Después de ver cómo una árbitra olímpica y mundialista era placada por un jugador argentino el pasado diciembre, el rugby vuelve a tener motivos de peso para avergonzarse. Un jugador francés de identidad desconocida podría ser expulsado de por vida de este deporte tras pegar al árbitro Benjamin Casty durante un partido de la Copa francesa júnior que enfrentaba al Saint-Esteve y al Toulouse.
Tras ser amonestado con una tarjeta amarilla, el jugador local reaccionó asestando un derechazo al colegiado, que quedó inconsciente y tuvo que ser trasladado al hospital. Su percance inició una pelea en pleno campo entre los miembros del Toulouse y el agresor, que se abrió paso entre sus rivales a puñetazo limpio. Casty acabó con lesiones en el pómulo y la mandíbula. Su hermano, Remy, juega en el Dragons Catalans, uno de los mejores equipos de la liga profesional francesa y que precisamente tiene entre sus equipos filiales al Saint-Esteve.
El presidente del conjunto local, Christian Cozza, se mostró muy avergonzado ante los periodistas tras el encuentro. Reconoció que el jugador que pegó al árbitro ya había sido suspendido cuatro partidos previamente esta temporada y que él no le quería en su equipo. El incidente también provocó la reacción del presidente de la Federación Francesa de Rugby, Marc Palanques. "Espero que la Comisión Nacional Disciplinaria, que se reunirá el miércoles, sea intransigente", afirmó con rotundidad tras un nuevo episodio que contribuye a afear el rugby y no a ennoblecerlo, como les gustaría a sus practicantes y aficionados.