El deporte femenino se encuentra en una nueva encrucijada que pocos esperaban hace tan solo unos meses. Aunque casos como el de Caster Semenya y su hiperandrogenismo han tenido una gran repercusión, el auge de las atletas transgénero y las polémicas en torno a ellas invitan a pensar que se debe buscar una unidad de criterio lo antes posible. Una respuesta conjunta dentro de la disciplina deportiva global.
El primer ejemplo de la discrepancia lo protagoniza Caster Semenya. La atleta sudafricana es intersexual. Esto quiere decir que cuando nació sus órganos reproductivos o sexuales no se ajustaban a lo que formalmente se considera masculino o femenino. En su caso, tiene genitales externos femeninos, pero posee testículos internos.
Así lo confirmaron unos estudios médicos a los que se sometió la deportista. Cuando comenzó a competir, lo hizo como mujer. Pero, después, la normativa vigente le obligó a reducir sus niveles de testosterona. Doble veces campeona olímpica y tres del mundo, la sudafricana se vio obligada a dejar de competir en la distancia de 800 metros. Esto acabó provocando que no pudiese disputar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Recientemente, la propia Caster Semenya elevó la voz contra World Athletics: "Entonces, de acuerdo con World Athletics y sus miembros, ¡soy un hombre cuando se trata de 400 metros, 800 metros, 1500 metros y la milla! Pero luego una mujer en 100 metros, 200 metros y eventos de larga distancia. ¡Qué investigación! ¿Qué clase de tonto haría eso?".
World Athletics tiene en su reglamento que las atletas no pueden superar la cantidad de 5 nanomoles por litro de sangre en testosterona. Por su hiperandrogenismo, Caster Semenya está por encima de esta barrera impuesta por el organismo rector del atletismo a nivel mundial. De ahí a que en la actualidad se esté enfocando en las largas distancias. En especial, en los 5000 metros.
Atletas transgénero
Del caso de los atletas intersexuales a los transgénero. El debate se ha destapado del todo con el 'caso Lia Thomas'. La nadadora nació con sexo masculino. Will Thomas nació en Texas en el año 1999. Ya como hombre compitió en natación, aunque sin que sus registros llamasen la atención por ser sobresalientes. Fue en 2018 cuando tomó la decisión de convertirse en Lia.
"Había mucha incertidumbre. No sabía qué podía hacer. Decidí nadar esa temporada como hombre, sin salir del armario, y eso me causó mucha angustia. Luché, mi salud mental no era muy buena. Sufrí mucha inquietud y me sentí atrapada en mi cuerpo. Fue cuando decidí que había llegado el momento de comenzar mi transición", recuerda la nadadora.
Así acabó compitiendo en categoría femenina. Y en este 2022, el boom se desencadenó. Todo por su victoria en los campeonatos de la NCAA. Lia Thomas se colgó el oro con un crono de 04:33:24, mientras que Emma Weyant, segunda clasificada, llegó algo más de un segundo después. La imagen que dejó la carrera fue la de Lia apartada en el podio por sus rivales.
Esta secuencia se volvió viral. Aunque antes que ella, otras deportistas han sufrido ese rechazo. Laurel Hubbard consiguió vivir el sueño olímpico en Tokio 2020. Pero la halterófila, dentro del foco mediático, fracasó en su categoría y optó por la retirada. Y antes que Lia Thomas, otra deportista transexual triunfó en un campeonato de la NCAA: Cece Telfer.
Cece Telfer se convirtió en la primera atleta trans en lograr imponerse en una prueba de la NCAA. Se hizo con el título universitario en los 400 metros valla en el año 2019. Este era un gran paso antes de cumplir el sueño de estar en una cita olímpica. Sin embargo, su sueño se vio finalmente truncado por incumplir con los niveles de testosterona.
El ciclismo también ha tenido sus correspondientes expedientes. El primero, Rachel McKinnon. Más recientemente, Emily Bridges. Esta última fue incluida en la lista de corredoras aptas para disputar los nacionales de Gran Bretaña. Sin embargo, la Unión Ciclista Internacional estudió el caso y terminó denegando su participación,. Consideraron que no era justo que compitiera entre féminas dados sus antecedentes.
La ciclista británica ha denunciado una persecución: "He proporcionado tanto a British Cycling como a la UCI evidencia médica de que cumplo con los criterios de elegibilidad para ciclistas transgénero, incluido que mi límite de testosterona ha estado muy por debajo del límite prescrito por las regulaciones durante los últimos doce meses. A pesar del anuncio público, todavía tengo poca claridad sobre su decisión sobre mi inelegibilidad".
Antes que ella, la ya mencionada Rachel McKinnon pulverizó récords y logró imponerse durante dos años consecutivos en el Mundial de Ciclismo Máster. En 2018, se convirtió en la primera transgénero en conseguir proclamarse campeona. De ahí que otra excampeona como Victoria Hood ya dijese entonces que era completamente injusto que McKinnon compitiese con otras mujeres.
"No es complicado de entender. La ciencia está ahí y lo dice. El cuerpo masculino, que ha pasado por esa pubertad, aún conserva sus ventajas, no desaparece. Y que conste que tengo simpatía con ellos, porque tienen derecho a hacer deporte y competir pero no a entrar en la categoría que quieran", señaló Victoria Hood en declaraciones para Sky News.
Injusticia, ¿para quiénes?
Jennifer Wagner-Assali ya dijo, con la victoria de Rachel McKinnon, que sentía que "que las libertades por las que ha luchado el deporte femenino están siendo erosionadas". "Si continuamos permitiendo que esto suceda, habrá deportes masculinos y mixtos, pero no femeninos", agregó en su día la que fue medalla de bronce en el triunfo histórico de McKinnon.
Paula Radcliffe, campeona del mundo de maratón y explusmarquista mundial, que se debe "proteger el deporte de élite para las mujeres". Unos discursos que vuelven a estar a la orden del día por casos como el de Lia Thomas. La cuestión es: ¿injusticia para las mujeres que deben competir de tú a tú con las atletas transexuales? ¿O injusticia para aquellas deportistas transgénero a las que se les pone trabas a la hora de competir?
El problema radica en la falta de unidad de criterio. El Comité Olímpico Internacional (COI), en un principio, permitía competir a cualquiera que se hubiese sometido a una cirugía de reasignación de género. Sin embargo, esto fue eliminado en 2015. Centrándose desde entonces en los niveles de testosterona. Eso sí, luego puso en manos de cada federación los controles y parámetros.
El COI pidió que no hubiese grandes desigualdades. Pero el debate está sobre la mesa y deben afrontarlo. Hacer un reglamento común para todos los deportes es la vía para acabar con las posibles lagunas y también con ese rechazo que crece en las distintas esferas contra las atletas trans.
[Más información - La Ley Trans choca con el COI: competir fuera de España dependerá de los análisis de testosterona]
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