La otra Alhambra de Granada: así es la mejor árbitra del mundo de rugby
Es por segunda vez la única mujer nominada a los World Rugby Awards en categoría arbitral. Estudió ‘teleco’ y dedica "el 95% de su vida al rugby".
11 noviembre, 2016 00:23Noticias relacionadas
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“A mí nadie me ha dado nunca un premio a nada”, dice Alhambra Nievas, pero el hecho de que sea la única mujer nominada al World Rugby Award 2016 entre un selecto club de colegiados masculinos (y por segunda temporada consecutiva) sitúa a esta ingeniera de telecomunicaciones de 33 años como la mejor árbitra del mundo, independientemente de la ceremonia de entrega de este domingo. Única mujer colegiada en máxima categoría del rugby masculino español, ha dirigido finales de Copa del Rey, de Liga y la de los recientes Juegos Olímpicos de Río, "el partido más importante de mi vida", solo superable, apunta, por la final de un Mundial.
Este 19 de noviembre hará de asistente en el Estados Unidos-Tonga a disputar en el estadio de Anoeta y se convertirá en la primera mujer que desempeña ese rol en un duelo de máximo nivel internacional. Aficionada al kárate y al tenis, Nievas admite en su acento ‘granaíno’ “ser un poco rara: tengo un nombre raro, estoy en un deporte raro, soy árbitro, he estudiado 'teleco'...”
Nacida en un pueblo "enano" (Beas de Granada), vive en Málaga desde que empezó la Universidad, donde conoció el rugby: llegó a jugar con la selección nacional y participó en el último Seis Naciones que disputó España. Ahora dedica "el 95%" de su vida al rugby. Entre semana cuida la preparación física, mental y técnica (“veo muchos partidos”) y sigue colaborando con su club, Universidad de Málaga, y la Federación Andaluza. Los fines de semana viaja para pitar por España. “No tengo una vida real, voy al cine una vez cada tres meses, no puedo salir con mis amigos de fiesta, veo poco a mi familia. El tiempo que tengo libre intento que sea de la mayor calidad”, confiesa durante una conversación con EL ESPAÑOL en la madrileña estación de Chamartín.
¿Por qué deja una jugadora internacional el rugby para convertirse en árbitro a los 28 años?
Pues mira, yo creo un poco en el ´karma' y en leer las señales, y hubo un momento en que todo me empujaba a dejar de jugar: estuvimos a punto de ascender a División de Honor y no ascendimos en un partido en el que pasó de todo. Justo entonces, en un momento en el que me planteaba dejarlo, llegó una designación internacional... Yo ya arbitraba. Si hubiésemos ascendido esa temporada, seguramente no estaría aquí hablando contigo: hubiese seguido jugando y todas las oportunidades que me han llegado en los últimos años no hubieran llegado. Tenía 28 ó 29 años y sabía que si quería tener una carrera como árbitro no podía esperar mucho, sobre todo en rugby-7 [mucho más rápido]. Al final elegí y no me arrepiento.
¿Alguna vez se ha sentido una 'friki', o le han hecho sentir una 'friki', por dedicarse a esto?
Sí... Pero me siento una 'friki' y estoy orgullosa de ello; ser 'friki' al final es ser apasionado de algo que te hace feliz. Si me llaman 'friki' no me disgusta. Yo, la verdad, soy feliz.
¿Su entorno le apoyó siempre?
Como jugadora, mi madre al principio lo pasó regular. A veces llegaba golpeada a casa, me veía los fines de semana… Al principio me pidió que lo dejara, pero después, como cualquier padre, me apoyaron en lo que me hacía feliz.
¿Y cuando la vieron en la final de unos Juegos Olímpicos…?
Mi pueblo tiene 1.000 habitantes. Justo después de los Juegos, cuando volví, eran las fiestas patronales y nos juntamos todos. La gente estaba súper cariñosa, gente que nunca ha visto rugby siguió las Olimpiadas... Fue muy bonito.
¿Realmente hay tanta diferencia entre el máximo nivel masculino nacional y el máximo nivel masculino internacional (selecciones), donde no arbitran mujeres?
Sí, porque al final la calidad de esos jugadores hace que se juegue mucho más tiempo a un ritmo mucho mayor de juego. Hay menos faltas, su calidad técnica y física produce muchas menos interrupciones. No creo que sea imposible que una mujer arbitre un partido de máximo nivel, pero sus condiciones físicas deberían ser brutales. Técnicamente no somos distintos, pero la exigencia física afecta al rendimiento técnico y a la capacidad de análisis y tomar decisiones. Yo no podría arbitrar un Australia-Nueva Zelanda de rugby-7.
¿Alguna vez se le ha puesto chulo un jugador?
Alguna vez, pero yo me siento muy afortunada, entro en un campo y me siento muy respetada. Y no por el hecho de ser mujer árbitro, que es lo que la gente puede pensar. Al principio pueden ver que eres mujer y vacilarte, o incluso intentar ligar contigo, que me ha pasado...
¿En el campo?
Sí... Te dicen cosas bonitas, quizá en broma, quién sabe, pero ahora ya me tratan como a un árbitro más, no me vacilan. No soy muy estricta, soy bastante tranquila, y cuando algo va mal me intento mantener calmada, tranquilizarles a ellos.
Es un deporte de máxima intensidad con muy pocas peleas, sorprendentemente.
Hay muy pocas peleas, entre otras cosas porque están muy sancionadas. A nivel internacional, si pegas un puñetazo o le pegas un bocado a alguien te caen semanas y una multa económica. Todo está más vigilado y sancionado que en otros deportes; los jugadores son inteligentes. Y por otro lado es un deporte mucho más respetuoso.
