Todas las miradas estaban puestas en él, Jon 'Bones' Jones estaba de vuelta, y lo hacía por el título que nunca perdió, el semipesado, que se encontraba vacante tras la renuncia de su archienemigo Daniel Cormier.
Jones llegaba al combate tras una nueva suspensión, 15 meses sin competir por un positivo en Turinabol, un esteroide anabólico, en su última pelea en julio de 2017 por la que le fue sustraído su título. Había dudas sobre su estado físico pero en cuanto sonó la campana, todas se disiparon.
En frente Alexander Gustafsson, el sueco que ya había caído derrotado por Jones en 2013 llegaba con un récord de 18 victorias y 4 derrotas. Era su tercer intento de coronarse como rey de los semipesados, tras dos derrotas ante el propio Jones y Daniel Cormier.
La pelea comenzó lenta un primer asalto de mucho respeto y estudio, que Jones se acabo llevando. En el segundo Gustafsson dio un paso adelante y puso en ligeros problemas al américano, tras dos asaltos quedaba claro que la pelea podía ser larga como ocurrió en el primer combate entre ellos.
Pero Jones se cansó de jugar, en el tercer asalto se lanzó directo a por la victoria, tras una gran llave "Bones" conseguía llevar a la lona al sueco, y ahí solo había que esperar. Gustafsson se defendió bien pero no encontraba la manera de quitarse de encima a su rival, tras una serie de codazos y puñetazos a la cabeza, el arbitro paraba el combate y Jones volvía a reinar.
Jones ya piensa en Cormier
El nuevo campeón lo tenía claro, sabía que su próximo rival tenía que ser Daniel Cormier, la que probablemente es una de las mejores rivalidades de la historia de la UFC, puede tener parte 3.
"Papi ya está en casa, Daniel Cormier", fueron sus palabras nada más recibir el cinturón. En sus dos peleas anteriores Jones ganó, la primera por decisión unanime en 2015. Dos años más tarde y tras volver "Bones" de otra suspensión por dopaje, tendría lugar la segunda pelea, esta vez el campeón semipesado ganaría por KO, pero la pelea finalmente se declaró nula por un nuevo positivo de Jones.
Cormier actualmente se encuentra compitiendo en el peso pesado por lo que debería bajar al semipesado para enfrentarse al que, como definió Dana White, presidente de la UFC, es "el mejor peleador de todos los tiempos".
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