Inspiración divina, o no, la idea de Cristóbal Dios es una de las más originales que se ha visto durante todo el confinamiento de los deportistas. Este triatleta nacido en 1991 se ha ido a la antigua casa de sus abuelos en A Estrada, provincia de Pontevedra, y ha rehabilitado el entorno para poder correr, hacer rodillo encima de su bicicleta y... nadar.
Y todo el mundo se pregunta cómo se puede nadar desde casa. Algunos deportistas han optado por comprar una gran piscina, acoplándola incluso en garajes cerrados para poder seguir entrenando y no perder la forma. Aunque todos ellos coinciden en que no se puede entrenar igual.
Cristobal cogió el pozo que había en esa casa, lo reformó y ahora puede entrenar allí para poder conseguir su objetivo de convertirse en profesional y poder competir en Ironman por todo el mundo. El triatleta ha entrenado como cada día este martes. Entre uno de los ejercicios y otro ha atendido a EL ESPAÑOL para saber cómo está viviendo el confinamiento y cómo surgió la idea del pozo.
¿Cuántas veces entrenas al día?
Depende un poco. Hay días que dos, tres... Ayer hice cuatro. Intento ir variando día a día.
Me imagino que con el confinamiento has reducido las horas que entrenas...
Antes hacía unas 30 o 35 horas semanales, ahora no puedes hacer cinco horas de rodillo. Como máximo hago dos. Corriendo hago una o una y media. No te puedes exigir mucho porque estás en casa.
Sí, pero vaya casa. La has convertido en tu gimnasio personal.
La casa era de mi abuela. Estaba sin habitar. He hecho un circuito de 300 metros que utilizaba antes de que llegase la cinta de correr. El terreno es muy irregular y no te da mucho margen para poder hacer cosas.
Vaya invento has hecho en ese pozo eh...
Al final tienes tiempo y tratas de adaptar todo a poder hacer cosas. El pozo lo hizo el abuelo de mi padre para abastecer de agua a la casa. Estaba completamente destruido, no tenía cemento, estaba lleno de porquería... Entre mi padre y yo lo limpiamos. Él que es bastante manitas lo arregló. Le quedó bastante curioso. Lo llené de agua y lo empecé a utilizar. Mi entrenador también es bastante curioso y encontró unas gomas para que me pudiera quedar estático en el agua. Hace el efecto del rodillo de la bicicleta, vamos. Además, las dimensiones del pozo se adaptan completamente a mi, porque estirado de brazos y piernas no toco ninguno de los bordes.
Qué ojo tuvo tu bisabuelo
Mi bisabuelo lo hizo perfecto (risas). Es una coña, pero por lo menos me sirve. El agua está muy fría, porque viene de un pozo subterráneo. Prácticamente siempre nado en piscina, pero los triatlones en Galicia son con agua fría. Cuando corremos en septiembre u octubre, a veces cuesta hasta meterse.
¿Cómo te ha afectado deportivamente?
Este año me había planteado sacar la licencia profesional del circuito Ironman. Estaba preparando el de Lanzarote que era a finales de mayo. Llevaba los entrenos muy bien. Teníamos previstos entrenamientos en Lanzarote. Era mi debut como profesional. Pero hubo que plantar y esperar a que pase todo esto. Al final entrenas para ver si hay suerte y poder competir a final de año. La cosa es no dejar irte del todo. Si tienes la posibilidad de correr, nadar y hacer rodillo, es un peso que le quitas a la cabeza y por lo menos estás distraído y haciendo lo que hacías habitualmente.
¿Cómo llevas esa incertidumbre de cuándo vas a poder volver a competir?
Tengo la suerte de trabajar con un psicólogo deportivo y me dice que no me estrese. Me dice que me centre en lo que puedo controlar y no mirar más allá. Ir día a día. Hacer los entrenos como pueda. Luego ya vendrá lo que tenga que venir. Lo importante es centrarse en lo que puedo controlar. Es difícil. Los deportistas tenemos cosas que van en nuestra cosa como lesiones, concentraciones que no van bien... entonces nos ayudan a superar estas situaciones.
¿Trabajas con un psicólogo?
Suelo ir una vez cada dos o tres semanas. Es un punto que no se le da mucha importancia y viene muy bien. Te ayuda a gestionar esos momentos en los que no sabes cómo afrontarlos. Te da unas pautas y unas guías y es más fácil llevar este proceso. Los primeros 15 días pensabas que ibas a poder salir en cuanto acabase el primer decreto de estado de alarma. Buscabas soluciones rápidas y ya estaba. Pero no puedes pensar así. Se saldrá cuando se salga. Esto es difícil que salga de ti solo. A veces necesitas alguien que te diga que te centres en lo que te tienes que centrar.
Es que tú tienes suerte de tener esta casa al aire libre, pero los que viven en un piso deben tener más problemas para gestionar esta situación...
Yo me siento un privilegiado. Intento evadirme mucho de la situación que hay. Miro alguna noticia para estar enterado. Pero no soy consciente de la situación actual. Vivo en medio del monte, en una aldea apartada y solo salgo una vez a la semana a hacer la compra. La situación real de la calle no la veo. En ese sentido creo que soy un privilegiado porque otros compañeros que viven en un piso de 80 metros cuadrados que solo pueden hacer rodillo, es un problema. Están 40 o 50 días en una situación así es difícil.
¿A qué te dedicas fuera del triatlón?
Este año estoy estudiando otra vez. Estoy haciendo un grado superior de emergencias sanitarias y lo compagino con el triatlón. Iba a clase de 16 a 21 y por la mañana entrenaba de 8 a 15:30 apurando un poco la hora de entrar. Ahora se paró todo cuando estábamos en la segunda evaluación y no sabes cómo se va a afrontar. Se habla que convalidarán las notas de esta evaluación con la de la anterior. Pero no saben cómo van a terminar.
¿Qué tenéis en Galicia que salís tan buenos triatletas?
Creo que aquí hubo mucha gente al principio que apostó por el triatlón. Iván Raña que fue el pionero, Javier Gómez Noya, qué vamos a decir de él... Todos los que venimos ahora nos vemos reflejados en ellos.
No tiene que ver nada con el agua, ¿no?
Vivir aquí también te hace duro. Todos los días del invierno te tienes que mojar. Así te haces más duro.
[Más información: Omar Tayara, el triatleta olímpico que utiliza su fábrica para vestir a los sanitarios españoles]