O.J. Simpson vuelve a ser noticia. Y, como hace 22 años, por su comparecencia en un tribunal. Uno que, en Nevada, ha decidido que el ex jugador de fútbol americano salga de la cárcel en octubre. Una que no pisó en 1995, cuando fue declarado no culpable del asesinato a Nicole Brown (su ex mujer) y Ronald Goldman (un amigo de la familia) fechado el 12 de junio de 1994. Pero sí desde 2008 y hasta ahora, tras ser uno de los protagonistas de un atraco a mano armada a un coleccionista de trofeos en Las Vegas. Con hasta 12 cargos sobre sus espaldas (secuestro y robo entre otros) y tras obtener la condicional de ocho de ellos en 2013, el gran juguete roto del deporte norteamericano ya es libre por completo.
"Gracias", acertaba a decir Simpson a sus 70 años nada más conocer el veredicto, unánime y a su favor, de los cuatro miembros de la Junta de Libertad Condicional que le juzgaba. Las lágrimas, una mano en el corazón y ambas en posición de rezo, estos dos últimos gestos cuando ya se disponía a abandonar la sala, completaban la escena. El que fuera ídolo deportivo de todo un país volvía a colarse en las televisiones de todos sus conciudadanos y del mundo entero, como en el que posiblemente fuese el juicio más mediático de la historia, para defender una vez más su condición de "buen tipo".
No contar con condenas penales anteriores y haber mostrado un buen comportamiento durante su estancia en prisión han acabado dándole la libertad. Una que no habría podido volver a solicitar hasta 2022 en el caso de que se hubiese dictado sentencia en su contra. La logró en una audiencia que duró hora y media cuando se esperaba que todo se resolviese en unos pocos minutos. Mientras contaba su versión de los hechos por los que se le juzgaba, campechano, con las risas y las bromas a la orden del día, era difícil no retrotraerse a 1995.
Más cuando la figura de Simpson ha vuelto a la palestra pública últimamente debido al éxito de la miniserie American Crime Story: The People vs. O. J. Simpson, en la que el actor Cuba Gooding Jr. le encarnó. En ella, se reflejaba a la perfección cómo los Estados Unidos en pleno se paralizaron durante los 134 días que duró el juicio en el que se acusó de doble crimen al deportista. Todo ello televisado, con la absolución de Simpson como momento más paradigmático.
Desde entonces, mucha gente empezó a mirar con otros ojos a la estrella de la NFL. En los 70, había sido MVP de la liga: cinco veces en su mejor equipo y seis en su partido de las estrellas. Llegó a parecer el hijo que toda madre querría tener, con una sonrisa que no dejaba a nadie sin conquistar y un carisma incapaz de ser achantado por nada. Sin embargo, la sombra de la sospecha cambió para siempre al mito. Incluso puede que lo destruyese por completo.
El caso que le ocupaba hasta ahora, en el que se vio involucrado por querer recuperar algunos recuerdos deportivos que le pertenecían (según su versión), acaparó menos focos. Al menos, hasta este jueves, cuando pareció que el tiempo había retrocedido casi dos décadas en esa vista realizada por videoconferencia entre la prisión de Simpson y la capital de Nevada, Carson City: "Nunca he apuntado con una pistola a nadie"; "He tenido una vida libre de conflicto, sin problemas en la calle"; "Llevo nueve años en prisión sin poner excusas. He cumplido mi sentencia y solo quiero volver con mi familia"; "No creo que ningún preso haya representado a esta prisión mejor que yo".
Su hija mayor le defendió ("Ha sido un preso modelo [...] Tomó la decisión equivocada en el momento equivocado. Sólo queremos pasar página discretamente"). También la víctima, Bruce Fromong ("No es una amenaza para nadie"). Y, finalmente, el veredicto, que le llevará a Florida, donde planea vivir tranquilo junto a su familia. Allí, junto a la costa, O.J. Simpson quiere dejar atrás la retahíla de juicios en torno a los que han girado sus dos últimas décadas de vida (además de los dos mencionados, otro civil en el que sí se le declaró culpable de asesinato, varios por la custodia de sus hijos y uno más por robo y asalto en Florida, de cuyos cargos fue declarado inocente). Esos que han generado una duda permanente hacia su persona de la que ni su sonrisa ni su carisma pueden privarle ya.