Sus padres lo bautizaron como Enrique Marín (Sevilla, 1986) y sus amigos le añadieron su nombre de guerra, ‘Wasabi’, el día que confundió el guacamole con la salsa japonesa -el resultado se lo pueden imaginar-. A partir de ahí, él ha hecho el resto. Fue el primer español en pelear en la UFC (Ultimate Fighting Championship), principal promotora de este deporte, y ayuda como puede al desarrollo de las MMA (Artes Marciales Mixtas) en nuestro país. Sin embargo, y aunque resulte inevitable, no le gusta que le apoden el ‘McGregor’ español. “Para eso tendría que tener su carácter egocéntrico y su carisma”, reconoce. Y él, definitivamente, es más normal. “Soy de mi ciudad, de mis amigos, lucho por diversión…”. Y, al mismo tiempo, ha estudiado para diplomarse en magisterio, aunque no ejerza. Él vive de la lucha, pero no de pelear. Y no da miedo, todo lo contrario. Es la persona adecuada para hablar antes del ‘combate del siglo’ (domingo, 5:30 horas).
¿Era de los que daba miedo en el colegio?
Para nada, yo era un chaval al que le gustaba el fútbol. Era muy pacífico, nunca me he peleado en la calle, ni siquiera en grado de tentativa. Soy original de Sanlúcar la Mayor y me crié allí, como un chico normal. Y, lo típico de aquella época, veíamos películas, cositas… Y yo me encontré con un vídeo de lo que era la UFC (Ultimate Fighting Championship) antigua y me pregunté: ‘¿Eso se entrena?’. Antes se llamaba Vale-tudo. Por suerte, le cambiaron el nombre porque sonaba un poco grotesco...
¿Cómo fue su infancia en Sanlúcar?
Bien, normal, yo no cumplo el cliché de persona que ha tenido una infancia fatal y ha encontrado en la lucha un método evasivo de su rutina. Yo tuve una infancia tranquila. Sin lujos, pero tampoco con pobreza. Estudié desde pequeño, me diplomé en magisterio, y soy de las personas que consideran que tener un hobby al margen del día a día es bueno. En mi caso, empecé con las artes marciales a los 15 años. Allí encontré el momento de mayor serenidad para mi mente, donde me encontraba a gusto y era yo al 100%.
Y ha desterrado con su forma de ser todos los clichés de la lucha.
No solamente soy yo. El que quiera puede escribir en Google: ‘Luchadores de la UFC con estudios’. Y puedes ver que hay muchos. Ese cliché se rompió cuando se profesionalizaron las artes marciales. Antiguamente sí que había chicos con ciertos problemas de integración social que se refugiaban en los deportes de contacto para canalizar su ira, y les venía bien, y yo lo apruebo. Pero hoy en día, con la información que hay, cualquiera puede encontrar en las artes marciales -o en cualquier otra cosa- un hobby con el que soltar feromonas y cosas que ayudan a nuestro cuerpo y a nuestra mente.
¿En qué momento decidió que iba a hacer artes marciales y no, por ejemplo, spinning?
Bueno, empecé con 15 años, con un método de defensa personal. Hacía jiu jitsu tradicional, algo de grappling (agarres), kick-boxking… Lo que pasa es que a mí me gustan más las disciplinas en las que se entrena como se lucha, así que me decanté por las MMA porque quería ver hasta dónde podía llegar con mi mente y con mi cuerpo practicando diferentes disciplinas.
Y decidió pelear.
Sí, mi primera lucha fue en kick-boxing, a los 15 años, cuando llevaba tan solo seis meses entrenando.
O sea, que fue valiente.
Más bien inconsciente. Entonces, no te das cuenta que no estás preparado… Yo, a un alumno mío, no le diría que lo hiciese salvo que esté tocado por una varita mágica –que los hay–. Pero ese no era mi caso, yo no lo estaba. Aun así, fui, lo hice y me gustó. Esa sensación de adrenalina, de querer irte cuando estás en el vestuario… Y, finalmente, esa otra sensación cuando ya has acabado, cuando dices: ‘Me gusta’. Y entonces repites.
¿Qué le decía la gente cuando les contaba que, el fin de semana, se iba a pelear?
[Risas] No es nada nuevo. Hay campeonatos júnior donde compiten desde bien pequeñitos, con protecciones y esas cosas. Antiguamente era más grotesco, pero actualmente está muy preparado. Las cosas han cambiado a mejor.
Lo que sí tendría que explicar, reiteradamente, es lo que son las MMA.
Entonces no existía el término. Era Vale-tudo. La concepción, de todas formas, dista mucho de lo que se pensaba antes… Ahora hay unas normas, tenemos revisiones médicas... Pero la gente, ante el desconocimiento, se alarma. Hay quien te juzga sin conocerte, quien piensa que eres un loco… O, simplemente, el que te dice: ‘¿Eso es como el kárate?’. Y le respondes: ‘Sí, más o menos’. Lo dejas ahí, y ya está.
Hay quien te juzga sin conocerte, quien piensa que eres un loco. O, simplemente, el que te dice: '¿Eso es como el kárate?'.
Y su madre, ¿qué le decía?
