La joya del boxeo español que impresionó a 'Maravilla' Martínez
Jon Fernández disputa este sábado en Bilbao el campeonato mundial junior WBC del superpluma. Esta es su historia.
7 octubre, 2016 10:33Noticias relacionadas
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Con 21 años, en cuestión de un par de meses le ha cambiado la vida. De ser el chaval de Etxebarri al que parece que no se le da mal el boxeo a convertirse en un boxeador reconocido por todos los aficionados. Lleva ya nueve combates profesionales, todos victoriosos, con siete de ellos solventados por la vía rápida. Poco a poco se va acostumbrando a las entrevistas, a ver su rostro en televisión, en los diarios y en los carteles, y a que a menudo le paren por la calle para hacerse fotos, pero reconoce que el cambio ha sido vertiginoso.
A finales de junio, Jon Fernández viajó a Nueva York para firmar un contrato que le vincula los próximos tres años a la promotora estadounidense DiBella Entertainment que le garantizará un mínimo de combates anuales que irán aumentando en función de su rendimiento y sus resultados. El 1 de septiembre ya se presentaba en tierra americana y en el Foxwoods Resort de Mashantuckett (Conneticut) conseguía un brillante triunfo ante el mexicano Naciff Castillo, al que derrotó por KO técnico en el quinto asalto. Y este sábado, de nuevo ante su gente, en la Casilla de Bilbao, Jonfer disputará su primer título como profesional. El vizcaíno se enfrentará al armenio Mikael Mkrtchyan por el campeonato mundial junior de la WBC del peso superpluma, un título de promoción para boxeadores menores de 24 años, un cinturón que en el pasado se ciñeron púgiles como Canelo Álvarez, Leo Santa Cruz, Tomoki Kameda o Danny García.
“Todo esto me ha sorprendido, has sido pasar de cero a cien en cuestión de dos meses. Aún me choca cuando me piden una foto. ¿Pero quién soy yo? Pero entiendo que es parte del juego y consecuencia de que estamos haciendo las cosas bien, aunque aún no hemos conseguido nada pero estamos en el camino, llevar el récord que tengo, firmar un contrato en Estados Unidos. Estamos haciendo buen trabajo y tanto los medios como la gente en general se hacen eco de ello. Para mí, es un halago que se me acerquen y me pidan fotos o un autógrafo”.
A Jonfer se le ha quedado grabado el momento que cambió su vida. El excampeón mundial argentino Sergio “Maravilla” Martínez quedó impresionado con las condiciones del joven etxebarritarra y lo recomendó al famoso promotor Lou Di Bella. Martínez, junto al mánager de Jon, el veterano José Luis Celaya de Euskobox, lograron cerrar el acuerdo. “Yo no tenía ni idea de que estaban hablando, fue una cosa de Maravilla Box y Euskobox. Un sábado a la tarde yo iba en el coche con mi novia, iba a buscar a mis hermanos, tengo el momento grabado, y vi una llamada de Celaya. Lo primero que pensé es que se había caído el combate que tenía programado. Puse el altavoz y me pregunta que si estoy sentado ¿Seguro?, estás tranquilo, me dice. Y me suelta: igual firmamos un contrato con Lou DiBella. Me quedé pasmado, miraba a mi novia que se puso a llorar. Y yo, sudando. Le preguntaba ¿por qué? ¿Por qué yo? Me dijo que iríamos el mes que viene a Estados Unidos a firmar. Ese día ni dormí de la emoción”.
BIGOTE CONTRA LA INSEGURIDAD
La morfología de Fernández sorprende. Roza el 1’80 de estatura y aun así es capaz de apretarse sin problemas en el superpluma, la categoría que tiene el límite en 58’966 kilos. De músculo fino y fibroso, longilíneo, con brazos largos. Un biotipo muy apropiado para la práctica del boxeo. Se da un aire a grandes peleadores mexicanos y chicanos como los hermanos Ruelas, Genaro Hernández o, más reciente, Leo Santa Cruz.
