28 de diciembre de 2015. Cisco García, un apasionado del snowboard, cumplía junto a sus amigos con una tradición navideña que les llevaba por undécimo año consecutivo a Austria para practicar snow.
El cordobés, un experto 'rider', realizó un salto que le hizo volar hasta diez metros, algo habitual en él ya que estaba acostumbrado hacer numerosas acrobacias de este tipo. Lo que no sabía es que iba a ser el último salto de su vida en la nieve.
Perdió el control, aunque no era la primera vez que ocurría algo así, pero el desenlace esta vez fue fatídico y cruel. El impacto dio lugar a una lesión de médula espinal que le dejó sin movilidad de cintura para abajo.
La vida de Cisco García dio un tremendo vuelco de un día para otro. Se acercaron varios 'riders' austriacos que llamaron a los servicios médicos, vino un helicóptero y le sedaron. "Me desperté en la UCI tras la operación", relata Cisco García en una entrevista a EL ESPAÑOL.
Estuvo diez días en Austria para acabar durante cuatro meses en el Hospital Nacional de Paraplejicos de Toledo. Una vez fuera, Cisco empezó a reinventarse poco a poco para acabar dedicándose profesionalmente al tenis en silla de ruedas -actualmente es el 64 del mundo y el 5 de España-. Esta es la historia de un chico que no ha parado de luchar y que, junto a su mujer Raquel, espera dentro de unos días su primer hijo a sus 38 años de edad.
¿Cómo ocurrió el accidente?
Entré con mucha velocidad y algo despistado. Al salir de lo que es el salto de unos 10 metros me desequilibro y me hice como un bloque para no rotar demasiado y no aterrizar de cuello. La caída fue muy violenta y de espaldas, con la mala suerte de que no había casi nada de nieve ese año.
¿Qué recuerdas de ello?
Recuerdo que el dolor fue brutal, pero mi miedo viene cuando me intento levantar y solo puedo tirar del pecho. Ahí ya sí que entro en pánico porque sé que lo que me ha pasado es gravísimo. No podía moverme y no podía levantarme y me tocaba las piernas y no las sentía.
¿Cómo entra el deporte en tu vida?
El snowboard siempre fue mi pasión. Me acostaba y me levantaba pensando en ello. Empecé con 17 años. Estuve un año de Erasmus en Noruega donde aprendí mucho y fue a partir de ahí cuando empecé a practicarlo unos 30 días al año.
¿Cómo fueron los primeros meses en el hospital de Toledo?
Estuve cuatro meses cuando lo normal es estar más. Fue bastante duro, sobre todo al principio, cuando te tienen que hacer absolutamente todo hasta que eres independiente. Cuando estuve ahí, me saqué también el carnet de conducir. Cuando vi que podía hacer todo por mi cuenta, pedí el alta. Necesitaba la calle ya que la realidad está fuera. La calle es lo que a uno más miedo le da estando en una silla de ruedas.
¿Te consideras un afortunado por no haber muerto en el accidente?
Sin casco tengo claro que no lo cuento y que hubiese muerto. No llegué a pensar que podía haber muerto, pero sí en que podía haberme quedado tetrapléjico. Tuve suerte dentro de lo que cabe y en ese sentido me considero afortunado. Dentro de que hacía un deporte de riesgo tuve suerte.
Hay gente que le pasa lo tuyo y no pueden salir adelante, ¿tu cómo lo conseguiste?
No te queda otra que ser fuerte. Los primeros meses tal vez los compares con cómo era tu vida antes, pero eso no se puede hacer, es un error ya que tienes que aceptar las cosas tal y como han venido. Por mucho que uno llore en la cama no va a cambiar la situación. Hay que salir fuera, pelear y disfrutar. Yo hice una huida hacia adelante e intenté hacer las mismas cosas que hacia antes, especialmente viajar y hacer deporte. Y lo logré. Con todo eso me di cuenta que la vida en silla de ruedas no era lo que me había imaginado. Hay que aceptar lo que te ocurre, solo tenemos una vida, por lo que me di cuenta de que podía ser feliz. Por ejemplo, a los ocho meses del accidente me fui con Raquel, mi novia y ahora mi mujer, a Japón. Viajar en silla de ruedas es todo un mundo y muy difícil, pero son capítulos en los que te das cuenta de que se puede salir de todo. Luego estuve en Sri Lanka, Marruecos, India, Panamá... Los límites están en nuestra cabeza y hay que ir derribando los muros poco a poco.
