Para que un sueño se cumpla, no sólo hay que desearlo con fuerza. También hace falta una pizca de suerte y, sobre todo, perseverancia. Las oportunidades, como la fortuna, hay que buscarlas. Es muy difícil que llamen a tu puerta por sí solas: al olor del trabajo duro y del empeño, suelen aparecer con más frecuencia. Becca Longo se ha ganado la condición de ser la primera mujer becada en fútbol americano de la historia de la NCAA estadounidense precisamente por eso: por tener un sueño y trabajar para alcanzarlo.
Claro que ha habido dificultades en el camino de esta joven de 18 años, natural de Arizona. Estuvo un año entero sin jugar en el instituto por la dichosa regla de los traspasos. Fue el precio a pagar al cambiar de centro: Queen Creek por Chandler Basha, a las afueras de Phoenix. Además, también tuvo que superar una lesión de espalda para continuar practicando el deporte del que se enamoró inspirada por su hermano mayor, Bobby. El ejemplo más cercano de que el football que le volvía loca era un deporte hecho para hombres. En el que ella, por supuesto, iba a encontrar un hueco costase lo que costase.
Con talento y, otra vez, esfuerzo, todo acaba llegando. Como la oportunidad que Becca ansiaba, tras un último año en el equipo de su instituto en el que no pudo exprimir mejor los ocho partidos que disputó: 30 de los 33 puntos que consiguió como pateadora vinieron a través de ensayos y marcó un gol de campo a más de 30 yardas de distancia. Así llamó la atención de Adams State, una universidad de Alamosa (Colorado) cuyo equipo de fútbol americano compite en la División II de la NCAA.
"Contacté con ellos durante la temporada, y después de ésta fueron ellos los que contactaron conmigo", contó Longo al Arizona Republic. "El coordinador ofensivo del equipo (Josh Blankenship) me dijo que quería que fuese a hacerles una visita. Fui y me quedé absolutamente enamorada", reconoció. Su beca estaba a la vuelta de la esquina.
No será la primera mujer que compita a nivel universitario en fútbol americano, pero sí la primera en estar becada a todos los efectos en un equipo de un nivel tan alto. Por si fuera poco, Longo jugará a las órdenes de todo un exjugador de la NFL: Timm Rosenbach. El que fuera quarterback de los Phoenix Cardinals tiene en muy alta estima al nuevo fichaje del equipo. Su mujer fue deportista profesional, así que él no entiende de barreras de género ni de ningún tipo. Becca jugará con y contra chicos, pero su entrenador confía en que asumirá el reto y dará la talla.
"Nunca había oído hablar de ella, pero la veo como cualquier otro jugador de fútbol que se lo ha ganado. Ha sido como reclutar a cualquier otro. En la División II, podremos ver sus entrenamientos. Para mí, no hay duda de que puede ser competitiva. Tiene una pierna fuerte (recordemos, Becca es pateadora) y puede ser muy precisa", confía Rosenbach.
El hasta ahora técnico de la joven en Basha, Gerald Todd, también se deshace en elogios hacia su ya exjugadora. ¿Cómo no iba a hacerlo después de anotar un gol de campo a más de 42 yardas de distancia en un entrenamiento? Así se ganó un puesto en su antiguo equipo. "Va a ser una pateadora fuerte. Se pondrá más fuerte y competirá. Será buena", asevera Todd.
Es curioso que el hermano mayor de Todd fuese asistente en Nuevo México, el equipo con el que Katie Hnida se convirtió en la primera mujer de la historia que consiguió anotar un punto en un encuentro de la División I de la NCAA (2003). Es una de las pioneras en las que debe fijarse Becca Longo. Como Liz Heaston, que supuestamente fue la primera anotadora en un partido universitario (1997). Y Ashley Martin, que rompió la barrera de jugar en la División I por primera vez (2001).
Dos casos más cercanos al de Becca, por su posición en el campo y por su procedencia, son los de Jasmine Arollo y Krysten Muir. Se cree que Arollo fue la primera mujer en lograr un gol de campo en un partido de playoffs estatales (2010). Por su parte, Muir fue la pionera en Arizona a la hora de anotar en todo un duelo por el campeonato estatal (2015). Ellas y todas las demás ratifican lo que Longo ya sabía: si quieres, puedes.
De hecho, el fútbol americano no será el único deporte al que jugará nuestra protagonista en Adams State. También practicará baloncesto, aunque en este caso sin beca. Ya hizo sus pinitos en el mundo de la canasta cuando iba al instituto, promediando 2,9 puntos y 1,6 rebotes por partido en su último año. Habrá que esperar hasta el 2 de septiembre para que la temporada de fútbol americano comience oficialmente. Hacerse un hueco en su nuevo equipo, los Grizzlies, no será fácil. ¿Pero quién dijo que fuese a serlo? Aunque Longo viene de los Bears. Y, con esa ferocidad propia de los osos, seguirá luchando por su sueño a partir de este nuevo e importante paso en el camino hacia el éxito.
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