Hace menos de un mes, después del combate (o circo) del siglo, muchos se acercaron por primera vez al televisor para sintonizar una pelea de boxeo. Disfrutaron con el espectáculo y, por qué no decirlo, descubrieron un deporte que se concede la etiqueta de milenario. Entonces, alguien, por Twitter, espetaba: “Si os ha gustado esto, cuando veáis una pelea de verdad...”. Pues bien, todos esos tienen la oportunidad de hacerlo este mismo sábado, con Canelo Álvarez y Golovkin, GGG para los amigos, en el cartel. Con menos billetes de por medio –no hay rastro de los 100 millones de dólares que se embolsaron, como mínimo, McGregor y Mayweather– y menos purpurina. Pero, definitivamente, con garantías de ofrecer una mejor pelea en lo deportivo.



La cita, negociada durante los dos últimos años, aparece en el calendario como la verdadera pelea del año. Y, también, como el posible último servicio de Golovkin, que ha anticipado una posible retirada tras el combate. ¿El motivo? Su edad y las exigencias y requerimientos de su mujer Alina, que le habría pedido pasar más tiempo juntos. A esto hay que sumarle que comparecerá contra Canelo después de generar dudas en sus dos últimos combates, contra Brook y Jacobs, y con su juventud acabada a efectos pugilísticos. ¿Será suficiente eso para invitarle a decir adiós? No, según sus agentes, pero, obviamente, la última palabra la tiene él.

A su edad, Golovkin (Karaganda, Kazajistán, 1982) es el único comandante de su vida, así lo ha demostrado siempre. Ya desde bien pequeñito, GGG, hijo de un padre minero y de una madre coreana que trabajaba de asistente en un laboratorio químico, tuvo que tomar sus propias decisiones. Creció junto a tres hermanos (uno de ellos, su gemelo, Max) y empezó a pelear a los ocho años. Desde entonces, aceptó peleas en boxeo o en lucha, “cada día, con alguien diferente”, reconoció en su momento. Sin importar muy bien la disciplina, acumulando 350 combates, con un balance de 345 victorias y sólo cinco derrotas.

Canelo Álvarez entrena antes del combate.



Pero, antes de dar el salto al profesionalismo, Golovkin también aprendió a convivir con las desgracias. Sus dos hermanos, Vadim y Sergei, se alistaron en la armada rusa, y ambos encontraron la muerte vestidos de militares. “Aquello fue muy duro”, confesó, tiempo después. Pero se rehízo. No quiso claudicar. Decidió dedicarse al boxeo y se ha convertido en uno de los mejores de su tiempo. Se trasladó a Alemania, a Sttutgart, donde siguió progresando, y posteriormente a California, donde vive junto a su mujer Alina y su hijo Vadim, al que le puso el nombre de su hermano fallecido.



Desde allí, su particular campamento base, ha hecho carrera en el boxeo sumando 37 victorias y ninguna derrota. Siempre manteniendo su estilo, el de un francotirador con puños que dispara para matar. “No hay supervivientes en mis peleas”, ha sentenciado antes de comparecer contra Canelo. Y lo cierto es que 33 de sus 37 victorias han sido por KO. Esa ha sido su filosofía de vida y su forma de vivir. A él nunca le ha gustado especular. Ha atacado siempre, y así lo volverá a hacer este sábado. Con sus títulos de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en juego.



“A Canelo le ha faltado seriedad. Ha sido irrespetuoso con la gente y con el boxeo. Después de cada pelea decía que estaba listo para enfrentarse conmigo, pero después no lo hacía. Hablaba mucho”, declaró Golovkin antes de la pelea. Y así será. Durante mucho tiempo, el púgil mejicano ha jurado querer enfrentarse al kazajo, pero no lo ha hecho nunca. ¿Miedo? Quizás. ¿Demasiado respeto? Eso seguro. 



Hasta ahora, Canelo pelará contra el kazajo con un peso acordado de 72’6 kilos y en un combate organizado por su promotora, lo que le beneficia económicamente (la bolsa es de 50 kilos para Álvarez y 16 para GGG). Y, además, con un Golovkin que estaría, en teoría, ante sus últimos días. No hay que olvidar que Canelo tiene siete años menos y, quizás, todo a favor para llevarse la pelea del año, incluida una cláusula de revancha en el caso de que pierda. ¿La respuesta? En el T-Mobile de Las Vegas, este sábado. Con Aline en la grada y el posible fantasma de la retirada de Golovkin sobre la mesa.

Golovkin tras una pelea.

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