El deporte es, o debería ser, salud. Sea cual sea la disciplina que se practique, el deporte siempre debe tener una base de saludable y de cuidado del cuerpo. El problema aparece cuando el deporte de élite se convierte en una tortura inhumana que va pasando factura al cuerpo año tras año y temporada tras temporada. El estado físico del deportista se convierte en un drama absoluto y aparecen las temidas lesiones crónicas, que afectan a los profesionales según su disciplina.
El calvario absoluto llega cuando el deporte que se practica no solo provoca dolores físicos, sino que también acarrea problemas mentales. Es lo que sucede con el rugby, uno de los deportes que más contacto físico exige y que más problemas de este tipo provoca por los continuos golpes y choques que se producen en él.
Por ello, toda práctica deportiva debería llevar consigo unas medidas de seguridad mínimas, estrictas y que cuidaran la integridad física del deportista por encima incluso del espectáculo. Es lo que no sucede, y se demanda, en el rugby, uno de los deportes que más castiga el cuerpo de los que lo practican y que puede poner en serio riesgo la vida y el futuro de las personas, tal y como le sucede a Steve Thompson, que persigue ahora que nadie tenga que volver a pasar por su calvario.
La carrera de Thompson
Steve Thompson siempre ha sido un apasionado del rugby. Lo comenzó a practicar de forma habitual a los 15 años, momento en el que descubrió que podía tener un talento especial para ello. Al principio, solo lo practicaba un par de veces por semana, pero poco a poco, fue aumentando la frecuencia de sus entrenamientos, la intensidad y con ello los riesgos para su salud, algo en lo que en ese momento no se paró a pensar como tantos y tantos jóvenes.
Sus inicios estuvieron ligados a la cantera de los Northampton Saints, donde rápidamente comprobaron sus cualidades y su enorme capacidad de trabajo, lo que le podían labrar un hueco en la élite. Con ellos fue subiendo peldaños en la escalera de su carrera hasta convertirse en profesional y permanecer 9 temporadas en el equipo. Sin embargo, pasó por más equipos antes de su retirada. Militó en las filas del CA Brive Corrèze, Leeds Carnegie y London Wasps.
Sin embargo, el final de su carrera estuvo marcado por las idas y las venidas y por sus problemas físicos que no le dejaron jugar a su máximo nivel tras la salida de los Northampton Saints. En 2007 anunció por primera vez su retirada debido a una importante lesión de cuello que no le dejaba jugar con comodidad y de la que no terminaba de recuperarse correctamente.
Por ello, decidió dejar el rugby de manera profesional. Sin embargo, los médicos le dieron el visto bueno para regresar a la competición unos meses después porque, aparentemente, su lesión ya estaba curada y había sido superada con éxito. Tras su regreso a los campos, consiguió jugar durante casi cuatro años más, aunque siempre arrastrando problemas físicos y dolores casi insoportables. En 2011 decidió poner punto y final a su carrera al poco de fichar por los London Wasps porque no se veía capaz de soportar las secuelas que padecía su vieja lesión en el cuello. A pesar de que en mayo había anunciado que firmaba por los tres próximos años, en diciembre decía adiós al deporte que había marcado su vida.
La carrera de Steve Thompson no solo había sido prolífica a nivel de clubes, sino que también había tenido la oportunidad de disputar partidos internacionales con la selección inglesa. Thompson fue parte de las convocatorias de forma habitual desde 2002 hasta 2011. Incluso, en 2005 formó parte del combinado The British & Irish Lionsque reunía a los mejores jugadores de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda. En el año 2003 consiguió su gran éxito, convertirse en Campeón del Mundo con Inglaterra.
Derrotado por la demencia
Si la Copa del Mundo del año 2003 fue el gran éxito y la mayor victoria de toda su carrera, su peor derrota la está viviendo ahora, cuando está pagando el peaje de tantos daños y tantos golpes recibidos. A pesar de que solo tiene 42 años, Steve Thompson vive en un drama y un calvario continuo. Aunque todavía es muy joven y le queda mucha vida por delante, ya sufre un proceso mental degenerativo que le tortura. Tiene demencia precoz.
A pesar de que la demencia es un terreno del que todavía se conocen pocas cosas para llegar a su comprensión total y a su erradicación o combate, la mayoría de informes médicos sobre este tipo de enfermedades cifran en 45 la edad mínima para que se produzcan casos, muy raros, de demencia precoz. Sin embargo, Steve Thompson ha roto esa barrera y ya con 42 años ha confesado que padece ese drama.
Las causas de su demencia precoz están muy claras, proceden de todos los años que ha jugado al rugby casi sin un control médicos, recibiendo multitud de golpes en la cabeza por parte de deportistas con gran fuerza y de enormes dimensiones. En casi cualquier deporte se puede recibir un fuerte golpe en la cabeza, pero la violencia con la que se producen en el rugby solo es comparable a otras especialidades como el boxeo, por ejemplo, disciplina en la que sus secuelas son de sobra conocidas.
