El drama de Kelly Holmes: la campeona olímpica que se inspiró en Barcelona 92 y que pensó en suicidarse
La atleta británica ha vivido un calvario durante toda su carrera, la cual llegó a compaginar con sus trabajos de enfermería y con el ejército.
23 enero, 2021 00:09Noticias relacionadas
La historia de Kelly Holmes es la del alto peaje que a veces cuestan los éxitos deportivos. Para un deportista de élite que dedica toda su vida a una disciplina es difícil mantener la cordura durante los años que se mantiene en activo. Es complicado no perder la perspectiva y pensar si es el amor por el deporte lo que te lleva a hacer ciertos sacrificios o si es la presión de hacerlo una profesión la que te lleva a convertirlo en una forma de esclavitud.
En esa deriva se encontró en un momento dado Kelly Holmes, atleta británica que llegó a ser campeona olímpica, pero que ni tocando el cielo tuvo claro si tanto sacrificio había merecido la pena. Una medalla olímpica es la meta de muchos deportistas, el sentido a toda una vida y el fin de muchos castigos. Para Kelly, la maldición que le llevó incluso a autolesionarse, provocarse cortes y pensar en el suicidio solo por lesionarse y no verse en plena forma. Qué valor tiene luego esa medalla, si después de haber pasado por todo eso y de haber llegado hasta el final, la meta no es todo lo saciante y gratificante que se había imaginado. Ese punto es cuando la élite le gana la batalla a la salud mental.
El drama de Kelly
Kelly Holmes ha sido una atleta británica que nació en Pembury en 1970. En el año 2005 decidió dejar el deporte de alto rendimiento debido a unas lesiones que ya no le dejaban disfrutar de su pasión ni competir en óptimas condiciones, haciendo que todo el trabajo y que todos los sacrificios carecieran de sentido. Además, tras haberlo ganado todo y haber tocado el cielo, ya no tenía que demostrarle nada a nadie.
Su momento de gloria llegó en el año 2004, cuando se proclamó campeona de la medalla de oro en los 800 y 1500 metros de los Juegos Olímpicos de Atenas. En la capital griega encontró la cima de su carrera y el premio y el reconocimiento que había buscado durante años de mucho sufrimiento. A partir de ese día sería considerada como una de las mejores mediofondistas de toda la historia, recordada y condecorada en su país.
Sin embargo, aquel triunfo esconde un drama que ahora se ha atrevido a confesar. Durante el año 2003, Kelly tuvo problemas muy serios tanto físicos como mentales. Las lesiones estaban lastrando su carrera en el mejor momento y no soportaba la idea de perderse competiciones y entrenamientos. Por ello, entró en una profunda depresión e incluso se hizo inseparable de unas tijeras con las que se autolesionaba. El castigo mental al que se estaba sometiendo le llevaba a hacer cortes por cada día de entreno perdido y por no poder estar en la forma idónea para cumplir sus sueños y sus metas.
Tal era el drama que padecía que fruto de esa depresión llegó a pensar en el suicidio como solución a todos sus problemas. Sin embargo, consiguió salir del pozo en el que había caído entre tantas lesiones y pudo rehacer su vida y su carrera, resurgir como el Ave Fénix y volver de sus cenizas, esas que todavía tenían cortes y arañazos de aquellas malditas tijeras, para saborear la gloria dorada de la Atenas más olímpica que se recuerda.
Un sueño cumplido
Lo vivido durante aquellos meses no solo le hizo madurar a Kelly, sino que le sirvió de ejemplo práctico y directo para ver lo que nunca hay que hacer a pesar de que haya contratiempos. Ella misma, ante el espejo, podía observar que era de todo menos el ejemplo de una buena deportista. Derrotada física y mentalmente, fue capaz de sacar fuerzas de donde no las había para presentarse en los Juegos Olímpicos de Atenas y hacer historia.
En la ciudad ateniense consiguió tocar el cielo después de haber estado en los infiernos con sus lesiones, pero especialmente con un grave problema de rodilla a muy poco tiempo de afrontar los Juegos Olímpicos, momento en el que tocó fondo y cayó en las autolesiones. No obstante, Kelly consiguió salir de ahí y superar incluso sus expectativas más soñadoras porque a pesar de todo, ella seguía soñando con un oro olímpico.
La idea de Kelly era participar en la prueba de los 1500 metros donde se veía con grandes opciones de victoria. Sin embargo, un triunfo sobre la campeona de Europa del momento, Jolanda Ceplak, le hicieron probar fortuna también en esta prueba que no se adaptaba tan bien a sus características. Al final, el resultado fueron dos victorias incontestables y un final de cuento de hadas, a pesar de todo lo sufrido. Holmes se marchó de Atenas con dos oros bajo el cuello.
