Fifa: "Pasé tres días en la calle hasta que me vieron durmiendo en un parque"
El atleta habla con EL ESPAÑOL antes del Mundial de Londres. De origen marroquí, obtuvo la nacionalidad en 2015. Llegó a España escondido en los bajos de un camión.
1 agosto, 2017 00:24Noticias relacionadas
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Ilias Fifa duerme mucho (“tres horas de siesta, 10 por la noche...”), dice muchas veces “hostia”, “flipa” cuando lo requiere la situación, come “paella de la valenciana” si se tercia y veranea siempre que puede “en Mallorca”. Nació en Tánger (Marruecos, 1989), pero se siente español -consiguió la nacionalidad en 2015-. A la Península llegó con 17 años escondido en los bajos de un camión y aquí, tras pasar días de frío en la calle y estar alguna noche en un calabozo, empezó a practicar atletismo en un club de Barcelona. En 2016, se proclamó campeón de Europa en 5.000 metros y acudió a los Juegos Olímpicos. Su vida -no lo niega- es de película. “Es lo que toca”, reconoce. Y de ella se para a hablar con EL ESPAÑOL. Coge el teléfono en Marruecos, donde cuida a su madre, antes del Mundial de atletismo de Londres (del 4 al 13 de agosto), y responde sin pasar nada por alto.
Empezando por el principio… Cuénteme, ¿qué recuerda de su niñez en Marruecos?
Bueno, iba a la escuela, aunque, la verdad, sin muchas ganas… Mi padre me llevaba allí, pero yo no quería. Lo que me gustaba era estar en la calle jugando. Por lo demás, tenía una vida normal. Vivía con mis padres y, aunque pasaba el día en el colegio, no estudiaba. A hacer atletismo no empecé hasta los 19 años, cuando llegué a España.
¿Cómo era Tánger (Marruecos) por aquella época?
Es una ciudad muy famosa, moderna. Hay gente que cuando escucha Marruecos cree que es como Etiopía o algo así… Pero no. Es una ciudad normal, igual que Barcelona más o menos. El problema allí es económico. No hay dinero ni nada de eso…
Y usted se crió en esa realidad junto a sus tres hermanos.
Sí, el mayor está ahora conmigo estudiando y trabajando en Barcelona. Y mi hermana pequeña estudia en Marruecos.
¿Quién era el más trasto de los tres?
Mi hermano mayor era muy buen estudiante en Marruecos, pero también un poco peligroso. ¿Me entiendes?, peleaba en el barrio… Yo siempre he sido más tranquilo. No me gusta crear problemas; de pequeño siempre pensaba en el futuro. En cambio, mi hermano mayor, aunque era de los mejores del cole, siempre andaba por ahí buscándoles problemas a mis padres.
Entonces, ¿usted era el bueno de la casa?
Sí. Cuando la gente le pregunta a mis padres, ellos siempre hablan bien de mí [risas].
¿Cuándo tomó la decisión de venir a España?
Con 14 años o así empecé a pensar en cambiar de país. En mi barrio había mucha gente que vivía en España y que luego en verano bajaba a Marruecos. Ellos venían con coche, con pasta… Y pensaba: ‘¡Hostia!, esa gente tiene pasta y vive bien. Seguro que allí hay trabajo y buena vida’. Desde entonces, pensé en cómo llegar a España. Y, la verdad, empecé a mirar los camiones para ver cómo cruzar la frontera.
Y, finalmente, a los 17 años decidió dar el paso.
Bueno, lo intenté muchas veces entre los 14 y los 16 años. Me metía debajo del camión y me pillaban en la aduana con Marruecos. Intenté hasta seis veces entrar en España y me escapé con 17 años. Tuve la suerte de que el camión donde estaba yo no lo revisaron en la aduana.
Entiendo que da miedo meterse debajo de un camión.
La verdad es que no. El camión no me daba miedo. Las pateras, por ejemplo, sí. Imagina que te quedas en el agua… Eso es muy peligroso. Pero nosotros nos metemos debajo de un camión tan solo para pasar la frontera. Hay gente que piensa: ‘¡Hostia!, se vino de Marruecos a España metido en un camión’. Y no. Es sólo media hora. Te metes para pasar la aduana y, si lo consigues, estás en España; si no lo consigues, te cogen y te devuelven a Marruecos.