¿Ahora ves la vida de otra forma y la valoras de diferente manera?
Sí. Volví a nacer. Antes no valoraba tanto las cosas ya que la vida iba muy rápida.
¿Qué es para ti el tenis en silla de ruedas?
Lo es todo. Gracias a ello salí de mi lesión. Me ha salvado la vida y me ha devuelto unos objetivos que necesitaba. Para ser feliz, necesitas unos objetivos y el tenis de silla de ruedas ha hecho posible eso.
Cuando estabas en el hospital, ¿te fuiste a una discoteca, no?
Fue una locura. A día de hoy me sigue sorprendiendo. Estaba en el hospital y vi que en Fabrik pinchaba uno de mis DJ favoritos, Marco Carola. Llevaba una vida que no era para mí sin hacer casi nada. Llamé a la discoteca, me recomendaron que no fuese, pero fui y di un nuevo salto en mi vida. De Toledo a Madrid solo y ahí estuve con unos amigos antes de entrar en Fabrik. Fui muy feliz y me lo pasé genial. Tuve momentos duros, pero me cambió la vida y vi que podía hacer cualquier cosa. Me forjé más ese día y crecí lo que creces un mes en el hospital. Fue un punto de inflexión en mi vida para darme cuenta de que era capaz de todo y de que podía ser muy feliz. Me hizo madurar y ser más fuerte.
La vida es muy diferente fuera, en la calle, ¿cómo es eso?
La noche y la calle es lo mas difícil para uno. La calle en silla de ruedas tiene desafíos que a pie ni te los imaginas.
¿Luchas contra la imagen de lástima que se puede tener hacia la gente en silla?
Sí, quiero normalizar todo. Mucha gente te mira con pena. Hay un estigma en la sociedad de que una persona que está en silla es triste y no tiene una vida bonita. Y no es así. Es simplemente una adversidad que te llega, al igual que como si se te muere un familiar o estás en el paro. Uno lo acepta y acaba viviendo feliz. Yo llevo la vida que quiero llevar y es lo que me ha tocado. La lucha por la normalización de las personas en silla de ruedas es la siguiente revolución. La femenina ha tocado auge y la siguiente será esta.
¿Os sentís solos?
Un poco sí. Ayudaría mucho que saliésemos más en la tele. Me gustaría que una persona con discapacidad asuma el protagonismo que, por ejemplo, han hecho las mujeres o los gays. Somos una minoría, pero somos igual de normales que el resto.
¿Crees que al ser una minoría no interesáis a los políticos?
Sí. Las minorías por general no le interesan a los políticos.
¿Cómo te gustaría que se involucrasen más los políticos en vosotros?
Que el que no tuviera medios, recibiese mucha ayuda. Si a una persona con discapacidad le das los medios necesarios, cambia mucho todo.
Sin tus ganas de vivir y de adoptar esa mentalidad, ¿hubieses salido de todo?
No. Si eres tu propio enemigo en la cabeza, todo es muy complicado. Hay que centrarse siempre en lo positivo.
¿Tú has pasado por muchos miedos?
Sí. Miedos vives casi a diario, pero cada vez menos. La clave es que los miedos no te paralicen y sigas haciendo todo.
¿Por qué crees que hay gente que trata la discapacidad como algo no normal?
Falta desconocimiento de lo que es una persona con discapacidad. No estaría mal que en los colegios se hablase de todo esto.
¿Qué esperas de tu futuro?
Espero ir algún día a los Juegos. Tokio está muy difícil, pero nada es imposible. Eso sí, si no consigo ir, no pasará nada, lo seguiré intentando para París o para los siguientes.
[Más información: Pelayo Novo, el futbolista que cayó desde un tercero y al que el tenis en silla de ruedas dio una nueva vida]
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