Una vida difícil
A pesar de que los problemas más graves los pasó en el cenit de su carrera, la vida de Kelly Holmes no fue fácil desde su niñez, ya que siempre estuvo acostumbrada a cargar con muchos problemas a sus espaldas. El atletismo siempre ha formado parte de su vida y ha sido su vía de escape, pero también ha sido el generador de sus mayores dramas, ya que siempre se puso una exigencia muy alta y un listón casi insuperable.
A Kelly siempre le había gustado correr, desde pequeña, y pronto vio que tenía talento para ello. A los 12 años ingresó en su primer club de atletismo de entidad, el de Tonbridge, poniéndose bajo la tutela de David Arnold. Allí no tardó en proclamarse campeona nacional de edad escolar de los 1500 metros, la prueba que ya desde muy pequeña dominaba como nadie. Parecía hecha a su medida. Mientras tanto, se inspiraba con las exhibiciones de Sebastian Coe en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984.
Al abandonar el colegio a los 16 años, dejó también el atletismo y se puso a trabajar de enfermera, lo que detuvo claramente su progresión en un momento clave de su crecimiento y de su evolución deportiva. Además, tan solo dos años después decidió servir en el ejército, donde llegó a tener el grado de sargento y donde retomó parte de su actividad, ya que se hizo preparadora física.
Poco a poco, fue retomando el gusto por el atletismo y se apuntó a las competiciones que se realizaban dentro del ejército, las cual ganaba con suma facilidad a pesar de haber pasado mucho tiempo parada. Su gran capacidad física le permitió incluso ganar eventos de judo. Sin embargo, la llegada de los Juegos Olímpicos de Barcelona'92 le provocaron un tremendo shock en su mentalidad competitiva.
En aquel gran evento que paralizó al mundo, Kelly pudo ver a muchas atletas a las que ella había ganado con facilidad años en diferentes competiciones, lo que le llevó a pensar que ella misma podría haber estado ahí cumpliendo su sueño de ganar una medalla. Por ello, decidió retomar sus actividades deportivas y prepararse de nuevo para la élite del atletismo, hecho que compaginó con el ejército hasta 1997.
Una carrera de éxito
Tras aquel baño de realidad que sufrió al ver a tantas rivales compitiendo en las olimpiadas de Barcelona, decidió ponerse en forma rápidamente y lanzarse a competir para poder saber si realmente podía regresar a la élite. Y vaya si lo hizo. Desde aquel momento comenzó una carrera que ha estado plagada de éxitos. Ya en 1993, tan solo un año después de aquellos juegos, se proclamó campeona de los campeonatos nacionales en la distancia de los 800 metros.
Más tarde llegaron su oro en los Juegos de la Commonwealth y su medalla de plata en los Campeonatos de Europa de Helsinki, sus primeros éxitos internacionales. Desde ese momento, ya nada la detuvo, a pesar de que las lesiones se lo pusieron muy difíciles. En 1995 llegaron metales en los Campeonatos del Mundo de Gotemburgo y un año después, en 1996, quedó cuarta en las olimpiadas de Atlanta. Fue cuatro años después, en Sídney 2000, cuando consiguió su primer metal olímpico, un bronce. La vencedora de aquella prueba, Maria Mutola, le ofreció irse a vivir con ella a África para perfeccionar sus entrenamientos.
Tras conseguir otro oro en los Juegos de la Commonwealth y más medallas en europeos, superó todos los problemas de lesiones vividos en 2003 para poner la guinda a su carrera con las dos medallas de oro ganadas en Atenas. Con aquellas dos victorias se convirtió la tercera mujer en hacer doblete en ambas pruebas en toda la historia tras Tatiana Kazánkina y Svetlana Masterkova. Esto le sirvió para ser la abanderada en la ceremonia de clausura de aquellos grandiosos juegos.
Después de su éxito irrepetible, fue homenajeada en su país en un acto por las calles de Hildenborough y Tonbridge mientras más de 40.000 personas la aclamaban. Además, fue premiada con el reconocimiento de Personalidad Deportiva del año 2004 por la BBC y, condecorada por el Imperio Británico y recibida por la Reina Isabel II en el Palacio de Buckingham. Tras esta montaña rusa de éxitos y emociones después de una vida tan difícil y de una trayectoria tan macabra, las lesiones aparecieron de nuevo durante el 2005 y le hicieron decir adiós definitivamente en 2006 dejando un importante legado y un ejemplo del valor que tiene la salud mental, y no solo la física, en los deportistas.
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