¿Qué pensó el día que consiguió entrar en España?
Bueno, yo vine a España para trabajar, para arreglar los papeles… Y por parte de España me encontré la ayuda de los centros de menores, que me han acogido y me han ayudado con los papeles. Al entrar en España me cambió la vida.
Imagino que los primeros días uno debe de estar un poco perdido.
Sí, está claro. Llegas y estás en la calle buscándote la vida, durmiendo por ahí… Hasta que encontré a un marroquí. Le conté que acababa de llegar a España y me dijo que entrara en un centro de menores. ‘Ve a Barcelona o a Bilbao, que te ayudan mejor’, me dijo. Y eso es lo que hice. Le pedí ayuda por el tema del billete hacia Barcelona y él me llevó a la estación de autobuses y me compró un billete que costaba 60 euros más o menos. Y ya está. Llegué a Barcelona y pasé tres días en la calle hasta que la Policía me vio durmiendo en un parque y me llevó a un calabozo. Allí me hicieron fotos, me preguntaron por mi nombre… Cosas así. Y me llevaron directamente a un centro de menores porque tenía pinta de menor de edad.
Y allí es donde empieza a correr.
El primer año lo pasé un poco mal. Estuve haciendo tonterías con los chicos, que si saliendo un poco, que si fumando, pero al final me frené. Dije: ‘He venido a España para mejorar mi vida, no para meterme en estas cosas’. Y desde entonces empecé a entrenar dentro del centro, haciendo rodajes, corriendo 10 ó 15 minutos… Salía a correr por salud.
Entonces me cogió el jefe del centro y me preguntó que si me gustaba el atletismo. Yo le dije que sí. No sabía ni qué era, pero si me llevaba a un club o a un gimnasio… Porque en el centro de menores no salíamos en toda la semana y los chicos pasaban el tiempo que si fumando porros, que si con tonterías de drogas… Yo le dije que me gustaba y él me llevó a un club. Dije: ‘¡Hostia!, voy a salir del centro’. Me llevó a la Agrupación Atlética de Cataluña y allí empecé a entrenar y a mejorar. Esther, mi entrenadora, me dio muchos consejos y me ayudó mucho. Mejoré los tiempos, gané carreras… Y así hasta hoy.
Y empezó a compaginar trabajo y entrenamientos.
Sí, a media jornada. Por la mañana trabajaba en una empresa de limpieza. Limpiábamos los aparcamientos de los coches, los cristales… Y por la tarde entrenaba.
A usted le recibieron bien en Barcelona. ¿Cómo lleva ahora lo de la independencia?
No tengo que ver nada con ella. En mi pasaporte pone que soy español. A mí me lo ha dado la Federación Española y, por tanto, yo estoy con España. Ni vascos ni andaluces ni nada. Estoy en contra de esas cosas.
¿Cuándo piensa que se puede dedicar al atletismo?
Cuando consigo la nacionalidad, en 2015. Me dije: ‘Ahora voy a entrenar mañana y tarde para conseguir la mínima’. Y lo conseguí.
Hasta ganar el oro en el Europeo de Ámsterdam en 5.000 metros.
La verdad, era mi primer campeonato y no tenía experiencia. Y en carreras así, que son tácticas… no sabía. Pero después de la victoria, lloré de mi corazón, pensé en el trabajo hecho hasta entonces, en aquellos momentos en los que estaba en Marruecos e intentaba entrar en España, en la historia de mi vida… Y dije: ‘Lo merezco porque me he machacado y preparado bien’.
Y de allí a los Juegos.
Eso es otro nivel. Los Juegos son muy complicados. Me faltó poco para estar en la final. A ver si en este Mundial de Londres.
El objetivo, por tanto, es estar en la final de 5.000 en Londres.
Sería un sueño para mí estar en la final. Clasificarse y estar en la salida estaría bien.
Por último, ¿qué le debe a Marruecos y qué le debe a España?
A Marruecos no le debo nada; no me ha dado nada. Tengo allí a mis padres y si no fuera por ellos… A España tengo que agradecerle muchas cosas. Era mi sueño ganar una medalla y se la di a España. Cuando me dieron el pasaporte español, me dije: ‘Tengo que regalarle algo a España’. Y, bueno, al final saqué ese oro en el campeonato de Europa.