantar un poquito más, es cierto que la cabeza cada vez te va pidiendo más parar. Cada vez hay más diferencia de edad con los compañeros, de ver las cosas, tienes hijos… Vas viendo tú mismo que te estás haciendo mayor y que hay que tomar esta decisión.
¿Cuánto peso ha tenido el físico y cuánto la cabeza en su adiós?
Físicamente he tenido unos últimos años con lesiones, pero nada muy grave. Eso te va haciendo tomar la decisión también. Esta temporada me sentía capaz físicamente de continuar otro año, pero la cabeza ya pesaba. Después de un año pensando si seguía o no… En esto creo que hay que estar al cien por cien que sí si quieres continuar y, si no lo tienes claro, es el momento apropiado para retirarse. No me siento capaz de tener la misma mentalidad que tenía hace cinco-seis años, cuando cada partido era una final y podía salir a jugarlo como tal. Ahora, en absoluto. Ha habido partidos en los que me ha costado mucho meterme.
Dice que se ve incapaz de plantearse nuevos objetivos como jugador. ¿Aún es pronto para marcárselos en los banquillos?
Prontísimo. Todavía no dirijo a nadie (risas). Mi idea es ir incorporándome poco a poco a los banquillos. Por lo menos, probar si me gusta o se me da bien. Ser entrenador es algo desconocido para mí, y hay que estar con la cabeza pensando en eso todo el día. Si ahora mismo me ofrecen incorporarme al cuerpo técnico del Nantes, lo voy a estudiar [esta entrevista se realizó antes de que el equipo francés anunciase la contratación de Entrerríos como segundo entrenador].
¿Y qué me dice del rock and roll con Semilla Negra, su grupo? Es ahora o nunca…
Ahora no, eso también va a tener que esperar (risas). Mi idea es quedarme en Francia, y lo del rock and roll lo tendré que retomar si algún día vuelvo a Ciudad Real. No sé si emprenderé algún proyecto musical que no sea allí. Me siento muy apegado a la ciudad. Si volvemos, es posible que, si mis excompañeros de grupo están interesados, volvamos a hacer funcionar la máquina.
No me siento capaz de tener la misma mentalidad que tenía hace cinco-seis años, cuando cada partido era una final
Si tuviese que regresar a las pistas de forma circunstancial, como hicieron otros grandes jugadores, ¿lo haría?
Si más adelante, por cualquier cosa, surge una opción y estoy con ganas, puede ser. No creo, la verdad. Después de todo el lío que se ha montado con mi despedida, con homenajes y demás, me daría un poco hasta vergüenza volver tras retirarme. Sería raro. Supongo que los que han vuelto a jugar en su momento también estaban convencidos de dejarlo y, cuando regresaron para ayudar a algún club, lo hicieron. No me parece que eso me vaya a ocurrir a mí.
De Gijón a Ciudad Real
Le tocó aguantar muchas tardes de lluvia en el colegio Noega, donde empezó a jugar. Dicen que los comienzos nunca son fáciles, pero también que el que no nada se ahoga…
Si no hubiese sido por eso, no habría sido el mismo. Las circunstancias hacen a las personas y a los deportistas. Me acuerdo de partidos en los cuales nos pasábamos el balón a dos manos, como en baloncesto, y chorreaba. Había encuentros en los que acabábamos 11-10, porque era imposible marcar un gol. Llovía a cántaros y el partido no se anulaba (risas). El que no ha vivido eso, ha tenido muchas facilidades.
También sufrió algún que otro problema muscular e incluso estuvo a punto de dejar el balonmano. ¿Qué le animó a seguir adelante?
Mi cabeza me decía que el balonmano no me atraía demasiado. Mi adolescencia fue muy complicada. No lo dejé porque mis padres me insistieron en que no lo hiciera. Era un estudiante malísimo y tenía un futuro más negro… (risas). El balonmano podía hacerme coger un buen camino para no estar un poco perdido con 18 ó 19 años.
Después de todo el lío que se ha montado con mi retirada, me daría un poco hasta vergüenza volver
Debe ser de los pocos que ha hecho la subida al Naranco… ¡en una cancha de balonmano! Sólo que, en vez de ascender a la montaña, lo hizo a la ASOBAL, y con 20 años. ¿Se sintió el rey del mundo?
Fui profeta en Oviedo, y yo soy de Gijón, con todo lo que ello conlleva (risas). El Naranco era el equipo más importante de Asturias, y, para un jugador que quería progresar y estar lo más arriba posible, era el sitio a seguir. Tuve la suerte de coincidir con una de las mejores épocas del club. Éramos jugadores con mucha proyección, y se forjó un buen equipo. Cuando llegas a ASOBAL, lo difícil es mantenerse. No teníamos los medios ni la experiencia. Bajamos y fue un fin de ciclo. El Naranco se fue desinflando poco a poco.
