La historia detrás de la primera victoria de España en el Mundial de polo: "No somos un deporte elitista"
EL ESPAÑOL habla con Pelayo Berazadi, integrante del equipo nacional que ganó la medalla de oro en Wellington y autor del gol decisivo ante EEUU.
9 noviembre, 2022 02:02El deporte, como la vida, siempre necesitan de personas que abran caminos para que otros puedan explorarlos después. A esos elegidos se les suele atribuir el calificativo de pioneros. Sin duda alguna, una de las cosas más bonitas e importantes que se pueden hacer es llegar los primeros a un sitio o, en su defecto, ser los primeros que tienen éxito.
Algo así es lo que están experimentando estos días los jugadores de la selección española de polo. Ellos, a su manera, se acaban de convertir en pioneros de su deporte, especialmente si tras su último éxito consiguen que cada vez más personas se interesen por una disciplina que ahora mismo es claramente minoritaria.
El combinado nacional se proclamó este fin de semana Campeón del Mundo de polo, algo que no se había conseguido nunca antes en la historia de nuestro país. Un éxito sin precedentes que esperan que marque un antes y un después para esta disciplina tan noble como bella y que cuenta además con miles de años de trayectoria desde que se inventó.
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España es un país que no tiene mucha tradición en el polo, por ello esta hazaña merece una repercusión especial. Ningún país europeo había conseguido alcanzar este éxito y el equipo nacional lo ha hecho tras dar una auténtica exhibición en Wellington y frente al anfitrión, Estados Unidos. EL ESPAÑOL ha podido hablar con Pelayo Berazadi, autor del tanto definitivo que puso el 11-10 final contra los americanos, para conocer la gran historia que hay detrás de este importante éxito.
Por encima de los sueños
Pelayo Berazadi aterrizaba en España hace unas pocas horas en mitad de la vorágine ocasionada por el tremendo éxito del equipo nacional en Wellington y sacaba unos minutos para atender a este medio todavía emocionado. En su voz se podía comprobar el temblor de quien sabe que ha hecho algo muy grande. Tan grande como que nunca antes había pasado.
Ni España se había proclamado campeona mundial de polo ni ninguna selección europea había conseguido nunca tomar esa posición de privilegio a pesar de que hay países que sí tienen una mayor tradición en este deporte. Pelayo, autor del tanto decisivo contra Estados Unidos en la gran final y capitán del equipo, sufría para encontrar palabras que pudieran definir sus emociones y sentimientos tras esta magnánima conquista.
"Ha sido impresionante. Cuando fuimos al torneo nadie se planteaba salir campeón. Obviamente nuestra idea era hacer un muy buen papel y luchar por llegar a semifinales. Luego se fue dando un poco todo y nosotros fuimos jugando bien. Siempre hay un poco de suerte y al final acabas ganando un Campeonato del Mundo que es una cosa de locos, una sensación tremenda y encima con muchísimo apoyo de familiares, amigos y todo el mundo desde España. Es un honor impresionante llevar la bandera y llegar tan alto. Es una experiencia única".
Estos días se juntan en la cabeza de Pelayo y de todos sus compañeros muchas sensaciones diferentes. Por un lado el orgullo que siempre da poner el nombre de tu país en lo más alto. Por otro, el alivio de no haber desaprovechado una oportunidad única. Y por último la felicidad y la realización personal que suponen llegar donde nadie más había llegado hasta ahora.
España ha tenido a lo largo de su historia dos grandes éxitos en cuanto al polo se refiere. Uno es este título. Para encontrar el otro hay que remontarse un siglo atrás, a los Juegos Olímpicos de Ámberes de 1920. Allí se consiguió una solitaria plata que ahora ha encontrado una grata compañía en su vitrina. Los anteriores intentos que más cerca se habían quedado de un podio estuvieron en los Campeonatos del Mundo de los años 1997 y 2008, ambos con un cuarto puesto.
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Ahora, el polo ya no es un deporte olímpico, condición que perdió en 1936. Para encontrar el germen de este nuevo éxito hay que retroceder, aunque no tanto. El viaje en el tiempo se detiene en el pasado mes de abril cuando España ya dejó al mundo con la boca abierta al conseguir su pase a la fase final del Mundial desde el clasificatorio europeo terminando en primera posición y sin conocer la derrota.
Una declaración de intenciones que, como Pelayo Berazadi cuenta a EL ESPAÑOL, ya era un aviso de lo que eran capaces de hacer aunque ni ellos mismos lo sabían: "En España, el polo no es un deporte con mucha tradición. Sí tiene tradición el caballo, pero no tanto el polo. Yo creo que se ha dado también justo una generación de jugadores de la misma condición, hemos podido estar juntos, estar sanos y a un nivel muy alto. Empezamos con la previa de clasificación en Europa en el mes de abril en Francia. Cada uno tiene sus distintos compromisos y competiciones, pero hemos podido llegar a tope los cinco para poder dar el máximo en el Mundial".
