La posibilidad de retirarse irrumpió con fuerza en la cabeza de David Ferrer después de consumir los tres primeros meses de la temporada. El español se marchó del Masters 1000 de Miami con seis derrotas en los nueve primeros partidos de 2017 y tras un paso en blanco por la gira sudamericana de tierra batida (perdió a la primera en Buenos Aires y Río de Janeiro), históricamente su época dulce del calendario. Fuera de los 30 mejores del mundo, su peor ranking en más de una década, y con una presión infernal, Ferrer se encontró en una espiral negativa que le llevó a a sufrir jugando, pero también sin la raqueta en la mano. Así, el tenista se dio un tiempo para decidir qué hacer con su carrera, aunque con cláusulas: el alicantino se marcó Roland Garros como pasarela hacia una posible vida nueva, pero antes se pidió el esfuerzo de intentar recuperar la motivación siendo feliz. Tres meses después, las cosas han cambiado por completo: tras volver a disfrutar y reencontrarse con su mejor versión, Ferrer seguirá jugando en 2018.
“Entiendo que los periodistas o los aficionados pensasen que me retiraba. Es normal porque yo también lo pensé”, reconoció el español a este periódico en Cincinnati, donde llegó a semifinales (perdió con Nick Kyrgios) en su mejor semana del curso hasta ahora. “No puedo achacarle eso a nadie porque yo también lo pensaba, es lógico”, insistió. “Cuando acabé de jugar en Miami no tenía las cosas muy claras, no tenía esa ilusión por seguir y no estaba dando el nivel que quería, resultados al margen”, continuó Ferrer. “Pensaba en seguir hasta Roland Garros tomándomelo con más tranquilidad y disfrutando de cada semana para luego tomar una decisión. Me marqué ese pequeño objetivo y tras acabar en París me sentía bien y con ganas. Han pasado tres meses y ahora estoy 25 del mundo, el curso que viene no defiendo nada y tengo mucha ilusión y motivación. El año que viene voy a seguir”.
Ferrer alcanzó las semifinales en Estoril, ganó dos partidos en Madrid y superó un quinto set de vértigo en su estreno en Roland Garros (13-11 ante Donald Young). Aunque se despidió de París en la segunda ronda (con Feliciano López, en otro encuentro a cinco mangas), todavía muy lejos de las rondas a las que antes llegaba regularmente, su lenguaje corporal habló de un jugador distinto, libre de cargas y en proceso de rebajar toda la tensión de los primeros meses, aceptando su nueva etapa, apartada de los focos más brillantes y de la regularidad de hierro que le mantuvo muchos años entre los 10 mejores. La conquista del título de Bastad en julio (ganó al ucraniano Dolgopolov la final) fue solo el inicio de lo que vendría luego: unos octavos de final competidos de tú a tú con Roger Federer en el Masters 1000 de Montreal y una arrolladora victoria ante Dominic Thiem (doble 6-3) para alcanzar las semifinales en Cincinnati, una semana después.
“Hacía dos años que no jugaba un partido así, sintiéndome tan cómodo”, dijo el alicantino tras la victoria ante Thiem, que puso fin a una racha de 14 derrotas seguidas contra rivales del top-10. “Ha sido una maravilla. He podido disfrutarlo. Llevaba 58 minutos jugando y los 58 a un nivel espectacular. Es algo que no me esperaba a estas alturas de mi carrera”, reconoció el número 31 del mundo. “Cada día no voy a jugar así, eso lo tengo clarísimo, pero lo valoro mucho más ahora que antes. Tengo 35 años y no sé lo que pasará mañana. Lo que sí sé es lo que ha pasó con Thiem”, remarcó el español, que ha encontrado la alegría que buscaba sin salir de casa y desde ahí se ha impulsado hacia la salida del agujero en el que estaba atrapado.
“Me encuentro bien personalmente, tengo un equipo muy bien armado”, dijo el español, que para escribir su final se ha rodeado de los suyos. “Cuando uno está feliz fuera y sigue disfrutando del tenis es más fácil que las cosas puedan salir. Nadie puede asegurártelo, pero… No me esperaba ganar un torneo y hace tres semanas lo conseguí en Bastad, tampoco esperaba volver a semifinales de un Masters 1000 y lo he hecho en Cincinnati”, apuntó. “No me creo grandes expectativas, trato de disfrutar el momento. Ni antes era tan malo ni ahora soy tan bueno. Tengo un rol diferente, sí. Ya no soy el top-10 del pasado, pero me gusta esta nueva posición”.
La noticia no es para tomársela a la ligera: habrá David Ferrer en 2018, uno de los mejores jugadores en la historia del tenis español y el competidor de hierro que fue capaz de meter la cabeza entre Rafael Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray.
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