Tras más de 34 años de servicio en el Cuerpo de Bomberos en el Ayuntamiento de Madrid y de ser un gran deportista (finisher de Ironman y habitual en los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos), la vida de Pascual García cambió radicalmente cuando sufrió un accidente entrenando con su bicicleta al chocar contra un camión.
De la noche a la mañana pasó de poder andar a quedarse parapléjico en una silla de ruedas. Ahora, tras tres años, este madrileño de 61 años, con mucho esfuerzo y sacrificio y ayudado por el deporte, ha recuperado calidad de vida. Tras superar la pregunta de si merecía la pena seguir viviendo y luchando, tal y como él mismo confiesa, luchó para volver a caminar algún día. Y lo logró con el apoyo de su familia.
Gracias a la constancia en la rehabilitación y a la práctica deportiva ha ido recuperando la movilidad hasta poder dejar la silla de ruedas. Ahora camina y ha vuelto a subirse en una bicicleta: "Me siento un afortunado de haber sido bombero y parapléjico. Doy gracias por ello".
EL ESPAÑOL ha podido hablar con él sobre cómo ha cambiado su vida y lo que ha significado el deporte para él: "Lo es todo para mí. Gracias a él he podido salir de esto. Mi vida es el deporte. Me levantaba cada día pensando en ello".
La andadura de Pascual en el cuerpo de bomberos comenzó gracias a un amigo: "Tenía un conocido que estaba opositando a bombero. Eché la solicitud en el Ayuntamiento de Madrid y estuve estudiando y entrenando durante dos años".
"Había 5.500 opositores para 80 plazas y entré con 25 años. Las oposiciones fueron muy duras y tuvo la suerte de entrar. Me di cuenta que toda la vida tenía que estar en forma para desempeñar mi trabajo", dice Pascual.
El accidente que le cambió la vida
Todo ocurrió cuando iba en bicicleta, como era costumbre en él, y un camión le adelantó. Acto seguido frenó y a Pascual no le dio tiempo a parar y se estrelló contra él.
"Fue una lesión muy grave. Me tocó la médula a nivel cervical. Tras el accidente, una persona me ayudó y lo primero que le dije es que me cogiese que me iba flotando hacia arriba, cuando realmente estaba tendido en el suelo", afirma Pascual. A partir de aquí, empezaron meses muy duros con mucho sacrificio. Se quedó en silla de ruedas y su objetivo principal era recuperar la vida que tenía antes.
Su nueva etapa
El madrileño empezó a ir a rehabilitación y él tenía claro que para salir adelante solo dependía de él: "Todo era muy complicado. Los primeros pasos fueron muy duros, ya que tenía que ver si iba aguantar la espina dorsal y la médula. Poco a poco fui mejorando, entrenando y andando. Gracias al deporte pude volver a lavarme la cara solo, ponerme un calcetín y vestirme. Antes era imposible que lo hiciese, por lo que siempre me ayudaban. El deporte se convirtió en algo básico y fundamental en mi día a día".
¿Dejar de luchar? ¿Abandonar? Eso hubiese sido lo fácil. "A veces se te pasa por la cabeza tirar la toalla, pero siempre pensaba en como estaba antes del accidente y ese era mi objetivo. Cuando me llevaron a Toledo, al centro de parapléjicos, veía a muchas personas en silla de ruedas, fumando, tomando el sol... y yo no quería eso. Quería volver a andar, volver hacer deporte y disfrutar. Era muy cómodo llegar con la silla de ruedas y tomar un café, pero ese no era mi objetivo. Mi filosofía de vida es otra, esa era la de no hacer nada".
Meses muy duros, sobre todo cuando estaba en la UCI, donde veía a su mujer y a su hijo mal: "Intentaba ponerme de pie, pero no lo conseguía al principio y me tenía que volver a sentar, por lo que acababa llorando. Pero, poco a poco, con mucho esfuerzo, fui pudiendo andar. Me levantaba muy pronto con todos dormidos y en los pasillos me ponía a trotar y a andar. Para 30 metros empleaba dos minutos y tenía mucha ansiedad"
"Era el precio que tenia que pagar debido a la lesión muy grave que tuve. En la UCI también necesitaba la mirada de mis familiares, cosa que me ayudaba a luchar. Muchas veces les tranquilizaba, ya que en su mirada veía algo muy duro, como pensando que no iba a salir adelante. Un amigo, cuando la cosa estaba muy jodida, me dijo que siempre me iba a estar esperando. Todo esto me hacía pensar ya que los míos jamás me iban a dejar que me muriese", se sincera Pascual.
"Cuando fui mejorando, me di cuenta que días atrás estaba mucho peor. Iba mejorando y era imposible tirar la toalla. Siempre veía una mejora debido a todo el esfuerzo que hacía. Hay que sufrir para evolucionar. He estado en lo más alto y en lo más bajo y todo esto te ayuda a conocer tus propios límites", comenta.
Ahora, tras estar recuperado casi al cien por cien, se dedica a dar charlas en colegios, a correr y a salir con su bicicleta como años atrás: "Poco a poco voy recuperando la vida que tenía antes. Ahora ya no soy bombero, por lo que me dedico a ver a niños y contarles mi experiencia. Les hago saber que de un accidente tan grave se puede salir con mucho esfuerzo. Disfruto con ello, ya que todos me escuchan y luego me dicen que les ha encantado la historia. Son charlas muy emotivas".
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