En el año 2014, Yulia Stepanova reveló a la televisión alemana ARD, a través de unas grabaciones secretas, las prácticas dopantes extendidas del método ruso. Este acto valiente se tradujo en tener que abandonar su país al temer seriamente por su vida. En primer lugar, emigró a Alemania y después se trasladó hasta Estados Unidos.
"Al principio, la presión fue muy dura. Había mucha gente que no me creía y ahora el porcentaje es aún mayor. Los medios de comunicación rusos no creían que estuviese diciendo la verdad. Creían que buscaba vengarme. Y Rusia todavía no se lo cree, no se cree que todas las historias del dopaje sean ciertas", llegó a afirmar después la rusa.
Viajando al futuro, la ya exatleta ha vuelto a hablar sobre lo sucedido y de la imposibilidad de volver a Rusia. Yulia Stepanova, antes conocida como Rusanova -hasta que se casó en el año 2008 con Vitaly Stepanov-, sigue temiendo por su vida y por la de su marido pese al paso de los años. Y todo por destapar el caso ruso de dopaje de Estado.
Pese a vivir en Estados Unidos, 'escondidos', ninguno de los dos se arrepiente de haber destapado la trama de dopaje. Sus testimonios fueron clave para la elaboración del informe McLaren, el cual fue elaborado por una Comisión Independiente de la AMA sobre el dopaje de Estado en Rusia.
"Mientras Putin sea presidente, no es seguro para nosotros volver a Rusia. Si nos matan en Estados Unidos, al final la verdad saldría a la luz, pero si nos matan en Rusia, dirán que fue un accidente. Investigarían y dirían que fue un accidente. No sabemos si la situación con el dopaje ha cambiado. No es fácil cambiar mentalidad", aseguran los Stepanov. Precisamente, Yulia también se vio beneficiada en su día por el programa de dopaje.
Recurso al TAS
Estas declaraciones llegan al mismo tiempo que la audiencia en el TAS por ese recurso interpuesto por la RUSADA a la sanción. Vitaly trabajaba además en este organismo, en la Agencia Antidopaje de Rusia. Desde Estados Unidos esperan la resolución, al tiempo que aseguran que no son ningunos héroes.
"No nos sentimos como héroes, solo nos alegramos de haber dicho la verdad y no tener tantas mentiras sobre nuestras espaldas", afirman Yulia y Vitaly, quienes viven en un lugar de Estados Unidos que no se ha hecho público por su propia seguridad. Allí, reciben ayudas del Comité Olímpico Internacional (COI) e intentan llevar una vida normal y corriente.
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