Después, tres años en León, en los que conquistó la primera y única liga del equipo. Si en Asturias se hizo un nombre, ¿en tierras castellano-leonesas se hizo un hombre?
Por supuesto. Unos meses después de llegar yo, antes de Navidades, conseguimos el primer título en la historia del club y también el mío, la Copa ASOBAL. Pasé a pelear por títulos y a ganar alguno. Jugué muchos minutos y exploté como jugador. Fueron tres años enormes. Guardo unos recuerdos maravillosos.
Lo hizo tan bien en su única temporada en el Barça que quisieron renovarle seis años… y usted se fue al Ciudad Real. ¿Todavía le recuerdan aquellas 'calabazas'?
Son cosas normales también. Dije en su día que me sentí súper bien allí. No me fui porque no estuviese a gusto o porque no me sintiese valorado. Estuve a punto de firmar, pero apareció el Ciudad Real de por medio con una oferta económica muy interesante. En cuatro años allí, iba a tener el mismo rendimiento económico que en los seis-siete que me ofrecía el Barça. Pero decidí irme porque el proyecto que estaba surgiendo en Ciudad Real era absolutamente demoledor. Veía lo que se estaba formando allí y tenía un poco de miedo de estar en el Barça en el momento en el que a lo mejor no fuese el equipo más fuerte.
Hubiese tomado la decisión que hubiese tomado, habría acertado. Nadie se puede equivocar quedándose en el Barça, es imposible. Pero estamos hablando del acierto de irme a Ciudad Real en los mejores momentos de su historia y del balonmano español. Después del 'Dream Team' de Valero (Rivera), el Ciudad Real de Talant (Dujshebaev) ha estado a ese nivel.
Los años dorados
Uno de los hitos de su carrera fue, sin duda, el oro con España en el Mundial de Túnez (2005). ¿Cuánto le temblaban las piernas antes de aquella final contra Croacia?
Mucho, como nunca posiblemente. Teníamos tantas ganas de conseguirlo… Llevábamos unos años quedándonos cerca, y en los Juegos de Atenas y el Europeo de Eslovenia (2004) estuvimos francamente mal. Después de un año tan malo, juegas un Mundial, estás a punto de irte para casa y al final te metes en cuartos gracias a un tercer resultado. Eso te hace volver al cien por cien. Llegamos a la final con unas energías increíbles, la ganamos porque teníamos un hambre voraz. Ese día no importaba quién se hubiese puesto delante porque hubiésemos ganado.
¿Se disfrutó más aquello o el bronce olímpico de Pekín?
El Mundial. Aunque el bronce olímpico fue un grandísimo premio, porque te sabe como un oro, realmente no fue un buen torneo para nosotros. Estuvimos muy irregulares en la primera fase, sufrimos contra equipos de menor nivel… Llegamos a semifinales y nos salió todo al revés contra Islandia, a la que habíamos ganado nueve de las últimas 11 veces. Fue un golpe duro, pero aun así tuvimos la cabeza bien fuerte para ganar nuevamente a Croacia. Si hay equipos que siempre se nos han dado mal, como Francia, los croatas deben tener la misma sensación con nosotros.
¿De la época en el Ciudad Real se quedaría con las tres Champions o hay alguna otra victoria que le supiera mejor?
Cada liga que ganamos fue tan importante como las Champions. Quizá hasta más. Las ligas consisten en trabajar, ser regular, sufrir… Ahí se ve el trabajo de todo el año. La liga no la ganas haciendo una temporada regular, como puede pasar con la Champions. Hay que estar bien todo el año. Para un club español, por entonces, ganar la liga era el objetivo número uno. Si coges la Champions, bien, pero la liga te da realmente la nota final de lo que ha hecho el equipo.
Después del 'Dream Team' de Valero, el Ciudad Real de Talant ha estado a ese nivel
El momento más duro de su carrera fue el bronce en el Mundial de Suecia, que coincidió con el fallecimiento de su madre. ¿Cómo hace uno para poner buena cara y celebrar en medio de tanta tristeza?
Las cosas no pasan de un día a otro. Durante todo un mes desde que mi madre se fue hasta que conseguimos el bronce, pasaron muchas cosas. El ánimo mejoró un poquito y fue una alegría enorme terminar ganando un partido en el que sufrimos hasta el final. Se lo pude dedicar a mi madre. A partir de que ella falleció, empezó mi nueva vida. Uno ya no es el mismo jamás. Costó mucho tomar la decisión de ir al Mundial, tanto mi hermano Raúl como yo dudamos hasta el final. Había que seguir adelante.
