La incertidumbre que ha envuelto la figura de Adel Mechaal durante los últimos meses ha terminado, o tal vez no, con una reivindicación total sobre el tartán; ese proceso tortuoso de sanciones y cautelares se ha convertido para él en un acicate rabioso cuyo resultado final ha sido una poderosa victoria… que todavía ha de esperar un comunicado del Tribunal de Arbitraje Deportivo para ser una completa realidad.
El atleta español de origen marroquí logró la medalla de oro en la prueba de los 3.000 metros en el Europeo indoor de Belgrado, desprendiéndose, a falta de confirmación oficial, de una pesada carga y aprovechando también para intentar enmendar una imagen erosionada por unas sospechas que no acaban de difuminarse.
Mechaal, que esta temporada se mudó al CAR de Madrid para entrenar a las órdenes de Antonio Serrano, y todavía con la respiración acelerada tras la consecución de su primer título continental, lanzó unas punzantes declaraciones en su paso por la zona mixta: “Quiero aprovechar para dar las gracias a España por haber recibido a mi familia y por dejarme demostrar mi talento. A pesar de que muchos medios de comunicación han intentado manipular con sus informaciones, quiero decir aquí, en los micrófonos de Televisión Española, que estoy muy orgulloso de defender la camiseta de España”.
Al fondista de 26 años, que ya en el campeonato de España de Salamanca había demostrado un momento de forma fantástico ganando los 3.000 metros con una auténtica exhibición y alcanzando la plata en el 1.500, siempre le ha acompañado una imagen controvertida, centrando los focos de atención más por lo que hacía fuera de la pista que dentro de ella. De ahí que tras siete meses donde su nombre ha estado directamente ligado con la polémica, Mechaal quiera construir una nueva apariencia y eliminar de forma definitiva las manchas negras de su historial.
Unos líos como el que se granjeó en el año 2015 en una entrevista concedida al diario El Mundo. Allí, Mechaal afirmó que “si Cataluña se independizase, competiría por Cataluña” y que si hubiese ganado una medalla en aquel Europeo indoor de Praga habría cogido “la bandera de España por respeto”. Unas declaraciones que son la antítesis de lo pronunciado por el flamante campeón continental de 3.000 metros bajo techo. La calidad de Mechaal en cada galope sobre el tartán es innegable, pero él mismo sabe que ha de cortar cuanto antes con esa dinámica de altercados.
Y este oro es su nuevo comienzo particular. Habiéndose declarado independentista catalán, no dudó este domingo en llevarse la mano al pecho durante los segundos que los acordes del himno español resonaron en el majestuoso Kombank Arena. No sólo fueron las declaraciones, si no también el simbolismo de la celebración, los pequeños gestos, los que demuestran que este Adel Mechaal ha cavado un abismo enorme con respecto a su predecesor.
“Todo lo que ha pasado me ha hecho muy fuerte psicológicamente”, dijo el también subcampeón de Europa de 5.000 metros al aire libre. “Esta medalla es la recompensa a la lucha constante que he tenido estos meses, el premio al gran trabajo que he hecho con mi entrenador y estoy muy orgulloso”, explicó.
Tras las series eliminatorias había dicho que prefería una carrera rápida, pero la final fue algo más parecido a una partida de ajedrez que un continuo asalto para ir eliminando rivales. Eso, a Mechaal, finalmente no le importó; contaba con un final asesino —el entrenamiento de cinco series de 500 a 1:16 antes de viajar a Belgrado así lo demuestra— y fue él quien asestó el golpe de gracia: “En algunos momentos estuve muy cerrado, como un león acorralado. Aun así, aguanté, cuando vi el hueco adelanté posiciones y a falta de 200 metros ataqué”, explicó.
A vueltas con la sanción
Hasta el pasado 6 de febrero, cuando el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) le concedió la cautelar, la temporada de Adel Mechaal estaba abocada al dique seco: no podría competir hasta enero de 2018 tras haber sido sancionado por la AEPSAD (Agencia Española para la protección de la Salud en el Deporte). Pero ese escabroso proceso, con idas y venidas sobre su sanción, con resoluciones contradictorias en función del organismo deportivo que se pronunciase, ha presenciado un final prácticamente impensable no hace tanto.
El lío deportivo que se cierne sobre el fondista español de origen marroquí comenzó en agosto. La IAAF (Federación Internacional de Atletismo) le abrió un expediente sancionador en vísperas de los Juegos Olímpicos por haber acumulado tres controles fallidos fuera de competición en menos de un año —en diciembre de 2015, en su domicilio; en enero de 2016 con ocasión del cross de Elgoibar y en julio pasado en Bélgica—. Al principio, el Comité Olímpico Español le negó la acreditación para viajar a Río de Janeiro, pero finalmente Mechaal pudo competir en la ciudad brasileña apenas unas horas después de haber aterrizado.
El siguiente episodio de la historia interminable se produjo en vísperas del Europeo de cross en diciembre. Ahí la IAAF sancionó al atleta de forma preventiva durante unos días, lo que forzó al equipo nacional a borrarlo en un primer momento para pocas horas después volver a readmitirlo. Unas semanas más tarde, se producía un nuevo vuelco: el 22 de enero la Agencia Española Antidopaje le comunicó a Mechaal una sanción de 15 meses, pero el atleta, que siempre ha defendido su inocencia y alegado despistes en relación a los controles, recurrió al TAD obteniendo el beneplácito provisional del máximo organismo deportivo.
En zona mixta, Mechaal quiso reivindicar que es “un atleta limpio”, además de afirmar que se ha cometido un error con su persona: “Todo el atletismo español duda de mí y eso me duele. Pronto sabremos la decisión y podré estar tranquilo”.
Adel Mechaal, con una medalla de oro colgada al cuello, vuelve a ser feliz; o al menos, de momento. En unos días, el TAD enviará un comunicado cuyo contenido dirá si Belgrado fue sólo un espejismo en medio del desierto o la lanzadera definitiva para la carrera del atleta que abandonó el discurso independentista para abrazar la rojigualda.
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