Afronta su séptima edición de un Dakar que ha regresado a sus orígenes, donde prima la navegación sobre la velocidad. “Este Dakar da más posibilidades a todos, no sólo a los que dan gas”, razona Laia Sanz (11 de diciembre de 1985, Corbera de Llobregat, Barcelona) en su conversación con EL ESPAÑOL.
La mejor piloto de la historia gracias a los 18 títulos de campeona del mundo que carga sobre su fuerte y ancha espalda (13 de trial y cinco de enduro) se marcó como objetivo finalizar entre los 15 primeros de la clasificación final pero, de momento, marcha vigésimo quinta, a dos horas, 25 minutos y 30 segundos del británico Sam Sunderland, su compañero en KTM. “Esperaba estar más arriba pero, viendo cómo está siendo este Dakar, no son tiempos imposibles de recuperar”, asegura con optimismo y pese a ser engañada por el portugués Joaquim Rodrigues durante la cuarta etapa, que le hizo perder más de media hora.
Antes de partir hacia el Dakar, su objetivo era terminar entre los 15 primeros de la clasificación final. Tras una semana de competición, ¿cree que lo conseguirá?
Lo veo difícil, pero no imposible. El año pasado lo conseguí [finalizó decimoquinta], a pesar de los problemas que surgieron y la presión que tenía por haber terminado novena en 2015. Tras la primera semana esperaba estar más arriba pero, viendo cómo está siendo este Dakar, 50 minutos o una hora no son tiempos imposibles de recuperar. Otros años, estabas sentenciado con esas diferencias y ahora no.
Si lo hago bien en la segunda semana y no fallo, podré adelantar muchos puestos y tratar de estar en el top 15. Con la cantidad de cosas que pasan aquí cada día, a lo mejor ahora tengo un poco más de suerte y puedo darle la vuelta a la situación.
Después de una edición tan rara como la pasada, donde se premiaba la velocidad, ¿esperaba tanta dureza en este Dakar?
La pasada edición Marc [Coma, director deportivo del Dakar] llegó cuando todo estaba muy definido y en ésta sí está dejando su huella. Marc siempre ha tenido la idea de hacer un Dakar duro para volver a los orígenes y lo está consiguiendo. A los pilotos de motos nos beneficia que Marc sea el director deportivo porque es alguien que entiende del tema y, además, ha corrido hasta hace poco.
¿Le gusta el cambio de filosofía de la carrera?
Me gusta la vuelta al viejo Dakar. Estoy disfrutando mucho con la navegación, pero también por la variedad de terrenos y porque las etapas son más largas pero con enlaces más cortos. Este Dakar da más posibilidades a todos, no sólo a los que dan gas.
Va a por su séptima edición del Dakar y los ha terminado todos, ¿la experiencia es un grado?
Si miro hacia atrás y me pongo a pensar, las cosas han cambiado mucho. De la generación de cuando yo empecé a ahora quedan muy pocos. De los 15 primeros clasificados de la pasada edición, había muy pocos que habían corrido muchos años. Esta nueva generación son pilotos muy rápidos, porque ahora se corre mucho más que hace cinco o seis años. Al haber tantos equipos oficiales, el Dakar se ha profesionalizado más y muchos pilotos dedican todo el año a preparar esta carrera.
¿Por qué dice que su gran rival es usted misma?
En el Dakar hay muchos rivales y de un gran nivel, pero al final yo sé que si no fallo, no me caigo y navego bien puedo estar en una buena posición final sin preocuparme de qué pilotos van más rápidos que yo o no. Al final, mi gran rival soy yo misma porque, siendo realista, mi objetivo no es ganar. Mi objetivo es estar lo más arriba posible.
¿Qué le dice la frase ‘Quien tiene la voluntad tiene la fuerza’?
Cuando me lesioné la rodilla, en 2015, estaba muy desanimada y mi padre me regaló una pulsera con esa leyenda porque a veces no tengo tanta capacidad para esforzarme como parece. Es una frase que me gusta y mi padre dice que es el reflejo de mi carácter. El Dakar es el mejor sitio para llevarla, porque hay momentos muy duros a lo largo de las dos semanas de competición.