Si usted tuviese gripe, no saldría de casa. Se abrazaría a la cama como alma que lleva el diablo, las sopas bien calentitas serían parte fundamental de su dieta y sus compañeros inseparables serían, por supuesto, los pañuelos. Pero, claro, usted no es Mireia Belmonte. A ella le da igual estar resfriada, tener un dolor de cabeza insoportable y, en definitiva, aguantarse en pie a duras penas. Cuando se tira a la piscina, adiós al peor constipado que se imaginen: sólo importa volar sobre el agua.
Lo demostró el jueves ganando el oro mundial en 200 mariposa y también este domingo, con una plata en 400 estilos que supone el fin de fiesta inmejorable para la badalonesa en Budapest. Fidelidad al cloro tanto en la salud como en la enfermedad para mejorar el bronce olímpico de Río 2016 e igualar las platas mundialista (Barcelona 2013) y europea (Berlín 2014) en esta modalidad.
Antes de ponerse enferma, llegó la plata en el 1.500 tras caer eliminada en el 200 estilos y el 400 libres. En plena lucha contra ese virus tan inoportuno, fue cuarta en el 800. Y, a pesar de arrastrar una congestión de aúpa, volvió a brillar este domingo. Primero, con una remontada fantástica en las series matinales, dándolo todo en los últimos 100 metros para acabar con el segundo mejor tiempo (4:35.29) tras la estrella local y plusmarquista mundial, Katinka Hosszú (4:33.90). Después, ya por la tarde, consiguiendo su tercera medalla en Hungría, la mitad de las seis con las que España se despide de estos Mundiales.
Mireia buscó el último premio al que optaba en Budapest desde el primer momento. El tramo de la mariposa, su gran especialidad, empezó a generar vibraciones de podio, por mucho que las cosas se dificultasen a la hora de la espalda. Las japonesas Ohashi y Shimizu opusieron bastante resistencia, con Hosszú distanciada desde el inicio de la carrera. Sin embargo, Belmonte no tardó en demostrar que quería la medalla y la iba a conseguir. La braza y sobre todo el crol fueron decisivos para consumar su nueva gesta. En las últimas piscinas, la canadiense Pickrem tuvo que conformarse con el bronce ante la voracidad inagotable de la española.
Su Mundial, impecable, ya es mejor que el de Barcelona 2013. Entonces, ganó dos platas y un bronce. Ahora, se ha llevado un oro y dos platas. En total, seis medallas en sus presencias mundialistas por las cuatro que atesora en los Juegos Olímpicos y que le convierten ya en una de las deportistas españolas más laureadas de todos los tiempos.
Además de las otras dos medallas conquistadas por Belmonte, Ona Carbonell ganó dos platas en natación sincronizada (solo técnico y solo libre) y la selección femenina de waterpolo se agenció otra para completar el botín en tierras húngaras. Uno cuyo nombre propio es la mejor nadadora española de la historia, con la que ya no puede ni la peor de las gripes.
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