Garbiñe Muguruza aterrizará en Nueva York para pelear por el Abierto de los Estados Unidos (desde el próximo 28 de agosto) como la gran favorita, respaldada por una gira de verano espectacular que culminó con una victoria impecable, quizás de las mejores que ha logrado nunca. Este domingo, la española destruyó a Simona Halep (6-1 y 6-0 en 56 minutos, el marcador más contundente en una cita de la categoría desde Montreal 2004) y levantó el título de campeona en el Premier 5 de Cincinnati, el quinto trofeo de su carera y el segundo de 2017 tras Wimbledon. El triunfo de Muguruza, que dejó a la rumana sin la opción de alcanzar el número uno del mundo (lo seguirá siendo Karolina Pliskova), la impulsó tres posiciones en la clasificación (del seis al tres) para dejarla con la opción matemática de salir del último grande de la temporada convertida en la líder del circuito femenino (solo defiende 90 puntos). Jugando así todo es posible. [Narración y estadísticas]
“No podía tener un mejor final para todo lo positivo que me ha sucedido esta semana”, se arrancó la campeona, con el título apoyado a su derecha. “No es fácil jugar un partido tan importante a este nivel. Una no sabe cómo va a salir antes de entrar a la pista, pero he podido controlar muy bien el partido desde el comienzo”, añadió Muguruza. “Sabía que tenía que morder porque Halep es una muy sólida. He jugado pensando solo en mi tenis, sin preocuparme de la rival. Eso es lo que me ha permitido tener toda la confianza del mundo para ganar”, cerró la española, que hasta hoy no había conseguido ganar dos trofeos en la misma temporada.
Como siempre, la liviana percha de Halep (1,68m y 60kg) fue una ayuda para Muguruza, que desbordó fácilmente a la rumana con su potencia de fuego. Fiel a la línea de agresividad controlada con la que recientemente ha construido sus mejores días, sin perder la cabeza disparando a lo loco, Garbiñe pegó con variedad y su rival intentó defenderse poniendo piernas contra los tiros de la campeona de dos grandes, pero fue insuficiente ante una oponente inabordable, en estado de gracia, en la mejor fase de su carrera sin lugar a dudas.
El imperial arranque de Muguruza (3-0 en ocho minutos, 4-1 en 15 y 6-1 en tan solo 23) destruyó la idea de Halep de mantener apretado el marcador, de buscar sus opciones desde el desgaste de Garbiñe. Sin permitir que el cruce se enfangase, la española dominó con mano de hierro a la rumana y nunca dejó que se acercase en el encuentro, controlando fenomenalmente todos los momentos de la final, incluso cuando se tuvo que enfrentar a las dos únicas bolas de break del duelo en la segunda manga, salvadas con seriedad y determinación.
El brillante nivel de Muguruza chocó frontalmente con el estado de Halep, incapaz de gestionar la presión de verse nuevamente a una victoria del número uno. La rumana, que lleva tiempo persiguiendo el asalto a la cima, atacó su suerte en el partido sin convicción y con malas decisiones. Ella, que suele compensar su falta de envergadura con una capacidad excepcional para leer el juego, no atinó a abrirle los ángulos de la pista a Muguruza, falló muchísimo (20 errores no forzados) y perdió la fe pronto (“voy a ser incapaz de remontar”, le dijo a Darren Cahill, su entrenador, después ceder el primer parcial). En consecuencia, la rumana se despidió del título en un parpadeo.
Así, el título provoca que Muguruza llegue como un tiro al próximo Abierto de los Estados Unidos, donde tiene la motivación de un premio doble: ganar su tercer grande y convertirse por primera vez en número uno del mundo.
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