El saludo llegó pasadas las 11 de la mañana del martes, cuando Rafael Nadal estaba sentado intentando encestar tres botellas de agua vacías en una papelera (falló los tres intentos) después de su entrenamiento y Roger Federer apareció con el raquetero colgado al hombro para iniciar el suyo. Sobre una desierta Arthur Ashe, la pista central del Abierto de los Estados Unidos, español y suizo se miraron a los ojos, se chocaron la mano derecha e inmediatamente se dieron la vuelta como si nada. La realidad, sin embargo, es bien distinta: ese encuentro fue como la salida de dos comentas destinados a colisionar a lo largo de las próximas semanas. Con 31 y 36 años, Nadal y Federer llegan al último grande de la temporada convertidos en los grandes candidatos al título y peleando por el número uno del mundo.
“Si miramos el número de grandes que han ganado, estamos hablando de los dos mejores de la historia y cuando eso sucede la edad tiene menos importancia”, reflexionó en este periódico Carlos Moyà, uno de los entrenadores del balear. “Es más una cuestión de momentos de forma, de estados mentales, de inercias… Han llegado de esta manera, que es muy buena, aunque también tiene que ver el bajón de Djokovic y Murray, que no han podido jugar bien y luego han sufrido lesiones”, recordó el ex número uno del mundo, sin olvidarse de la decisión que tomó el serbio de cerrar su temporada después de Wimbledon para recuperarse de sus problemas en el codo derecho y de Murray, que sigue luchando por llegar a tiempo al torneo tras una lesión en la cadera que le ha tenido fuera de combate todo el verano.
“Murray acabó jugando muy bien el año pasado y Djokovic no tan bien, pero al fin y al cabo estaba allí”, le siguió Toni Nadal, tío y entrenador del tenista. “Rafael y Federer han mantenido un buen nivel toda la temporada, pero también es cierto que hay algunos jugadores que han bajado el suyo”, añadió el preparador, consciente de que Stan Wawrinka (rodilla izquierda) y Kei Nishikori (muñeca derecha) tampoco jugarán más en 2017. “La sensación entrenando aquí es muy buena, pero es verdad que en la gira previa no ha jugado bien”, apuntó el técnico mallorquín. “Sí lo hizo con Coric, también con Gasquet, aunque en líneas generales no han sido dos torneos buenos”.
Nadal llegó a Nueva York el domingo por la mañana después de quedarse el sábado en Cincinnati, que aprovechó para jugar al golf y desconectar tras la derrota de cuartos de final contra Nick Kyrgios. El lunes, el mismo día que estrenaba su vuelta al número uno del mundo por primera vez en más de tres años (julio de 2014), el mallorquín apareció por el torneo y se marchó a entrenar suavemente a la pista 17. El martes, claro, fue una historia bien distinta.
A las nueve de la mañana, Nadal ya estaba pisando una Arthur Ashe cubierta para practicar durante dos horas y media con el belga Goffin, intentando arreglar todas las carencias que dejó al descubierto en Montreal y Cincinnati. A las dos de la tarde, y hasta más de las tres y media, el campeón de 15 grandes regresó para continuar entrenándose con sus dos técnicos, buscando afilar por encima de todo el saque y la derecha con ejercicios específicos, de esos que empezó a probar en pretemporada y que tan buen resultado le han dado en 2017.
“Es normal tener altibajos durante la temporada”, aseguró Moyà, que vio desde Mallorca las derrotas de Nadal en las citas previas al Abierto de los Estados Unidos. “Los primeros seis meses de Rafa han sido muy exigentes, con muchos partidos, con tensión, con presión… y lo ha solventado bien”, añadió. “Es normal que en algunos torneos pueda bajar un poco la guardia mentalmente. No es algo que ocurra a propósito, es el cuerpo el que te dice que le has dado mucha caña durante el año”, insistió. “Intentando ver la parte positiva, viene descansado, con ganas e ilusión. Hay muchas cosas que pueden influir, como el sorteo, pero lo que esté en nuestra mano debemos tenerlo controlado al 100%”.
De momento, y en la vorágine de un martes muy exigente que luego le vio irse al corazón de Manhattan a un evento con uno de sus patrocinadores, Nadal intento relajare como más le gusta: peloteando primero con sus dos primos pequeños (que incluso se atrevieron a restar sus saques) y corrigiéndoles después los golpes sentado en la silla, pero como si le fuese la vida en ello. Auténtico Nadal.
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