Correr un Ironman es todo un desafío para el cuerpo y para la mente. 3,8 kilómetros de natación, 180 sobre una bicicleta y 42 corriendo. Solo cruzar la línea de meta en una prueba tan exigente ya es un premio en sí, pero no lograrlo por una temeridad y a pocos metros del final es el colmo de la mala suerte.

Es lo que le ha pasado a un atleta chino en el Ironman de Lake Placid (Nueva York), cuando, tras más de trece horas de carrera y a pocos segundos de proclamarse campeón, decidió celebrar de forma anticipada su triunfo con un enérgico salto que acabó costándole una aparatosa lesión en el tobillo izquierdo.

El dolor fue tan grande que al participante asiático no le quedó otra que sentarse en el suelo mientras le atendían y ver como el resto de perseguidores cruzaban la línea de meta antes que él. Con una sonrisa en la cara, pero con un dolor y una decepción enorme, el corredor chino tuvo que conformarse con una medalla que le premiaba por haber completado el Ironman, pero no con la de campeón.

Gómez Noya, bronce en el Mundial de Ironman

La última gran cita de esta disciplina tuvo lugar hace unos días, en el Mundial de Ironman 70.3 de media distancia.  El alemán Jan Frodeno, campeón olímpico de triatlón clásico en Pekín 2008, recuperó en Nelson Mandela Bay el título en detrimento del anterior campeón, el español Javier Gómez Noya, que acabó tercero aquejado de flato cuando optaba a oro. El británico Alistair Brownlee fue segundo.

Tres años después de conseguir su primer título en el medio Ironman, Frodeno, en plena madurez con 37 años, logró el segundo con un tiempo oficioso de 3:36:30 al cabo de 1,9 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de carrera a pie. Brownlee cruzó la línea de meta 40 segundos después y Gómez Noya, que por momentos pareció que podría presentar batalla al británico, se entregó en el último tramo y llegó tercero a casi dos minutos del ganador.

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