Lo he dicho antes y lo seguiré diciendo, Juan de Dios Román ha sido el padre del balonmano moderno en España. Su metodología, su gestión de los grupos, su labor como profesor, pasará a la historia. Siempre hablaba de Txomin Bárcenas como su padre y otros muchos se han subido a la corriente, pero esto que hoy conocemos en el país como balonmano no sería igual sin Juan de Dios. Es nuestro padre.
Juan de Dios estructuró este deporte. Lo que ahora es fácil de escribir, él le dio forma. Si los entrenadores españoles somos una tendencia a nivel internacional, mucho tiene que ver con su trabajo. Yo le conozco un poco más adelante, pero siempre he sido consciente del desarrollo que inició.
De pasar de construir los cimientos del balonmano hasta conseguir llegar a los Juegos Olímpicos, y conseguir la primera medalla en 1996 de su mano, más tarde España logra el primer campeonato del mundo en 2005 y ser campeones otra vez en 2013 con él como presidente, has hecho una labor de construcción constante de este deporte. Desde la captación en los patios de colegios hasta ese trabajo con la selección, esa ha sido la gran labor de Juan de Dios.
Juan de Dios tenía un carácter muy fuerte, pero trataba a todo el mundo con respeto. Las personas que son líderes tienen que tener ese carácter, por eso siempre ha estado arriba. Cecilio Alonso nos lo decía muchas veces: "Juan de Dios, es Dios". Siempre ha mostrado respeto a lo que él mismo construyó. Nuestro deporte siempre tenía que tener buena imagen y si ahora preguntas en la calle, se ve esa imagen del respeto.
Nos hemos dado cuenta de ese carácter con el tiempo. Qué duro era en los entrenamientos, pero, al final, eso nos permitió ser mejores. Es como cuando tu padre te educa en la exigencia y con el tiempo te das cuenta de que esa exigencia te ha venido bien y te ha ayudado, es un legado en valores del que no éramos conscientes.
Juan de Dios estaba educando cada minuto. No podías hablar con él sin que te diera una clase magistral. Se acababa el partido, nos tomábamos un café y té explicaba las cosas con una didáctica sin igual. Era muy transparente, no tenía miedo a hablar. Tenía mucha confianza en todo lo que hacía, tenía siempre ganas de construir y de mejorar, implicaba a todos en esa construcción.
Para Juan el balonmano era todo, masculino, femenino y como parte de su legado el balonmano femenino evolucionó hasta como lo conocemos ahora. Solo le faltó ser seleccionador femenino. Los éxitos de esta sección también son suyos.
Cecilio nos mantenía informado, su mujer, Elvira, se ponía en contacto con él porque sabía que nos enteraríamos todos. El grupo de WhatsApp de los antiguos compañeros del Atlético de Madrid nos enteramos así de la triste noticia.
Mi última vez fue antes del confinamiento, unos meses antes, nos tomamos un café y aunque ahora estaba más desconectado, siempre estaba cerca y preocupado por mejorar. El balonmano era su vida. Siempre cogía a las personas que seguimos vinculadas a este mundo para que mejoráramos lo que él construyó. Nuestro deporte era su hijo: creció, desarrolló, está haciendo su vida, pero él seguía preocupado por cómo van las cosas. Juan siempre ha estado ahí. Su última palabra fue "balonmano" y prueba de que su vida estaba marcada por este deporte, es esta pasión.
Nunca imaginé que esa última vez sería, eso, la última. Agradezco que la última imagen que tengo de Juan es la de esa persona dicharachera, con ímpetu, con carácter. "Jota, hay que hacer cosas", hasta el último minuto me pinchó para que siga entregado a este deporte. Esa sensación es con la que me quedo. Solo puedo darte las gracias por ayudarnos a llegar a donde estamos.