La rudeza y grosería, el carácter violento del vikingo, no se ve representado en el escandinavo más talentoso del nuevo siglo, que flota en el Estadio Olímpico de Berlín impulsado por una zancada elegante, suelta y bonita, como si pareciese que fuese al trote cuando el paso que lleva descuelga a todos sus rivales. Es Jakob Ingebrigtsen, un chaval de 17 años, un niño sin barba y sin miedo, puro talento, que un día después de ganar el oro en 1.500 metros, arrasa también en la de 5.000m.
Si en mujeres el título de reina del Europeo de Berlín corresponde a la británica Dina Asher-Smith, pequeñita pero fugaz, la antítesis de la grandullona Dafne Schippers, que logra el doblete 100m-200m reventando el crono —10.85s y 21.89s, ambos tiempos récord nacional los más rápidos del mundo esta temporada—; la corona entre los hombres es para un adolescente al que todavía no dejan entrar en las discotecas; y que no solo es cruel con sus rivales, a quienes se impone sobrado, con una ventaja contundente, sino también con sus hermanos mayores, Henrik y Filip, que tampoco pueden seguir la estela del mejor dotado de la familia, el último en llegar.
Jakob Ingebrigtsen gana el viernes la final de 1.500 metros (3m38.10s) con un último cambio mortal. Se envuelve en la bandera noruega y se coloca en la cabeza un casco vikingo; grita con furioso pero ese disfraz no concuerda con su cara de niño bueno, de no haber matado nunca una mosca. Además, gana a sus hermanos, dos de los tres últimos campeones europeos de la distancia en 2012 (Henrik) y 2016 (Filip). Los tres —entrenados por su padre Gjert—, la familia Ingebrigtesen, prepara el Europeo en España, en Punta Umbría.
Al día siguiente, solo 48 horas después, el joven Jakob, con un tupé moreno digno de John Travolta en Grease, vuelve a pisar el tartán azul del Olympiastadion para disputar la final de 5.000m, donde se hunden Mechaal y Abadía, los españoles. En sus piernas no parece haber fatiga, y se impone (13m17.06s, récord de Europa sub20) con un cambio que deja descolgado, otra vez, a su hermano mayor Henrik, que es plata.
"Sabía que en algún momento se convertiría en el mejor atleta de Europa y del mundo, pero que lo hiciese con 17 años... Eso no me lo hubiese imaginado ni en mis sueños más salvajes", reconoce Henrik al acabar la carrera. "Se lo ha ganado, no le ha caído del cielo." Jakob, el atleta más joven en la historia en bajar de los 4 minutos en la milla, henchido de orgullo por los oros y por las palabras del mayor de la casa, contesta: "Significa mucho que diga eso sobre mí. Para ser capaz de hacer un campeonato como este, es él quien me mantiene motivado para seguir entrenando más duro". Un talento desatado que explota y se consagra en Berlín.