Una tenue lluvia obliga a suspender el entrenamiento. El campo de tierra se reblandece por culpa de la humedad mientras se forman varios charcos de pequeño tamaño. Jugar al béisbol en estas condiciones, además de peligroso, es imposible. Los pocos jugadores del CBS Rivas presentes en el Polideportivo Municipal Cerro del Telégrafo de Rivas-Vaciamadrid se ven obligados a regresar a sus casas con la cabeza gacha, cubierta por la capucha de la sudadera, y las manos en los bolsillos; buscando resguardo ante el agua y el frío otoñal. La primera de las dos prácticas semanales ha terminado sin ni siquiera dar comienzo.
Y es que, a pesar de las carencias de la instalación y resto de dificultades, el Club de Béisbol y Sófbol Rivas se ha proclamado seis veces consecutivas campeón de España de Primera División -antesala de División de Honor, la máxima categoría del béisbol español–. Sin embargo, el inmejorable rendimiento deportivo queda empañado, temporada tras temporada, por la imposibilidad del ascenso: el campo no cumple los requisitos demandados y no hay nadie dispuesto a asumir la cuantía de la reforma.
Varios miembros de la Junta Directiva del Rivas reciben a EL ESPAÑOL en los límites del terreno de juego perteneciente al béisbol. Mientras caminan sobre una tierra cada vez menos compacta y comentan las últimas mejoras llevadas a cabo, José Manuel González, el presidente del club desde hace once años, dice: “Aquí he visto a nuestros jugadores achicar el agua con esponjas y vasitos de plástico antes de los partidos”.
A la misma hora, en la otra esquina del campo, dividido por una fila de vallas, un grupo de chicas lanzan y batean bolas de sófbol. A esa mitad, recubierta de hierba artificial, no le influye el mal tiempo. Pero de este lado, los focos sestean con las luces apagadas sin expectativas de movimiento. La situación se descubre como la metáfora de dos mundos opuestos dentro del mismo recinto: la anchura perteneciente al sófbol irradia un halo modernidad frente al oscurantismo de su viejo compañero, ávido de una cirugía regeneradora.
La obra de nunca realizarse
En 2006, el CBS Rivas ascendió a División de Honor. Después de tres temporadas en la máxima categoría, los malos resultados deportivos abocaron al descenso; aunque el mayor castigo fue la modificación de la normativa para homologar los campos por parte de la Federación. El suyo ya no satisfacía los requerimientos. Tras un periodo de reconstrucción, creando un nuevo equipo y fomentando el béisbol entre los más pequeños, Rivas quedo campeón de 1ª División en 2010. Desde aquel entonces nadie consigue batirles, pero tampoco pueden promocionar.
“La diferencia entre ambas divisiones es tremenda, como si se tratase de Primera y Regional en el fútbol”, dice Jesús Pache, uno de los entrenadores, quien ha cogido las riendas del equipo esta temporada recién finalizada. Reconocen que les han construido una caseta de anotación, han colocado un marcador electrónico, o han subido la altura de las vallas y las redes para que las bolas no vayan a parar a la vía del tren. Pero falta lo fundamental y más importante: el verde.
Al tratarse de un campo municipal, ¿qué dicen desde los organismos públicos? “Tanto desde la Consejería de Deportes de Madrid como del Ayuntamiento de Rivas la intención es mutua, de hacerlo, pero el tema es económico. Y ya no digamos ahora con un Gobierno en funciones. Anteriormente, siempre se ha tenido la voluntad de hacerlo, pero hay otras cosas más importantes en los presupuestos”, explica José Manuel.
Hace 5 años se contrató a una consultora externa para que estimase cuál sería el desembolso necesario. “Nos dijeron que 600.000€”, comenta el presidente, “pero ahora seguramente se podría hacer por 350.000€”. El proyecto no es solo poner la hierba: hay que levantar el suelo 90 centímetros, colocar unas arquetas, unos drenajes y un aljibe en condiciones, así como arreglar las vallas o acoplar el campo de béisbol al de sófbol.
Durante la presidencia de Esperanza Aguirre (2003-2012), la Comunidad de Madrid destinó 70 millones de euros en 112 campos de fútbol. “A nosotros nos bastaba con uno de béisbol”, dicen resignados desde el club. Y cómo habría cambiado todo si la antorcha olímpica hubiese iluminado Madrid en 2012: en el proyecto inicial, Rivas era subsede en béisbol –estaba estipulada la construcción de una ciudad deportiva– y de sófbol –en el campo anteriormente mencionado.
“Somos una gran familia”
“La única solución que veíamos como medida de presión era ganar todos los años, quedar los primeros”, recalca Isaac, ahora entrenador, antes jugador. Pero ni los triunfos, ni dominar la liga temporada tras temporada, han servido para dar visibilidad a una injusticia. Por eso acordaron cambiar la mentalidad y apostar, con más fuerza todavía, por los jóvenes de la cantera. “Decidimos quedarnos con la gente de la casa, formar un equipo, un grupo de amigos que luego se ha convertido en una familia porque vamos a jugar y, ganemos o perdamos, nos lo pasamos genial. Yo dije: ‘No quiero a nadie de fuera, quiero a los que están aquí, que llevan toda la vida en Rivas’”, relata el técnico Jesús Pache.