En el ring, muestra una madurez impropia para alguien de su escasa experiencia. Jamás ha pasado de cinco asaltos en un combate. Jonfer es de los reflexivos, de los que piensa y analiza en el ring, no golpea por golpear. Tiene una buena pegada, más de precisión y timing, que de fuerza, pero no quiere basar su boxeo solo en eso. “Como boxeador podía ser para mí un ídolo o un referente Edwin Valero, aunque por cómo era fuera del ring no lo puedo considerar como tal. Era un noqueador pero no solo eso, tenía buen boxeo, muy buenas piernas y una buena esgrima. También Óscar de la Hoya o Félix Trinidad. De los de ahora me gustan Canelo y Golovkin. Me gusta el boxeo y de todos trato de aprender”.
A pesar de su juventud y de todo lo que le está tocando vivir, fuera del ring Jon da impresión de tipo maduro y tranquilo. Pero confiesa que es una persona muy insegura fuera del ring. No es eso lo que transmite, ni mucho menos. Nos cuenta que en esa inseguridad tiene su origen su rasgo facial más llamativo y característico: su fino bigote, tipo pencil, como el que llevaba el mejor boxeador de todos los tiempos, Sugar Ray Robinson, o como el de otro gran campeón, Shane Mosley. Pero ni uno ni otro tuvieron nada que ver en la decisión de Jonfer.
“El bigotillo es un símbolo de confianza en mí mismo. Aunque no lo parezca, fuera del ring soy una persona muy insegura. En el ring me transformo y soy todo lo contrario. Antes, hasta salir a la calle con gorra me daba vergüenza. Le dije a mi novia que igual me dejaba bigote pero luego le dije que no, que me iba a dar mucha vergüenza. Y ella me dijo que hasta que no superara esas cosas no iba a dejar de ser inseguro. Y por eso decidí dejármelo. Vi una foto del campeón mundial Lee Selby y decidí dejarme un bigotillo igual. Creo que me queda bien y tiene su punto, es como mi marca personal ¡Y en Estados Unidos ha gustado!”
SOÑABA CON JUGAR EN EL ATHLETIC
Como todo chaval vizcaíno, Jonfer, el mayor de cuatro hermanos, empezó jugando al fútbol y soñaba con ser jugador del Athletic. “Le ponía muchas ganas pero no se me daba bien. A los 14 años ya me di cuenta de que no lo iba a conseguir. Mi tío, que me saca cinco años, también dejó el fútbol y se metió en un gimnasio de boxeo. Yo le seguí por continuar haciendo deporte. No había visto boxeo antes ni en mi familia había antecedentes, pero me enganchó”.
Con 16 años tenía que compatibilizar sus estudios con el boxeo a la vez que echaba una mano en la carnicería familiar. Hubiera sido fácil y resultón, y un regalo para fantasiosos y románticos, pero Jonfer reconoce que jamás se le ocurrió vapulear con sus puños las piezas de carne, como hacía Rocky Balboa en la película. “¡Uf, qué va! En la cámara hace muchísimo frío”. Ha apostado fuerte por el boxeo al que en la actualidad dedica todo su tiempo, aunque también quiere centrarse en mejorar su inglés, herramienta imprescindible para poder disfrutar al máximo su sueño americano. “Vas allí con la base del colegio y te das cuenta de que no tienes ni idea. Hablar inglés es fundamental para dar confianza y para entenderte con todos y poder disfrutar esta oportunidad”.
