Tony Soto y Franco Tenaglia, durante su combate de 'bare knuckle' en el BKFC Spain

Tony Soto y Franco Tenaglia, durante su combate de 'bare knuckle' en el BKFC Spain BKFC

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Lágrimas de sangre y el show de McGregor: dentro de Bare Knuckle, una brutal velada a puño limpio en Marbella

Marbella
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Es extremadamente violento y sangriento, y viene a competir con las MMA y el boxeo. El Bare Knuckle, el deporte del boxeo sin guantes, desembarcó este fin de semana en España de la mano de una figura tan reconocida como extravagante: Conor McGregor. El irlandés es copropietario de BKFC, empresa que este sábado 12 de octubre celebró a lo grande uno de sus eventos en Marbella.

El Bare Knuckle nace con la premisa de volver a los orígenes y traer de vuelta el boxeo primigenio, el que se hacía sin ningún tipo de protección. A puño limpio. Impacta verlo en directo. Al público más casual, pero también al que más acostumbrado está a seguir los deportes de combate. Incluso a aquellos que los practican. "Están locos", se le escuchaba decir a algún rostro conocido del boxeo español presente en el evento.

Y es cierto, hay que estar algo loco para subirse a este ring, que cambia las cuatro esquinas por una forma circular, un 'coliseo' del que no hay escapatoria. Las peleas son más cortas, como es lógico, porque la brutalidad de los golpes 'desnudos' que se dan aboga por llevar al nocaut a uno de los dos púgiles. Todos se suben a combatir sin saber cómo terminarán. "Si quieres sangre, llámanos", esa es la premisa de McGregor con su Bare Knuckle. No le falta razón. EL ESPAÑOL fue testigo de ello.

Más de 5.000 personas abarrotaron un Marbella Arena que colgó el cartel de sold out. Eventos así, además, siempre atraen a la 'farándula'. Y en este caso, sobre todo, a las farándulas británica y alemana hipnotizadas por el brillo de la Costa del Sol y de la figura de McGregor. Hasta una leyenda como Boris Becker se dejó ver por ahí. Los precios de las mesas VIP se iban por encima de los miles de euros, y aún así no quedó ni una vacía.

En la cazuela no faltó ni un sólo ingrediente de la receta que tan bien funciona en los países de habla inglesa cuando celebran un gran evento de estos: adrenalina constante, lujo en cada rincón, azafatas con poca ropa... y barra libre de alcohol. Por no faltar, no faltaron ni las peleas 'improvisadas' en los baños y en las gradas del recinto. Como el deporte en sí, hay que estar predispuesto a volver al 'yo' más primitivo para acudir a un show de Bare Knuckle. Y una vez alcanzado, es indudable que se disfruta.

Conor McGregor junto a David Feldman, CEO de BKFC, durante el evento en Marbella

Conor McGregor junto a David Feldman, CEO de BKFC, durante el evento en Marbella BKFC

El ideador de esto, de Bare Knuckle Fighting Championship, es David Feldman. Este empresario que ahora es visto como el nuevo genio de los deportes de combate -su compañía es la de este tipo con el crecimiento más rápido del mundo- era hace no tanto un expeleador en ruina y diagnosticado de cáncer al que por su cabeza rondaba la oscura idea del suicidio. Inspirado por Bobby Gunn, un icono del bare knuckle, inició un camino en el que ha ido derribando puertas. La primera, la prohibición de su deporte en Estados Unidos. Hoy ha hecho eventos en siete países del mundo (EEUU, Canadá, México, Tailandia y sólo Inglaterra, Bulgaria y España en Europa) y su empresa, en sólo seis años de vida, está valorada en 400 millones de euros.

Feldman y McGregor señalaron España como un punto clave de su expansión. Si la UFC de Dana White planea aterrizar en el país en 2025, con Ilia Topuria como gancho, ellos ya lo han hecho. Y no se quedarán ahí. El éxito en Marbella les anima a repetir en la misma localización el próximo año y apuntan a llegar en verano en Madrid, con el sueño vivo del Santiago Bernabéu.

Historias de superación

Hasta ahí lo superficial del evento y lo que concierne a sus 'jefazos'. Pero si se bucea en esta disciplina, como en todos los deportes de contacto, lo que se encuentra son guerreros dispuestos a darlo todo (y con 'todo' nos referimos a su propia integridad física) para satisfacer los deseos más sangrientos de aquellos que simplemente miran. Son su sacrificio y sus historias los que emocionan.

Como la de Dan Chapman, un peleador galés con un récord invicto en boxeo (5-0-0) que se estrenó en el bare knuckle. Lo hizo derrotando por KO técnico al checo Mike Jurik. Pero detrás de su aspecto rudo, quedó claro en un encuentro con la prensa, en el que estuvo presente EL ESPAÑOL, que para competir en un deporte tan brutal se puede ser buena persona.

La vida de Chapman giró en su infancia en torno a las drogas, el alcohol, el abuso doméstico y la violencia, como ha contado en alguna ocasión. No tenía a nadie que le ayudara. Y al recordarlo en Marbella, tras su victoria, no pudo evitar romper a llorar.