El drama que padece Steve Thompson es tal que ha dejado dos confesiones que han tenido eco en casi todo el mundo, pero que prueban a la perfección cuanto está padeciendo. La primera de ellas es no ser capaz de recordar que fue Campeón del Mundo de rugby en el año 2003 con Inglaterra. Ni siquiera recuerda haber estado en Australia, donde se produjo el campeonato. Sabe que algo pasó y algo consiguió, pero la mayor conquista de toda su carrera, el premio a tanta pelea desde que tenía 15 años ha quedado borrado en el olvido. La otra confesión, más cotidiana, pero no por ello menos grave, es tener problemas para recordar incluso el nombre de su mujer.
La demencia es un proceso de deterioro cognitivo que afecta a las personas, de manera que pierden la memoria o función ejecutiva para razonar, tomar decisiones, hacer una vida activa de forma secuencial y ordenada o incluso olvidan el lenguaje o actos motores complejos que se aprenden en la vida. Este duro camino que ya ha iniciado Steve a sus 42 años tiene aun muchos pasos complicados por delante.
El grito de Steve
Ahora, Steve Thompson puede hacer poco por su vida y por una salud mental que es irreversible. Sin embargo, todavía le quedan fuerzas para intentar que ningún jugador más pase por todo lo que está pasando él, o que al menos, no sea por un desgaste continuo y por la falta de cuidados de la salud de los deportistas y los jugadores, algo de lo que él fue víctima.
Quiere aprovechar su dramática situación, que es mucho más frecuente de lo que se cree, para concienciar al mundo del rugby e intentar poner medidas antes de que pueda llegar a ser tarde para otros como ya lo es para él. Steve Thompson sabe que vive una situación realmente complicada porque no tuvo los cuidados y los controles necesarios durante su carrera para constatar que no estaba en condiciones de seguir jugando y de que había riesgo de terminar así.
A pesar de que el rugby era y ha sido su vida, Steve afirma que no volvería a jugar y a pasar por todo lo que ha pasado de saber que podría terminar así. Para él, el camino y el éxito no han merecido la pena si el precio que tenía que pagar por ello era este. De esta forma, quiere hacer ver al resto que, aunque estén en activo y estén dispuestos a dar su vida por el deporte, cuando lo dejan, esa percepción puede cambiar y mucho.
Por ello, pretende conseguir una movilización total del mundo del rugby para ser escuchado e intentar salvar vida, o que más vidas no terminen como la suya. Exige que se impongan controles periódicos en las competiciones de élite y en los torneos donde sea posible, así como que los equipos tomen parte también en someter a los jugadores a revisiones periódicas para detectar cualquier tipo de lesión de estas características a tiempo. Se pueden evitar problemas muy graves con diagnósticos en el momento justo. Quiere conseguir que los servicios médicos protejan la integridad de las personas por encima del interés del deportista incluso hasta el punto de ser dados de baja si no reúnen unas condiciones mínimas.
No está solo
Este grito, que lleva el sello de Steve Thompson, no solo lleva su voz, ya que muchos exjugadores se han unido a la causa del antiguo integrante de la selección inglesa de rugby que tocó el cielo en el 2003. Al parecer, a raíz de la popularidad que ha adquirido el caso de Steve Thompson, han aparecido numerosos jugadores, todos ellos menores de 45 años, que sufren problemas muy similares y que se quieren unir a su lucha para evitar que más jugadores paguen las consecuencias de la dureza del rugby.
Su primera acción será elevar varias demandas contra la World Rugby, la Rugby Football Union y la Welsh Rugby Union, es decir, las federaciones internacional, inglesa y galesa, por lo que consideran una desprotección total en el seguimiento de las conmociones cerebrales, una de las lesiones más peligrosas que existen en el rugby y que menos atención reciben.
Además, para colmo, en otros deportes de mucho menos riesgo existen protocolos de actuación en caso de que se produzca incluso una leve conmoción cerebral por el cual se impide volver a jugar al jugador durante un tiempo determinado y la obligatoriedad de pasar multitud de pruebas médicas para descartar daños, como sucede en el baloncesto.
Algunos de los nombres que se han unido a su causa son el de Alix Popham, internacional con Gales, Michael Lipman, que lo fue con Inglaterra. Junto a ellos hay un grupo de otros cinco exjugadores que padecen la misma enfermedad a raíz de los múltiples golpes recibidos en el cráneo, demencia con posible encefalopatía traumática crónica.
Sin embargo, y a pesar de que este grupo de exjugadores ya está haciendo fuerza por intentar que las cosas cambien y se mejore el cuidado de los profesionales, tampoco están solos. El bufete de abogados británico Rylands Legal, que está organizando todo el caso, está en contacto con un grupo de más de 100 exjugadores que están empezando a padecer los mismos síntomas y que quieren ser parte de esta histórica demanda.
A pesar de que han recibido acusaciones de ser los instigadores que pretenden romper el rugby, ellos aseguran que lo que quieren hacer es proteger al deporte que aman y a los profesionales para que no pasen por el drama que están viviendo ellos, ya que hay jugadores que empiezan a desarrollar problemas cerebrales con apenas 22 o 23 años. Por ello, han elaborado una carta con hasta 15 puntos de reformas, cambios y mejoras que se deberían integrar para mejorar la seguridad de los jugadores. El objetivo es cambiar las reglas para aumentar la protección de las próximas generaciones.
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