Pelayo y el resto de sus compañeros, Nico Álvarez, Luis Domecq, Nico Ruiz Guiñazu y Jaime Serra, hicieron su primera aproximación al éxito sin saber todavía que iban a cambiar este deporte para siempre al convertirse en los primeros europeos que se colgaban un metal dorado mundialista: "Eso es historia, va a quedar siempre ahí".
Es un orgullo poner al polo español tan arriba y eso ya no nos lo quita nadie
"Creo que Inglaterra, Italia o Francia son selecciones que por historia a lo mejor estaban por encima de España y nosotros hicimos una clasificación en Europa buenísima. Ganamos todos los partidos, clasificamos como primera selección. Eso ya quiere decir muchísimo. Y no quiero ni contar llegar a la final y ser la primera selección europea en ganar un Mundial, es tremendo. Es un orgullo poner al polo español tan arriba y eso ya no nos lo quita nadie".
Una vez consiguieron ese pase de manera tan brillante, tenían que buscar cuál iba a ser su arma para plantar cara a todos los equipos que se pusieran delante. Y encontraron su camino en la fortaleza del grupo: "Ha sido una gozada. La convivencia del equipo es magnífica. Nos conocemos todos, somos amigos, un grupo joven y sano. Éramos cinco más el coach entonces era muy intenso, al final estamos todo el día juntos. Estábamos concentrados en un hotel con las otras selecciones. Al final es poco tiempo, muchos partidos, muy intenso, pero a la vez es una experiencia inolvidable".
Con ese espíritu tan positivo y esta predisposición es mucho más fácil llamar al éxito aunque este sea de proporciones que no caben ni en los mejores sueños. España solo cedió un partido del Mundial. Fue ante Argentina, el equipo que defendía la corona y que en Wellington se tuvo que conformar con la cuarta plaza.
Para llenar el zurrón de la moral y de la confianza llegaron los triunfos ante México por 11 a 4,5 y contra Pakistán por 9 a 7,5. Con el billete para semifinales conseguido, llegaba el momento de volar más alto que nunca. El equipo que entrena Benjamín Araya se armó de valor y doblegó a Uruguay por 10 a 7,5 en uno de los mejores partidos de siempre de esta generación.
Con ese triunfo habían conseguido romper incluso la barrera de los sueños: "Obviamente sueñas con ganar torneos, llegar a lo más alto, pero tanto como un Campeonato del Mundo la verdad es que no. Esa semana, cuando empiezas a clasificar y te metes a las semifinales piensas un poco más en eso, pero no, en ningún momento pensábamos acabar de la forma que acabamos, en el último segundo y con el partido que se dio. Fue una locura".
El pase a la final marcaba el principio de una oportunidad única y el final de la mayor aventura profesional que han vivido estos jugadores hasta ahora. Sin embargo, incluso en los cuentos más felices hay algunos momentos de zozobra: "España no iba como favorita y todos los partidos han sido muy difíciles. Yo creo que por ser la competición que era, la tensión y jugar contra el país anfitrión aparte de ser una selección buenísima y cómo se fue dando el partido".
Pelayo reconoce a EL ESPAÑOL que la clave del éxito estuvo en la resiliencia de este equipo en los trances más oscuros que tuvieron que afrontar sobre el campo: "Tuvimos momentos complicados, sobre todo cuando íbamos perdiendo por dos a falta de dos minutos. Creo que también nos influyó mantener la cabeza fría, poder aguantar esos momentos y un poco de suerte para que se diese todo".
El partido estuvo perdido para España, pero el conjunto de Benjamín Araya consiguió darle la vuelta hasta llegar al punto decisivo con 10-10 en el marcador. Un empate que se encargaría de romper Pelayo Berazadi con una acción que no olvidará jamás y que aprenderá a valorar en toda su plenitud con el paso de los días, los meses e incluso los años.
"Era un ataque suplementario, de gol de oro. Hay una falta a favor nuestra. Estaba confiado y al final nos da la victoria". Así de sencillo lo cuenta, pero lo cierto es que era una acción que cambiaba un deporte con miles de años de historia para siempre. Y a pesar de su gesta, este héroe afrontó con la pasividad de quien todavía no se creía lo que había hecho el momento más importante de su vida: "Yo al principio no sentí nada, alivio. Sabes que has ganado el partido, que acabas de ser Campeón del Mundo, pero al principio nada. Juntarte con tus compañeros de equipo, con el coach y una liberación tremenda". Una liberación que valía un oro mundial para el país.