"Para mí, es fácil decir que vengo de la nada, pero cuando has pasado por estos malos momentos en la vida, es muy importante lidiar con el trauma que viene después. Así que en mi caso, desde joven, aprendí a lidiar con los traumas. Encontré un buen hogar de acogida cuando tenía 13 o 14 años, y en ese momento, para mí, fue difícil porque yo era un niño 'roto'. Así que estaba en un hogar donde me mostraron amor (rompe a llorar entre los aplausos). Cuando logré lidiar con mi pasado, me permitieron abrirme para que yo también pudiera darles amor. Así que, sí, he superado algunas cosas difíciles en la vida (contiene las lágrimas)", expresó emocionalmente tras la batalla.

Dan Chapman, peleador de 'Bare Knuckle' Adrián Rubio

El nuevo rey del 'bare knuckle'

Aunque si hay que hablar de historias, no se puede no hacer de la del hombre que acabó siendo el rey de la velada en el Marbella Arena: Franco Tenaglia. Este peleador argentino, que vive en Alicante y entrena en el gimnasio que vio crecer a Ilia Topuria, es ahora campeón mundial de BKFC. Un dulce premio a una vida cargada de dramas: fue deportado cuando era más joven de Nueva Zelanda, formó parte del bajo mundo de las peleas clandestinas en Gran Bretaña y en Londres fue atropellado a concencia por una furgoneta, provocándole heridas que hicieron temer por su vida. En Alemania trabajó para la mafia albanesa como seguridad y acabó en la cárcel seis meses. Todo, absolutamente todo, mereció la pena para él llegados a la madrugada del sábado al domingo.

"Que loco que un Franco gane en el Día de la Hispanidad", apareció bromeando en la sala con los medios. Alguno ni se enteró de lo que dijo, perplejo por cómo lucía Tenaglia. Su rostro, desfigurado, estaba repleto de brechas e hinchazones. Eran las marcas de guerra de su batalla con Tony 'Loco' Soto, que se fue a los cinco asaltos y se decidió por puntos dada la absoluta igualdad del combate. La mayoría, hay que decirlo, jamás se había encontrado con un cuerpo tan castigado a tan poca distancia.

"Yo peleaba en naves, en montañas, en el medio de la nada en países como Polonia o en algunos de Europa del este... Pasar de pelear así a ahora ser campeón del mundo es una locura, la verdad que un sentimiento hermoso el que tengo, y en 2025 vendré más fuerte", decía Tenaglia hablando como podía. "Me encanta esto, nací para esto y quiero que me pongan a los mejores", afirmaba con su flamante título en el hombro.

"Me encantan las peleas así, las peleas sangrientas. Fue duro", reconocía. Y tan duro. Durante unos segundos se paró la rueda de prensa para coger unos pañuelos y limpiarse la lágrima de sangre que nacía de su ojo izquierdo y corría por su cara fruto de algún traumatismo. A Tenaglia le dolía todo el cuerpo, pero para él era más fuerte el sentimiento por lo logrado.

Franco Tenaglia, tras su victoria en Bare Knuckle Adrián Rubio

"Que venga Conor McGregor, alguien a quien admiraste desde que empezaste en el deporte, y te diga 'el mundo es tuyo' después de que te caguen a trompadas, y que encima se te pague, ¿qué hay mejor que eso?", sostenía. McGregor, por cierto, anunció tras la pelea, que calificó como "la mejor de la historia del bare knuckle", que doblaba la bolsa de dinero tanto al que ganó como al que perdió. Se lo merecían tras haberse expuesto de la manera en la que lo hicieron.

Igual de contundente que los puñetazos que lanzaba minutos antes fue el mensaje que quiso mandar en un momento de gloria: "Todo se logra con actitud. Yo no quiero dejar mensajes motivacionales de esos, de 'lucha por tus sueños...'. No. Me parecen una boludez. Con actitud, el ser humano evoluciona y avanza. El sufrimiento es algo bueno, chicos. Hay que ser más hombres, la mente está muy débil. Nosotros crecemos con adversidades y necesidades, puedo decirlo por mi cara. Hay que meterle actitud".

Franco sabía bien para quién iba su victoria: "Se lo dedico a mi madre y a mi abuela. A ellas les decía: 'Sé que estoy muy loco, que no me vais a entender, pero tengo un plan de acá a diez años. Créanme que es un plan a largo plazo y va a funcionar'. Cuando contás que querés ser campeón del mundo con 15-16 años, la gente no te toma muy enserio en general. Todos tenemos techo y piensan que es una locura. Por suerte estoy loco y lo pude conseguir. Se lo dedico a mi madre, a mi abuela y alguna ex que hay por ahí...". Y entre risas por esa coletilla final, pero sobre todo aplausos, Tenaglia se marchó. Como podía, eso sí. Complicado pensar que esa noche pudiera descansar. En su profesión, y más con la forma en la que se lo toma él, es todo o nada; subirse al ring sin pensar en si podrá bajarse de él.

Fue el broche a un fin de semana de emociones en Marbella, que empezó con el pesaje y la fiesta de McGregor en una reconocida discoteca de la ciudad y que terminó viendo correr la sangre en la antigua plaza de toros. Pero no hubo estocadas ni cornadas. Sólo golpes a puño limpio (muchos), acompañados de abrazos que dejaron todos y cada uno de los competidores con sus rivales. Eso es lo bonito del deporte, por violento que sea.