Francine Niyonsaba ha sido protagonista en las últimas horas por poner de manifiesto lo que para muchos es una crueldad, la 'ley de la testosterona' del atletismo y que está afectando a un grupo de atletas de máximo nivel y que conforman el famoso club de los 800 metros lisos. 

De entre ese grupo de atletas ha destacado Francine Niyonsaba, corredora de Burundi que acaba de sacar su billete para los Juegos Olímpicos de Tokio después de un increíble proceso de adaptación para pasar de la prueba de los 800 metros a los 5000. Ahora que ya tiene su marca mínima y su plaza asegurada, Niyonsaba ha vuelto a alzar la voz junto a sus compañeras para denunciar la situación en la que se encuentra. 

Justa para algunos, injusta para otros, lo que es una realidad es que en el atletismo mundial hay un conflicto que necesita resolverse y que está afectando a profesionales que han sido medallistas olímpicas. De momento, la World Athletics se mantiene inflexible y la justicia ordinaria tendrá que tomar un partido definitivo. 

Semenya durante una carrera en Londres Reuters

El refugio del 5000

Niyonsaba, atleta de 28 años nacida en Bweru, Burundi, ha vivido un profundo proceso de transformación en los últimos años y meses de su carrera profesional para intentar estar en Tokio. Ella era corredora habitual de las pruebas de los 800 metros lisos donde llegó a ser subcampeona olímpica y subcampeona del mundo, resultados desde luego muy destacados y a tener en cuenta que le hicieron ganarse un respeto y un nombre en el mundo del atletismo femenino. 

Al igual que Caster Semenya, sus altos niveles de testosterona en sangre le hicieron sufrir en sus propias carnes el peso de la nueva regla que impera en el atletismo y, por tanto, tuvo que cambiar de prueba ya que no podía seguir corriendo los 800 metros lisos. De esa forma, optó por pasarse también a los 5000 metros donde ya ha conseguido la marca mínima para poder estar en los Juegos Olímpicos de Tokio. 

El recorrido realizado, al igual que su rival, ha tenido que ver con la edad de ambas corredoras y la dificultad para adaptarse a pruebas más explosivas como los 200 metros, lo que se podría haber traducido en lesiones muy importantes y en el fin de sus carreras. Esta norma les prohíbe correr en pruebas que van desde los 400 metros hasta la milla, por encima de los 1500 metros. Por ello, la mejor salida ha sido buscar una prueba de larga distancia en la que más cómodas se sintieran y Niyonsaba parece haberlo logrado, aunque habrá que ver cuál es su rendimiento en la cita olímpica. De momento, su mejor marca, 14:54, está muy por debajo del tiempo de corte que eran los 15:10. 

Francine Niyonsaba celebra su victoria en una prueba Reuters

El club de los 800

Una de las situaciones más curiosas es que esta regla de los límites de testosterona en sangre se hizo famosa por la enorme lucha que generó a su alrededor Caster Semenya, campeona de la prueba de 800 metros lisos en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. La sudafricana siempre ha liderado esta batalla mediática por intentar volver a correr en su distancia fetiche, pero hasta el momento no lo ha conseguido. 

Tampoco ha conseguido lograr la marca mínima para estar en los Juegos en la prueba del 5000, algo que sí ha hecho Niyonsaba. Precisamente la atleta de Burundi tiene una fuerte conexión con Semenya al haber sido una de sus grandes rivales en la lucha por las medallas más deseadas, pero da la casualidad de que no están solas. 

Este club selecto de atletas de los 800 metros lisos que han sido perjudicadas por la 'regla de la testosterona' tiene una tercera integrante. Se trata de Margaret Wambui, que además ha sido la última en romper su silencio para denunciar la situación en la que se encuentran. Lo más curioso de todo es que Wambui también estuvo presente en el podio de los 800 metros lisos de Rio 2016.

Margaret Wambui antes de una prueba de 800 metros lisos Reuters

Ella se encuentra en una situación como la de Semenya, sin posibilidad de correr en su prueba y sin su plaza para Tokio. De esta forma, ninguna de las medallistas en los 800 metros lisos podrá estar en los Juegos Olímpicos de este verano para defender su medalla debido a esta complicada norma de los niveles de testosterona en sangre. 

El eterno debate

Tras obtener su billete para Tokio, Niyonsaba ha reabierto el debate sobre las medidas y las decisiones que ha tomado la World Athletics en los últimos meses con estas atletas. La propia corredora de Burundi afirma que ella no tiene la culpa de los registros de testosterona que presenta y que es una crueldad lo que la Federación Internacional les propone a las deportistas que se encuentran en su situación. 

"No elegí ser así y me gusta como soy" es el mensaje que Niyonsaba ha querido lanzar al mundo para denunciar la situación en la que se encuentran ya que la World Athletics les obliga a cambiar de prueba, como ella ha tenido que hacer, o a medicarse para rebajar sus niveles de testosterona en sangre, los cuales deben ser inferiores a los 5 nanomoles por litro de sangre en un periodo continuado de seis meses. 

Francine Niyonsaba y Caster Semenya tras una prueba Reuters

De momento, todas estas atletas están en contra de tomar medicamentos para controlar sus niveles porque consideran que va en contra de la ética personal, médica y deportiva medicarse tratándose de personas que se encuentran sanas. De momento, el debate sigue abierto y no parece que vaya a haber una solución que sea muy beneficiosa para este grupo de deportistas que, tal y como ellas mismas afirman, están viendo como se arruinan sus carreras por algo que es ajeno a su control natural y a su voluntad. 

Una lucha abierta

En estos momentos, el conflicto entre el atletismo, personificado en estas tres deportistas, y la World Athletics, sigue abierto y así promete estar durante un tiempo hasta que Caster Semenya, la persona que más lejos ha llegado en esta lucha, reciba su última negativa. De momento, la sudafricana no ha obtenido una marca que le permita formar parte de la prueba olímpica y por ello decidió recurrir esta situación que considera injusta ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo y en la justicia ordinaria de Suiza.

Dos duras derrotas que no ha provocado que deje de intentarlo y que eleve el caso al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos quien todavía tiene que pronunciarse y emitir un veredicto. Mientras Semenya y el resto de atletas siguen trabajando en la pista fuera de su hábitat, confían en que alguien pueda poner fin a esta situación tan extraña.

Semenya, durante una prueba REUTERS

 

No obstante, la sudafricana no es la única que se ha puesto manos a la obra, ya que Margaret Wambui también ha elevado una curiosa propuesta para intentar que todas tengan su espacio buscando el consenso y el acuerdo entre todas las partes. La keniata considera que la mejor opción es rescatar un viejo del plan del pasado, el de introducir una tercera categoría para lo que ellos llaman un sexo nuevo, los deportistas con alto niveles de testosterona y que, por tanto, ni pueden competir contra mujeres ni pueden competir contra hombres. 

Wambui no se ha adaptado tan bien como sus rivales a otras pruebas y por ello casi no ha competido desde 2019. Tiene casi imposible estar en los Juegos Olímpicos y señala por ello a la World Athletics. De esta forma, cree que con la creación de esa tercera categoría se podría poner fin al problema y se ayudaría a otros deportistas a confesar que padecen la misma particularidad, la cual recibe el nombre del hiperandrogenismo. Para Margaret, que esta iniciativa contara de salida con las tres mejores atletas en la última prueba olímpica de los 800 metros lisos sería un impulso sin precedentes. 

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