La NFL es una liga que cambia en poco tiempo. La sobrerreacción es un plato que está en la mesa de la mayoría de los Talk Shows estadounidenses y cuando tiene que ver con los Dallas Cowboys todo se magnifica. Si hace una semana su tremenda victoria ante los Eagles les ponía en el foco como aspirantes reales a la Super Bowl, la bochornosa presentación en Buffalo, donde perdieron por 31-10, les manda de nuevo a ese diván en el que aflora el hecho de que fuera de casa (3-4) son un equipo vulnerable y que ha sido zarandeado por San Francisco y los Bills. En la última década, nunca un campeón de la Super Bowl fue vencido por 21 puntos en uno de los últimos cuatro partidos de la temporada regular.
Josh Allen lanzando menos de 100 yardas, ¿estás de broma?
Si hay una línea que dice más del partido que el estruendoso, y coherente, marcador final, es la estadística de Josh Allen, que lanzó solo en quince ocasiones para 94 yardas. Nunca en su carrera ha tenido menos intentos de pase y sólo en tres ocasiones, en su temporada de novato, lanzó para menos de cien yardas. Especialmente desde su tercer año en la NFL, los Bills han sido el show de Josh Allen, demasiado solo en muchas ocasiones. Desde el despido de Ken Dorsey como coordinador ofensivo y la llegada de Joe Brady, los Bills se están organizando diferente.
Allen sigue siendo el jugador en torno al que gira todo pero cada vez más los Bills están intentando establecer un juego de carrera tradicional en torno a James Cook, también tremendamente utilizado en el pase. En los últimos cinco partidos ha superado las 100 yardas totales de ataque y contra los Cowboys tuvo el mejor partido de su carrera con 221 yardas y 2 touchdowns. Los Bills contabilizaron un total de 226 yardas terrestres y tuvieron la posesión más de 35 minutos. El juego de carrera, por dentro y por fuera, zarandeó a una defensa de los Cowboys que no tuvo ni respuesta esquemática ni sobre todo física para parar la sangría. Los corredores de Buffalo promediaron más de 2 yardas después del contacto por intento.
Y los Cowboys qué, ¿lo de todos los años?
No hubo nada que rescatar del partido de los Cowboys. Nada. Defensivamente no
estuvieron a la altura física del partido. Y ofensivamente la línea de defensa de Buffalo
también se impuso a la de ataque de Dallas. Prescott tuvo presión casi todo el partido y las coberturas defensivas de los Bills desactivaron ese juego de precisión y pases rápidos de los texanos. El día de Nochebuena viajan a Miami para enfrentarse a unos Dolphins en lo que puede ser un choque de narrativas: de los Cowboys se dice que no pueden ganar a nadie fuera de su estadio y de los Dolphins que no pueden ganar a nadie en serio en general. Ambos van a competir en enero por avanzar en los playoff y el domingo tienen una oportunidad de irse con menos dudas a lo decisivo.
Los 49ers y después el resto
Si bien es cierto que perdieron tres partidos seguidos en mitad de la temporada, si hay un equipo inmune a la ciclotimia de la NFL, esos son los 49ers, el mejor equipo de la liga. Contra Arizona consiguieron su sexta victoria consecutiva por dobles dígitos, su décima en total de esta forma en la temporada. Brock Purdy lanzó para otros cuatro touchdown en un partido que explica bien lo que es esta máquina perfecta de Kyle Shanahan. Purdy completó 10 de 12 pases para 165 yardas y tres touchdowns en pases en los que el receptor tenía una separación de tres yardas o más (una auténtica locura). La capacidad física de los Christian McCafrey o Deebo Samuel en el esquema de San Francisco unido al talento de Purdy para explotar todo esto hace de los 49ers el mejor equipo de la NFL.