Los escándalos en el fútbol español, y más concretamente en la RFEF, no cesan. Los protocolos que estaban elaborados para proteger la integridad de los deportistas han resultado ser una farsa. Ni se cumplen ni protegen a los jugadores. Y da igual el deporte, pues tanto el fútbol como el fútbol sala más humilde han sufrido en primera persona los errores del protocolo anti Covid-19 que se ha establecido.
Después de desvelar los fallos cometidos en partidos de ascenso desde la Tercera División a la Segunda División B, EL ESPAÑOL ha podido conocer cómo se han incumplido los protocolos sanitarios establecidos en el fútbol sala del país. Las competencias de este deporte residen en la Federación Española, que se ha encargado de organizar unos playoffs exprés tanto para terminar las ligas como para determinar los ascensos de categoría.
El protocolo en todos los deportes sigue el mismo guion. Llegada en forma de goteo a las instalaciones, evitar zonas comunes como los vestuarios, llevar mascarilla, lavarse constantemente las manos... El problema surge cuando seguir el protocolo supone una inversión económica difícil de asumir o cuando, a la hora de organizar una competición, se desatiende con el riesgo que ello conlleva.
Según ha podido saber este periódico, el fútbol sala nacional ha estado en riesgo constante con el coronavirus durante las últimas semanas. Los test proporcionados por la Federación nacional y las autonómicas, que en muchos casos recibieron el encargo de ocuparse del suministro, han sido escasos y con una gran diferencia temporal entre las fechas que se realizaron.
Para comprender las irregularidades cometidas hay que centrarse en un foco. Este es Málaga, donde clubes de Primera y Segunda se congregaron para disputar los playoffs para cerra la liga regular y para ascender a la máxima categoría. También los de Primera femenina. Partidos distribuidos del 23 al 30 de junio.
La RFEF realizó un control mínimo. Fue todo a contrarreloj y sin dar casi tiempo de acción a los clubes. Pero, por si fuera poco, apenas trató de controlar los movimientos y situaciones de cada equipo. Reanudar la competición, cosa a la que los jugadores se opusieron en su mayoría, era exponerse al contagio de forma voluntaria.
La forma de hacer los test
La Federación tan solo ha facilitado dos tandas de test a los clubes. Y para los jugadores justos. En caso de que algún club necesitara más, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, ha tenido que pagarlos de sus propias arcas. Test como si fueran puro oro.
Cuando se recibe la noticia de que se vuelve a la competición, y que se hará por medio de unos playoffs exprés, a través de las federaciones autonómicas se envían una serie de test a cada club. Unos días antes de entrenar se hacen el test rápido, ya con dudosa fiabilidad. Y, a partir de ahí, deben andar con cuidado: no les harán otra prueba hasta que vayan a jugar el torneo en cuestión.
A algunos equipos incluso les dan menos test de los debidos. Los justos para los jugadores de la primera plantilla y el cuerpo técnico. Utilleros, trabajadores que acompañan al equipo, canteranos que podrían sumarse a una convocatoria... Nada. Esos deben ser financiados por cada club.
Después de hacerse ese test antes de entrenar, cada equipo pone rumbo a Málaga desde sus respectivos destinos. Viajan sin saber si portan o no el coronavirus, pues la última prueba que tienen es de semanas atrás, salvo que hayan pagado de nuevo. Una vez en Málaga, las diferentes plantillas van al hotel determinado y se hacen, ya en las instalaciones, una nueva prueba.
Algo que llama la atención, no solo por viajar sin hacerse el test previo, sino por acudir a un sitio concreto, entrar a unas instalaciones y hacerse allí uno por uno la prueba del Covid-19. Una situación llamativa entre los equipos participantes, según ha podido saber este periódico, y que otros restan importancia porque la sala en cuestión estaba nada más entrar en el recinto.
No concluyentes sin aislar
La información que ha trascendido al respecto de estos test es mínima. Y, de hecho, es una de las cuestiones que más enfado genera en el mundo del fútbol sala. Se está intentando vender algo que no es. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, en ese hotel donde se alojaban varios equipos de Primera y Segunda, se detectan algunos casos "no concluyentes". Es decir, ni positivo ni negativo confirmado.
La Federación, lejos de dar la voz de alarma, mantiene la calma y pide una prueba más fiable en un centro especializado. Los análisis de sangre, sin embargo, tardan 48 horas en dar un resultado. La respuesta del organismo es sencilla: "Como tampoco ha dado positivo...". Los jugadores estuvieron "con la expedición en todo momento", hicieron vida normal por indicación de la Federación, y en "cuatro días" fue "el único test" que se realizó a las plantillas.
"Hemos seguido yendo a entrenar al pabellón, hemos seguido jugando y no hemos pasado nada más", nos confirman. La fiabilidad de esos test, además, está en entredicho. Su precio podría rondar por debajo de los 10 euros cada uno, lo que ha generado mayor incertidumbre entre los protagonistas del deporte.
Lo más grave es que esas pruebas realizadas aún no tienen un resultado confirmado. "Nos dijeron que podían haberlo pasado. A día de hoy no sabemos porque el análisis de Málaga no nos ha llegado tampoco. Les hemos hecho test rápidos nosotros", explican a EL ESPAÑOL fuentes del fútbol sala.
Una imagen diferente
La comunicación que había realizado la Federación a los clubes era distinta. El famoso documento sobre eximir de responsabilidad al organismo aparece de nuevo en el conflicto. Sorprende y mucho a los clubes que les pidan firmar ese papel. Pero, como repiten constantemente, "era eso o nada".
Todo, pese a que no ha trascendido tanto por el conflicto del CF Fuenlabrada y el Deportivo con LaLiga, "es un desastre absoluto". "Hemos ido", dicen, "sabiendo lo que nos jugábamos y poniéndonos en riesgo". La sensación, por tanto, "es mala".
Tal es el escaso control que los clubes podían salir del hotel a pasear. Un hotel que, además, han pagado los clubes. Cada uno ha decidido a dónde ir. Varios se pusieron de acuerdo para acudir al mismo y reducir el contacto con gente externa a la competición. Otros fueron por su cuenta porque desconocían esta unión entre clubes.
Pero, lo que la mayoría pensaban, es que se iban a "hacer test todas las mañanas antes de entrar al pabellón". Sin embargo, la información que se trasladó antes del inicio de la competición "prácticamente" fue nula. "No hemos tenido claro ni cuándo íbamos a hacer los test", recalcan, porque se han tenido "que partir la cara" para lograr un mínimo de seguridad.
"Al fútbol sala nos han dejado en la mano de Dios". Es casi un mantra repetido entre jugadores, entrenadores y clubes. Lo peor es que se avecina una temporada con los mismos fallos: "Nadie nos ha dicho los protocolos que hay que seguir para empezar a entrenar. Sabemos que empezamos el 18 de septiembre, pero no dónde".
Todo es "es una bola que ha comido por completo" a la Federación. El organismo liderado por Luis Rubiales no aisló a varios jugadores cuyos test dieron un "no concluyente" y les aconsejaron hacer vida normal. Total, en caso de suceder algo, ya lo habrían tenido antes.
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