Nuevo capítulo de los demonios de la gimnasia. En este deporte se han destapado en los últimos años varios escándalos en los que se han denunciado numerosos casos de abusos sexuales a los deportistas. El matrimonio Károlyi y Larry Nassar atemorizaron y se aprovecharon de los gimnastas durante décadas en Estados Unidos, pero también en Inglaterra ha sucedido algo similar.
El pasado mes de julio, The Guardian informó que el UK Sport, el organismo máximo responsable de deportes en el país británico, había abierto una investigación por las acusaciones de diferentes deportistas contra sus respectivos entrenadores y/o cuerpos médicos por situaciones que el tabloide inglés define como "perturbadoras e impactantes".
Nile Wilson es uno de los gimnastas que se ha atrevido a dar un paso al frente y revelar por lo que ha tenido que pasar a lo largo de su carrera. El de Leeds en la actualidad tiene 24 años y su mayor éxito fue la medalla de bronce que logró colgarse al cuello en los Juegos Olímpicos de Río 2016 en la modalidad de barra fija. Para llegar a alcanzar este éxito, antes vivió un infierno.
Toda una vida de abusos y humillaciones. Así lo ha confirmado en unas declaraciones para la BBC. Nile Willson ha llegado a decir que les trataban como a "trozos de carne". "Los gimnastas son aún, en mi opinión, tratados como trozos de carne. Lo describiría absolutamente como una cultura del abuso, y yo lo viví y respiré durante 20 años", ha desvelado el gimnasta.
El inglés ha explicado que "es la manipulación emocional". "Ser empujado por el dolor físico es sin duda algo que yo viví", ha continuado Nile Wilson. ¿Por qué aguantaban es lo que se preguntan muchos ahora? La respuesta la ha dado el propio gimnasta: "Queríamos ganar medallas olímpicas, los dirigentes querían ganar medallas olímpicas, los entrenadores querían ganar medallas olímpicas".
Cultura de abuso
Lisa Mason es otra de las que ha denunciado los hechos de forma pública. Su relato es escabroso. Cuenta que podía estar en la barra entrenando durante muchas horas, sin parar, sin descanso. Tanto tiempo que acababa sangrando de las manos y todo ello con tan solo 10 años. Pero no solo ella, a una de sus compañeras la dejaron encerrada en un armario y a otra le golpeaban con un palo mientras realizaba sus ejercicios.
Amy Tinkler es otra de las que no ha dudado en hablar de lo que ha tenido que soportar. La gimnasta crítico a finales del mes de julio a la Federación Británica de forma directa. El motivo es la lentitud con la que el organismo estaba llevando la denuncia de acoso que había interpuesto en 2019. Tinkler también ganó una medalla de bronce en Río 2016, aunque en la modalidad de suelo.
"Cultura del abuso", como decía Nile Wilson. La barbarie existía para los niños desde una temprana edad. Abusos que se sufrían en silencio, en juego estaba su futuro. Pero el infierno no acababa cuando ya se encontraban en la élite. La 'ley del silencio' se imponía por el temor de ser apartados y no poder estar en las grandes competiciones. De hecho, los que hablan señalan que tenían miedo porque no contasen con ellos para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Desde la UK Sport mantienen que "no hay lugar en el deporte para actos de bullying o abuso y cualquier responsable de esas conductas debe rendir cuentas". Las investigaciones siguen su curso, pero Nile Wilson ya ha visto como una de sus denuncias internas quedó archivada en un club de gimnasia de su Leeds natal. Es más, tras relatar por lo que estaba pasando le hicieron ver que él era el problema.
Me dijeron, y lo sentí, que yo era el problema. Tenía la impresión de no ser escuchado, no les importaba", ha afirmado Nile Wilson. La BBC ha hablado con el club de gimnasia y desde allí han asegurado que la investigación que llevaron a cabo fue "profesional" y "sólida", además de que el resultado de la misma fue verificado de manera independiente a ellos
Eso fue el punto y final para Nile Wilson en el club de Leeds. Dejó de acudir allí a entrenarse y formar parte del mismo y también abandonó la ciudad que le había visto nacer hace 24 años. Entonces tuvo miedo. Miedo de que su denuncia pusiese en peligro su presencia en Tokio: "Si expreso mi preocupación, eso podría comprometer mi selección para los Juegos Olímpicos. La razón por la que hablo es que mi incidente de este año subraya que hay aún muchas cosas que cambiar en la gimnasia y que eso comienza desde arriba".
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