Deshidratación, dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, dificultad para dormir, descoordinación y alteraciones visuales son algunas de las reacciones fisiológicas del cuerpo humano como consecuencia de la exposición a la baja presión de oxígeno que se produce a gran altitud y que comienzan a manifestarse cuando se asciende a más de 2.500 metros de altitud. Unos síntomas que, a buen seguro, comenzarán a padecer algunos de los participantes del Dakar a partir de hoy porque será cuando la aguja del altímetro comience a subir y subir a medida que la competición se adentre en el Altiplano boliviano.
La tercera etapa del raid más duro del mundo partirá desde San Miguel de Tucumán con dirección a San Salvador de Jujuy, ambas localidades en la zona norte de Argentina y casi lindando con la frontera de Bolivia. Por delante esperan 780 kilómetros, de los que 364 serán cronometrados. La navegación comenzará a cobrar importancia, en una jornada que se desarrollará en buena medida sobre lechos de ríos y donde los pilotos tendrán el primer contacto con la altitud, en un paso a más de 5.000 metros.
Esto es sólo un aperitivo de las seis jornadas -casi la mitad del recorrido- que la organización del Dakar que ha programado por encima de los 3.000 metros. Incluso la etapa de descanso, el próximo domingo, será en altura, ya que La Paz es la capital más elevada del mundo (3.600 metros de altitud). Unas condiciones extremas que cada vez van cobrando mayor relevancia en el recorrido del raid sudamericano, que en 2015 transitó por primera vez por el país de Evo Morales.
La mayoría de los pilotos han incorporado máscaras de oxígeno y tiendas hiperbáricas en el tramo final de su preparación física antes de poner rumbo al Dakar, pero el equipo HRC Rally ha ido más allá y se ha hecho con los servicios de un doctor especialista en medicina de montaña. El italiano Luigi Vanoni será el encargado de que las más de 30 personas que componen el staff del equipo japonés no sufran el temido mal de altura.
“En estos últimos años estamos haciendo gran parte del rally en el Altiplano boliviano, que es una zona de mucha altura. Al final, son muchos días seguidos en altitud y tenemos que buscar estar bien aclimatados para intentar marcar diferencias en este tipo de condiciones. El mal de altura produce una sensación de mareo, como si estuvieses pilotando borracho porque no tienes el control de las cosas. Cuando vas por pistas muy rápidas y a una velocidad elevada, la percepción de la visión al llegar a una curva disminuye y tienes que estar mucho más atento para ese tipo de peligros”, razona Joan Barreda, uno de los favoritos para adjudicarse la victoria final.
El piloto español, junto con el resto de sus compañeros del HRC Rally Team, visitó el pasado mes de octubre la Universidad de Kent (Reino Unido), donde los pilotos fueron sometidos a diversas pruebas para realizar un estudio que determinara cuál era la reacción de cada uno a la altitud extrema.
“Para mí el entrenamiento específico es vivir en Andorra, a más de 2.000 metros de altitud. Desde que me trasladé, he notado un cambio bastante considerable y marca la diferencia”, remata Barreda, en cuya Honda CRF450 se ha introducido un nuevo sistema que autorregula automáticamente la potencia de la moto a medida que va aumentando o disminuyendo la altitud para que el rendimiento del propulsor no se vea mermado por los efectos de la altura.