Las piernas me temblaban como nunca antes de la final del Mundial de Túnez
Meses después, se marchó a Francia para jugar en el Nantes. ¿Estaba empezando a replantearse su carrera?
En absoluto. Mi idea inicial era cumplir el año de contrato que me quedaba en el Atlético de Madrid. De hecho, unos meses antes había rechazado una oferta del Nantes. Pero esa temporada acabó muy mal. Tuve muchos problemas físicos desde el Europeo de 2012, me pasé muchos partidos sin jugar, no fui al Preolímpico, me puse malo con 40 de fiebre en la Final Four de la Champions…
El club empezó a buscar salidas a algunos jugadores, entre los que estaba yo. Me sentí como un estorbo y decidí marcharme. Yo mismo contacté con el Nantes. Mirando hacia atrás, estoy muy contento de haber tomado esa decisión. Quizás hasta me debería haber ido antes. Fue una despedida bastante decepcionante después de 10 años en el club, muy identificado con los colores. Me dolió tener que irme de esa manera.
Luego llegó el segundo oro mundial en 2013, una despedida magnífica de la selección. ¿Fue su mejor momento en una pista de balonmano?
Uno de los mejores, por supuesto. Jugar en España frente a 15.000 aficionados en el Palau Sant Jordi, contra una de las mejores selecciones del mundo y de la historia del balonmano como Dinamarca, ganar y llevarte el campeonato el día en el que te retiras… Es como escribir "Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado". Es el final perfecto. Te cuadran todas las páginas de tu carrera. Pero no hace falta ganar un Mundial para retirarte contento, yo no lo necesitaba.
No puedes estar compaginando la selección con el club muchos años. Llega un momento en el que tienes que centrarte en una sola cosa, que evidentemente tendrá que ser un club. En aquel Mundial, hubo días que estuve bien y otros que no podía con mi cuerpo. Ya me costaba mantener un ritmo de ocho partidos en 11-12 días seguidos, y encima con las emociones que conlleva jugar en casa. Lo dejé y en ningún momento se me ha pasado por la cabeza volver a la selección. Aparte de que nadie me lo ha propuesto (risas).
Fue una despedida bastante decepcionante después de 10 años en el Ciudad Real/Atlético de Madrid
Situación de la ASOBAL y legado
Hace tres años declaró que el balonmano estaba peor que fatal. ¿Lo sigue manteniendo?
Depende de dónde estés. En Francia está muy bien de salud. La liga francesa y los jugadores de aquí están muy revalorizados, todo es súper profesional, los equipos cada año mejoran su presupuesto y sus plantillas, son más competitivos en Europa, el PSG es un soplo de aire fresco… Si me pongo en la situación de la ASOBAL, la cosa es muy diferente. Está claro que el balonmano español está mal. Dicen que está levantando el vuelo y que la cosa se está estabilizando, pero también creo que es porque las expectativas cada vez son menores. Va a ser difícil o imposible a medio plazo recuperar la liga competitiva que había antes.
Desde el punto de vista positivo, eso está sirviendo para que haya muchos jugadores jóvenes que cada año tienen rodaje en la liga. A lo mejor en otras circunstancias no lo tendrían. También estamos exportando balonmano por toda Europa, algo que tampoco hacíamos antes. Tanto en valores como en jugadores. Gente que está dando una gran versión del balonmano español, que se reconoce como uno de los mejores en Europa gracias a esto. Es un arma de doble filo.
Desde que se retiró, muchos le han definido como el mejor jugador español de balonmano de la historia. ¿Acepta la etiqueta o son palabras mayores?
Para mí, nadie se merece ese adjetivo. El balonmano es un deporte en equipo. ¿Comparar a Cecilio Alonso o Lorenzo Rico conmigo? No hay comparación. Son balonmanos diferentes. ¿Cómo se puede decir que soy mejor que Masip o que Barrufet? No se puede, lo rechazo totalmente. Es una cosa que no me merezco. Esto ha sido porque ha habido seleccionadores que lo han dicho abiertamente en un momento en el que yo he hecho bien las cosas. Es algo muy difícil de discernir.
Va a ser difícil o imposible a medio plazo recuperar la liga competitiva que había antes en España
Si pudiese volver atrás en el tiempo, ¿qué le diría al Alberto Entrerríos del pasado?
Que estudie (risas). Si algo lamento es no haber estudiado. Ahora quiero ponerme a ello en este tiempo de transición.
Para terminar, y ya que le gusta tanto la música, elija una canción que resuma su carrera.
Con los años que me quedan, de Gloria Estefan.