La historia del 1.500 que duró dos semanas y de su doble campeón
Un fallo de los jueces, una vuelta de menos a la pista, una decisión controvertida, una carrera repetida… pero un final cargado de justicia.
26 febrero, 2017 01:18Noticias relacionadas
- La nueva Beitia es mejor que la anterior; Dibaba falla en su intento de récord
- Genzebe Dibaba: a la caza del octavo récord con un entrenador en el punto de mira
- La revolución técnica de Beitia mirando al Mundial de Londres
- Maratón heroico en Sevilla: los padres que empujan a niños discapacitados
- La amenaza terrorista obliga a EEUU a renunciar al Mundial juvenil de atletismo
- El grito del campeón olímpico Mo Farah contra Donald Trump: “Me ha convertido en un extranjero”
- La IAAF no perdona a Rusia: tampoco estarán en los Mundiales de Londres
El toque de campana indica la inminencia del desenlace: resta una vuelta para coronar al campeón de España sub23 de 1.500 metros indoor y el grupo se estira. En la última curva, Sergio Paniagua cambia el ritmo con un fuerte ataque, adelanta a Mariano García y empieza a abrir hueco con respecto al resto de rivales. El arreón es definitivo y esprinta hasta cruzar la meta en primera posición. Pero el marcador electrónico refleja un tiempo de 3 minutos y 20 segundos, lo que supondría el récord mundial. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Se han corrido tan sólo 1.300 metros?
En medio de la incertidumbre, de la sonora pitada del público y con los atletas sumidos en un profundo desconcierto, levantando los brazos al aire como si buscasen una explicación verosímil, Sergio Jiménez decide completar la carrera y da una vuelta más a la pista. Es el único que ha recorrido la distancia oficial al completo.
En la zona de la grada donde están situados la familia y los amigos de Sergio Paniagua, vestidos con camisetas de apoyo para la joven promesa oropesana, se ha pasado de un estado de euforia colectiva a otro de incredulidad total. “No puede ser verdad, esto es una vergüenza”, se escucha. La imagen de Paniagua llorando desconsolado es estremecedora.
“Fue todo muy raro”, explica Paniagua a EL ESPAÑOL. “Entré en meta, celebré la victoria emocionado y me tiré al suelo como hago siempre. Pero cuando levanté la cabeza y vi que algunos compañeros míos seguían, otros se quedaban parados quejándose, la gente chillaba y gritaba… me dije: «¡No puede ser que me pase esto otra vez y menos en una final que he ganado!». Porque ya me había pasado lo mismo hace dos años en unas semifinales en la pista cubierta de Antequera”.
Pocos minutos después de la conclusión de la carrera, la megafonía de la instalación madrileña de Gallur, donde el 11 y 12 de febrero se disputaba el campeonato de España Promesa, convocaba a los delegados de los clubes de los atletas participantes en la final de 1.500 a una reunión. La decisión adoptada fue anular los resultados —el fallo lo habían provocado los jueces al contabilizar una vuelta menos, pasando de la 7 a la 5— y repetir la prueba el día 24 en el Meeting Internacional Villa de Madrid.
Sin embargo, ese consenso alcanzado era muy frágil y poco ecuánime para los propios atletas: unos se quedaron sin subir al podio y otros sin la oportunidad de lograr la mínima para el nacional absoluto del siguiente fin de semana. Además, la nueva fecha estipulada casi coincidía con el campeonato de España de campo a través.
Mariano García, que había quedado segundo, comenta a este periódico que para él “lo más lógico hubiera sido dar las medallas en el 1.300 o haber repetido la carrera al día siguiente, el lunes; pero no a las dos semanas”. “No sabíamos lo que estaba pasando, nos quedamos todos bloqueados”, confiesa el murciano.
Un final que hizo justicia
Doce días más tarde, los ocho atletas, todos a excepción de Jordi Torrents, uno de los grandes favoritos, se vuelven a colocar en la línea de salida de la final de los 1.500 metros del nacional sub23. Sergio Paniagua es quien toma las riendas de la carrera, más táctica y lenta que la anterior, y, adoptando un papel de front runner, se impone de nuevo con una superioridad aplastante. Segundo entra Mariano García y tercero Marc Zúñiga. ¡El podio es exactamente igual que el de la prueba anulada!
Sonriente, y con la medalla de oro colgada al cuello, Paniagua explica que, pese a todo, no le pareció “justa” la decisión acordada. “Venía preparado para un día concreto, no para dentro de dos semanas. Sí, he llegado bien, pero me había preparado para ese fin de semana y hacer semifinal y final, no una final directa”.
El oropesano, que logró entre medias en el campeonato de España absoluto un billete al Europeo de Belgrado tras clasificarse cuarto en el ‘milqui’, a una centésima del bronce, reconoció que fue a Salamanca “fastidiado”. “Al principio no quería ir, aunque lograron convencerme. Fui allí a disfrutar y a desfogarme, necesitaba echar toda la impotencia acumulada”.
Con la plata en el bolsillo, Mariano García confesó a este periódico que “si ganaba la medalla de oro se la iba a dar a Sergio; e igual que si hubiera quedado tercero, le habría dado el bronce a Marc. Cuando vi que hemos quedado igual he pensado: «¡De lujo! No hay que darle la medalla a nadie y nos ahorramos las posibles críticas». Al final, la solución ha sido perfecta y hemos refrendado los resultados”.
El 1.500 más kafkiano e inverosímil terminó aseado por la justicia deportiva. Sergio Paniagua, que el primer día se marchó de Madrid hundido en sus propias lágrimas, abandonó este viernes Gallur exultante con su título e ilusionado ante su primera internacionalidad absoluta: “Estoy en una nube, todavía no me lo creo. Hasta que no me suba al avión, no me entrará en la cabeza que vaya a competir en el Europeo de Belgrado”.