Así está el polo en España
Las caras positivas de este éxito son la emoción de Pelayo y de todos sus compañeros, amigos y familiares, la repercusión mediática y el haber puesto contra las cuerdas a las mejores selecciones del mundo. Alcanzar a Argentina, dominadora del palmarés con cinco entorchados, todavía suena lejano. Pero los imposibles solo hay que perseguirlos un poco más.
Sin embargo, la cara menos buena es la situación que se descubre en el polo nacional después de este éxito. Cuando gracias a una victoria mundial se acentúa todavía más la falta de protagonismo de un deporte que surgió hace más de 2.000 años en Asia central entre reyes y ejércitos. Actualmente, en España hay unos 800 practicantes profesionales de esta disciplina y su núcleo central se sitúa en Sotogrande, San Roque (Cádiz).
Pelayo cuenta así a EL ESPAÑOL cuál cree él que es la situación que vive el polo: "No es un deporte tan accesible como pueden ser el fútbol o el baloncesto. Pero creo que hay que quitar esa etiqueta de deporte elitista e inaccesible que tiene. En ciudades como Madrid o Barcelona hay clubes y desde ahí se puede acceder a él. En Andalucía, por ejemplo, está Sotogrande, que es uno de los focos más grandes en Europa. La idea es seguir creciendo, que haya más polo en España y que crezcan nuevos jugadores".
La idea de nuestra generación es intentar cambiar la etiqueta de que es un deporte elitista porque eso es erróneo
El polo lucha día tras día para quitarse el estigma de ser considerado un deporte para ricos, algo que irrita y mucho a sus practicantes: "Yo no lo considero como una crítica. Es una etiqueta que es errónea. Lo que hay que hacer es intentar llegar a todo el mundo y demostrar que es un deporte igual que otro, súper duro".
"A lo mejor sí, no es tan fácil de acceder a él en general, pero una vez que te das cuenta de que es un deporte magnífico, con caballos, por equipos y muy duro, que requiere de mucho tiempo y entrenamiento, ves que merece la pena. La idea de nuestra generación es intentar cambiar esa etiqueta y demostrar que es un deporte más accesible. Sería magnífico que muchos más jugadores españoles quisieran practicarlo".
Pelayo cree que el éxito que acaban de conseguir puede ser fundamental para aumentar el interés por su deporte y para que tenga una mayor repercusión mediática: "Es importantísimo. Es clave haber conseguido esta victoria para que la gente en España vea que es un deporte mucho más accesible, mucho más cercano de lo que creen. Creo que pudo pasar en su día en la Fórmula 1 con el hito de Fernando Alonso o en el tenis con Rafa Nadal. Hay que seguir trabajando en ello. Es un primer paso para poder acceder y llegar a la gente".
Además, el jugador español cree que esa labor no solo debe recaer sobre la Real Federación Española de Polo: "No es solo cuestión de la Federación. El polo necesita ser un deporte más popular, más mediático y que tenga más seguidores. La Federación hace lo que puede. Pero creo que también es clave que los medios de comunicación apoyen, que salga en los periódicos, en la televisión y poder llegar al público más en general y así hacerlo más popular dentro de la población".
Berazadi, héroe de la final ante Estados Unidos, confiesa que no solo tienen un conflicto abierto con esa condición de elitismo que les rodea, sino que hay un problema en ciernes con el sector animalista por su trato con los caballos. No obstante, él se defiende con fiereza y argumentos.
"Te pueden atacar. Yo creo que también la gente no sabe de esto y es muy fácil hacerlo. En el polo al caballo se le considera un atleta, se le cuida más que a los propios jugadores. En el caso concreto de competiciones internacionales como en los europeos sucede todavía más. La principal prioridad es cuidar al animal, no llevarle a sufrir ni a ser maltratado ni muchísimo menos. Se suele decir que el caballo en este deporte es el 70% u 80% y por lo tanto lo tratamos mejor que a los propios jugadores. Obviamente es un deporte de roce, duro, pero siempre pensando en el animal".
Y por último, Pelayo despide su charla con EL ESPAÑOL después de ser flamante campeón del mundo enunciando los valores que para él tiene su deporte: "Para mí eso es lo más importante. Creo que es un deporte de equipo muy sano en el que los caballos tienen un rol muy importante. También se compite al aire libre, se trata con animales, con compañeros y en un ambiente súper sano. Eso creo que es lo más fundamental. Y ya si encima se dan los resultados como se han dado, pues ya es espectacular".