Al presidente aún se le eriza la piel cuando recuerda un momento de la fase final disputada el primer fin de semana de octubre en Benamejí (Córdoba), donde lograron su sexto campeonato consecutivo de 1ª División. “Tras perder el primer partido –el único y después de viajar toda la noche–, entré en el vestuario y escuché: ‘No somos ni un club ni un equipo, somos una gran familia’. Los vi felices pese a la derrota y eso me emociona”, dice José Manuel señalándose los pelos hirsutos del brazo.
El gran ambiente que impera en el seno del club se ha revelado como el secreto del éxito. Han perdido a grandes jugadores por culpa de los ‘no ascensos’, pero han sabido regenerarse con chavales de 16 años que comparten un sentimiento de pertenencia a algo más que unos colores. Alrededor del 80% del equipo sénior (25 personas) está formado por gente de Rivas, a los que se unen algún mexicano o argentino que llevan con ellos más de diez temporadas. “Después de este año, gente que lo dejó ha vuelto. Y muchos más quieren volver, muchísimos”, declara Pache. Casi tres cuartos de la plantilla eran debutantes en la última Fase Final, pero obtuvieron el mismo resultado de las ediciones precedentes: la victoria.
Y eso que los recursos económicos son muy limitados –sin apenas patrocinadores ocasionales, el club cuenta con unos 400 socios y los jugadores han de abonar una cuota por jugar–. Desde la Junta Directiva reconocen que incluso se planteó seriamente la posibilidad de no presentarse en Benamejí por el elevado coste del viaje. Pero la situación financiera tampoco supone un impedimento para erigirse en uno de los mejores clubes de España de sófbol: en su primer año en División de Honor, el equipo femenino ha terminado en una meritoria quinta posición.
Inmersos en este contexto de supervivencia, de vez en cuando organizan maratones de béisbol para promocionar el deporte y montan chiringuitos –donde se implica toda la gente del club– con el objetivo de recaudar algo de dinero. Ya lo han intentado todo: “Llevamos luchando muchísimos años por conseguir un patrocinador que venga de la MLB (Grandes Ligas de Béisbol) de Estados Unidos, ser filiales de algún equipo, pero no lo conseguimos”, lamenta José Manuel. “El nivel es bueno, el grupo humano es bueno, todo es favorable, pero falta el campo”.
Béisbol en España
Al béisbol le llaman el ajedrez del deporte por la cantidad de reglas que tiene y la inteligencia que precisa el jugador para adelantarse a los movimientos del rival. Pero en España es un deporte que, actualmente, apenas cuenta con relevancia mediática. Y eso que la selección masculina se proclamó subcampeona de Europa el pasado mes de septiembre. Según los datos disponibles del Consejo Superior de Deportes, en 2015 había 5715 licencias de jugadores y 86 de equipos. Atrás queda la época donde clubes como Real Madrid, Rayo Vallecano o Barcelona tenían potentes secciones de béisbol.
“Jugamos en un deporte minoritario, o te lo curras tú o no te va a ayudar nadie. Si no estás en la máxima categoría, las subvenciones son ridículas. Lo que me repatea es ver 20 campos de fútbol de moqueta donde juegan solteros contra casados y a nosotros, que llevamos 27 años con el escudo de Rivas viajando por toda España y dando a conocer el municipio gracias al béisbol, no nos dan el bombo que te tienen que dar”, enfatiza Pache.
De hecho, en la Comunidad de Madrid, la situación es calamitosa. No hay ningún equipo en División de Honor y se han perdido muchos campos durante las últimas fechas. Solo se mantiene, a duras penas, el de La Elipa, situado en un barrio obrero del este de Madrid. Pero el CBS Rivas no quiere jugar ahí porque no es su casa, porque quiere que los niños de las categorías inferiores crezcan animando al equipo sénior en directo y en su distrito. Nada de desplazamientos ni jugar como locales de prestado.
Por si fueran pocos los problemas, las escuelas municipales no contemplan la práctica del béisbol para menores de ocho años, una norma sin sentido para el entrenador del Rivas: “A esa edad, o bien se han decantado por otras actividades como el fútbol, o empiezan a jugar con carencias de conceptos básicos que ya podrían tener interiorizados. En otros países, con tres años, los chavales ya están lanzando bolas”.
Para los Juegos de Tokio 2020, el béisbol volverá a estar presente en el programa olímpico y las ayudas a los clubes desde las instituciones públicas volverán. Estas subvenciones, como las de la Comunidad de Madrid, insuflarán un poco de oxígeno a un deporte que se tambalea, pero todavía habrá que esperar hasta 2018.
Llevan seis años con la aureola de campeones, pero en Rivas ganar ya no es el objetivo más importante, ni para la directiva, ni para los técnicos: “Ya puede venir un jugador de Estados Unidos que por muy bueno que sea, si no colabora con el club, se tiene que largar. La única manera de seguir jugando es ayudar para sobrevivir”.
Pese a las piedras en el camino, el CBS Rivas seguirá con su filosofía de ‘adoptar en su familia’ a los niños desde bien pequeños para inculcarles una serie de valores que les ayuden a ser mejores personas a través del béisbol. Quizás, la racha de triunfos se trunque antes de que el campo registre un solución, pero ellos seguirán compitiendo y divirtiéndose rodeados de buenos compañeros, o, mejor dicho, de grandes amigos.