¿Podría ganar más dinero fuera del arbitraje, o 'teleco' ya no es lo que era?
En España te tienes que dar tortas para encontrar un buen trabajo… Tengo amigos en Suiza o Inglaterra ganando bien, pero 'teleco' ya no es garantía de un trabajo bueno y que te motive...
¿Cuánto dura la carrera de un árbitro de rugby?
No hay límite de edad establecido, salvo que el físico comprometa tu rendimiento. Hay compañeros con 50 años que pitan al máximo nivel. A mí, en todo caso, me gustaría irme sin que me echen.
¿Alguna vez le han dicho eso de "piensa a qué te vas a dedicar después"?
Como mi objetivo eran los Juegos Olímpicos, he hecho todos los sacrificios y todos los esfuerzos para estar ahí. Una vez que han terminado, mi manera de pensar está cambiando: tengo que pensar en el futuro a medio-largo plazo. Mi familia y mis amigos, aunque me apoyan y están orgullosos de que pueda ser feliz haciendo lo que me gusta, sí me dicen que tenga en cuenta que el día de mañana voy a tener que dejar de arbitrar. Tendré que planificar si quiero seguir en el mundo del deporte cuando se acabe el silbato. Ya te digo que no me hago rica siendo árbitro de rugby.
Hay compañeros con 50 años que pitan al máximo nivel. A mí, en todo caso, me gustaría irme sin que me echen.
¿Cómo se sabe que un árbitro es el mejor?
Es muy difícil decir ‘este es el mejor’. Puede haber un grupo de árbitros que sean los mejores, pero hay compañeras mías que son muy buenos árbitros, y yo no me siento mejor que ellas, ni que otros compañeros de aquí, nacionales. Hay muy buenos árbitros en España. Yo entiendo el porqué de los títulos, y lo agradezco mucho, pero intento aislarme, prefiero no hablar mucho de eso.
¿Cuál es la virtud más importante para llegar a ser un buen árbitro?
Ser honesto, contigo mismo y con los demás, ser humilde (arbitres sub-14 o la final de un Mundial, tiene el mismo valor) y mantener la tranquilidad en momentos de presión: tener el mismo rendimiento cuando la tensión aumenta.
Dicen que usted es muy tranquila sobre el césped...
No me pongo nerviosa; tengo la tensión antes del partido, igual que cuando jugaba, pero no me pongo nerviosa sobre cómo va a ir. Trato de hacerlo lo mejor posible. Es muy difícil no cometer errores en un partido entero, y si he cometido uno trato de no darle importancia. Después, eso sí, reviso los partidos para aprender la lección.
¿Cuál es su principal área de mejora?
A veces soy demasiado dialogante. Hay que tener empatía con los jugadores, pero en determinadas ocasiones, con perfiles de partidos complicados, la empatía no ayuda al juego; es mejor ser firme para el desarrollo del encuentro. En el aspecto técnico, quizá sería el desarrollo de la melé: si pierdes el control de esa fase del juego acabas perdiendo el control del partido.
¿Cuál ha sido su peor experiencia en un campo?
Fue hace muchos años ya, en un partido muy complicado, muy apretado, con una grada muy complicada y motivada por otras personas. Y en un momento en el que me faltaba madurar como árbitro. Fue una situación tan desagradable que se me saltaron las lágrimas nada más pitar el final, antes de llegar al vestuario. Creo que es la única vez que me ha pasado en un campo. En casa sí he llorado por el rugby, pocas veces, pero en el campo jamás.
¿Se insulta en los campos de rugby, o el público (como los jugadores) también es más caballeroso que en el fútbol?
No es nada comparable al fútbol, porque personalmente creo que la cultura del fútbol alimenta ese odio y esa falta de respeto constante al árbitro. Se escuchan insultos en los campos de rugby, pero yo lo considero algo puntual, arrastrado del fútbol, que contagia mucho al resto. No tiene nada que ver. Hay días que no escucho ni un insulto, pero se da. No se puede decir que estemos limpios del todo.
Cuando hay mucha 'tela' hay mucha presión.
Dice usted que no se va a hacer rica pitando rugby. ¿Por qué se dedica alguien al arbitraje?
Hay diversas motivaciones, distintos perfiles, pero la inmensa mayoría lo hace por seguir sintiendo contacto con el rugby dentro del campo y para ayudar al juego: cuanto mejor eres como árbitro, más puedes ayudar a que el juego sea más ordenado, a que se juegue más, y a que todo el mundo disfrute más.
¿Los otros candidatos al premio tampoco se hacen ricos?
No sé... Somos compañeros, son muy agradables conmigo, pero vivimos una realidad distinta: ellos son árbitros profesionales, viven de esto a un nivel muy diferente, tanto de salarios como de exigencia. En el Seis Naciones o el Mundial masculino hay mucha presión. Cuando hay mucha 'tela' hay mucha presión. Y en función de eso ganan más dinero, es un entorno diferente.
¿Hay machismo en el rugby?
Que yo sienta, no… Sólo en Argentina lo he visto: allí los chicos juegan al fútbol, las chicas al hockey y los hombres al rugby. Es una frase de allí. Ellas mismas alientan eso: ‘esto no es para mujeres’. Ahí no miran bien que juguemos, ni los hombres ni las mujeres. Es una cuestión cultural, cada uno tiene que hacer una cosa, al igual que en España la gente va al fútbol a insultar y a desahogarse porque está amargado en su vida.