No lo entendía, no quería entenderlo y, de hecho, sigue sin entenderlo. Ella comprende que a mí me guste, incluso vino a verme a Monterrey, pero ella piensa que le están pegando a su niño chico y… Hay un cambio generacional grande y no va a entender que le peguen a su hijo, por mucho que vaya a cobrar.
O que su hijo pegue.
Da igual, da igual. No lo va a entender.
Volviendo a lo deportivo. Su primera pelea de kick-boxing fue a los seis meses de empezar. ¿Cuándo se estrenó en las MMA?
A los tres o cuatro meses. Era como Vale-tudo, pero amateur. Creo que hice dos peleas de amateur y luego me pasé a profesional. La verdad, muy pronto. Fue en Barcelona y no había protecciones, pero sí que las plantillas eran más acolchadas. Entonces, el nombre estaba por definir.
¿Y la lucha era tan solo un hobby?
Y lo sigue siendo [risas]. Los luchadores aquí en España no vivimos de pelear. Ahora se mueven algo más los sponsor, pero no tenemos un sueldo que nos permita vivir de ellas. Sigue siendo un hobby. Imagínate que cobras 5.000 euros por una pelea, y que haces dos al año. Ganas 10.000 euros. Es decir, no son ni 1.000 al mes. Nosotros luchamos, pero todos tenemos nuestro trabajo. Yo tengo mi centro deportivo, que lo tengo abierto desde hace poco, doy clases, seminarios... Es decir, vivo del mundo de la lucha, pero no de pelear.
Aun así, fue el primer español en luchar en la UFC. ¿Cómo dio el salto?
Fue bastante sencillo. Mandé la solicitud y me la aceptaron. Hice las pruebas, las pasé, entré y llegué a la final. Estuvo muy chulo, pero, al final, yo era un boxeador español en un mercado americano, que es muy agresivo. Fue muy duro, pero muy bonito. Aprendes mucho, y al final en eso consiste vivir. Hice dos peleas, las gané las dos, y después, en la final de la UFC perdí contra Erick Montaño, después con Sage Northcutt y se acabó el cuento.
Imagino que en Las Vegas se sintió como Paco Martínez Soria cuando…
Totalmente. Fue una mezcla de sensaciones, de ganas, ilusión, ese sentimiento de lo conseguí... La verdad, si pongo todo en una balanza sale siempre positivo.
Después de todo aquello la UFC decidió no contar con usted. En su última pelea, de hecho, hay quien opina que debería haber ganado. Como empresa, ¿la UFC prima más lo económico que lo deportivo?
Sí. De hecho, así lo hace muchas veces. Pero es una empresa privada y busca facturar. Hay intereses económicos que importan más que las carreras de algunos luchadores. Mi caso no es singular, ha pasado muchas veces.
¿Prima más lo mediático que lo deportivo?
Sí, seguramente, sí.
¿Hay que ser, por tanto, un showman para currar en la UFC?
O ser extremadamente bueno.
Dígame, ¿le ha dado miedo pelear alguna vez?
Siempre. El que diga lo contrario, o está loco o está muerto.
¿Miedo? Siempre. El que diga lo contrario, o está loco o está muerto
¿Y duele?
Mucho, pero duele más después, mucho más.
De hecho, van al hospital tras la pelea.
Sí, pero no necesariamente porque te hayan hecho daño. Vas para hacerte un TAC y que descarten cualquier cosa en tu cuerpo.
¿Qué es para usted el dolor?
Un sensación, igual que la alegría o el miedo.
¿Y qué duele más, la derrota o los puñetazos?
Hombre, la derrota, sobre todo cuando has puesto toda la carne en el asador.
Usted que ha visto la evolución de las MMA en España, ¿puede impulsarlas el combate de este fin de semana entre Mayweather y McGregor?
No lo creo. En lo mediático McGregor va sobrado. Las MMA han superado al boxeo hace tiempo en cuanto a poder mediático. Las bolsas de algunos boxeadores siguen estando por encima, pero las bolsas -en general- de los luchadores están muy por encima. Si eres un boxeador top, entonces cobras mucho, pero si no lo eres, tienes bolsas normales. En las MMA tienes la garantía de que hay muchos eventos de la UFC. Algunos meses entre dos y tres, y son eventos a nivel mundial. Eventos a nivel mundial de boxeo hay menos.
¿Le importa que lo bauticen como el ‘McGregor’ español?
No me considero el McGregor español. Para serlo tendría que tener un carácter egocéntrico o tener ese tipo de carisma. Yo soy de aquí de mi ciudad, de mis amigos y lucho por diversión. Además, obviamente, cobro dinero. Como decía el Joker, si quieres jugar a algo no lo hagas gratis. Pero de ahí a ser el McGregor español…
¿Va a ver el combate del domingo?
Sí, lo haré.
Y, la pregunta del millón, ¿le ve alguna posibilidad a McGregor?
Creo que va a ganar Floyd por decisión. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero no creo que gane por KO. Mayweather es uno de los mejores boxeadores de la historia y va a pelear bajo sus normas. Si me dices que la cosa es al revés, pues… Pero McGregor tiene tanta fuerza mental que vaya usted a saber.
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