A finales de marzo, a Jonfer le tocó también vivir una escisión en su promotora, Euskobox, lo que le ocasionó tener que cambiar a su entrenador, Txutxi del Valle por Igor Cabezas. “Fue una decisión que había que tomar y creo que fue la acertada. Estoy muy agradecido a todo lo que aprendí con Txutxi, a todo lo que me ha enseñado y a todo el tiempo que ha dedicado. Con Igor he encajado muy bien, nos hemos adaptado y estamos evolucionando mucho”. Curiosamente, este sábado en La Casilla, Txutxi del Valle estará en el rincón contrario al de Jon, ayudando a Mkrtchyan.
VIDA SACRIFICADA
“En España es difícil vivir solo del boxeo pero hemos apostado duro. Imagínate, desde los 15 años peleando, de la de cosas que me he tenido que privar. Mis amigos estaban empezando a salir y yo me quedaba en casa porque tenía que entrenar. Cuando reflexiono veo que yo al boxeo le estoy dando todo, le estoy dando mi vida y espero que algún día me lo recompense. Me estoy perdiendo muchas cosas, pero también estoy ganando otras que están al alcance de muy pocos: con 21 años firmar un contrato, ir a boxear a Estados Unidos, subir a un ring y que hayan venido 2.000 o 3.000 personas a verte a ti y a animarte. Eso es algo que la mayoría de la gente no va a vivir nunca, así que creo que me estoy enriqueciendo con otro tipo de cosas”.
El boxeo ha calado en su vida y en la de su familia. Su hermano Iker, de 15 años, también boxea. Afortunadamente, en esta profesión llena de privaciones y sacrificios, Jonfer cuenta con el vital apoyo de su novia, Nekane. La conoció cuando ella era también boxeadora amateur y ahora es parte esencial de su equipo, como nutricionista y velando por la preparación física de Jon. “Gran parte de mi cambio físico se lo debo a ella. Ahora es parte del equipo como nutricionista. Cada vez estoy más fuerte y peso menos y se ha convertido en una parte fundamental ¿Quién mejor que tu pareja, que vive 24 horas contigo? Ningún preparador físico ni ningún nutricionista. Nadie te conoce mejor. Puede haberlos mejores, seguro, pero nadie que me conozca tanto y que sepa solo mirándome lo que yo siento y como me encuentro en cada momento. Además si ella no conociera de primera mano lo que es el boxeo, si no lo hubiera vivido, seguramente no aguantaría esto. Pero ella lo ha vivido y lo entiende”.
DISFRUTAR DEL CAMINO
Su rival del sábado es el armenio que reside en Benalmádena Mikael Mkrtchyan, un púgil al que el vizcaíno conoce bien porque ambos compartieron cartel en dos veladas, en Benalmádena y en Bilbao. “Es un buen boxeador, que está evolucionando mucho, boxea bien y es fuerte. Creo que va a ser un combate muy atractivo. El título está muy bien, pero la pelea tiene que ser disputada y creo que lo va a ser. Hemos trabajado bien la estrategia y creo que vamos a hacer un buen combate”. La promotora Euskobox destinará parte de la recaudación de la velada a UNICEF.
De los muchos consejos que le han dado, Jonfer se queda especialmente con uno. Se lo dio su admirado Sergio “Maravilla” Martínez. “Es curioso, hablando con él me sabía yo mejor sus fechas y sus combates que él mismo, y eso que tiene una memoria prodigiosa. Pero aparte de lo típico de que para llegar hay que entrenarse mucho, sacrificarse, cuidarse y todo eso, Sergio me dijo que a mí me ha llegado a los 21 la oportunidad que a él le llegó con 32 o 33. A mi edad, él casi ni había empezado a boxear. Y que disfrute, que sobre todo disfrute con todo lo que haga, cuando entreno, cuando viajo, cuando por ejemplo voy a Madrid a guantear. Eso es lo importante y con lo que nos quedamos, las experiencias y las vivencias. Que lo aproveche, que cree que vamos a llegar alto. Pero sobre todo que disfrute del camino”.
Un camino para disfrutar, que no por ello exento de dificultades y pruebas. La más inmediata, este sábado, ante su gente, en Bilbao.