Kilian Jornet: "En los Alpes viví momentos en los que pensaba que me iba a quedar allí y no iba a ver crecer a mis hijas"
- EL ESPAÑOL habla con el atleta catalán tras conseguir el récord de escalar los 82 Cuatromiles de la cordillera europea en tan sólo 19 días.
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El 11 de agosto de 2015, el idolatrado alpinista Ueli Steck alcanzó la cima de Barre des Écrins, el último pico por encima de los 4.000 metros de altitud de los Alpes que le faltaba por tocar. Con aquella ascensión, el escalador suizo escribió una de las páginas más gloriosas en la historia de esta disciplina, ya que conseguía encadenar de manera consecutiva los 82 Cuatromiles de los Alpes, un hito casi sin precedentes en la historia.
Steck necesitó 62 días para completar esta hazaña, la cual consiguió realizar sin emplear sistemas motorizados. Ni siquiera esquís. Sólo corriendo y montando en bicicleta para conectar una cima con la siguiente. Un reto que le llevó a igualar la heroicidad que habían conseguido en el año 2008 Franco Nicolini y Diego Giovannini. Aunque en su caso sí utilizaron esquís para desplazarse entre algunos apuntos.
Estas tres leyendas del alpinismo consiguieron completar una misión histórica, mejorando en más de cuatro semanas las previsiones más esperanzadoras, ya que los expertos indicaban que lo mínimo que se podía tardar en finalizar con éxito esta locura eran entre 80 y 90 días.
Sin embargo, ni esos expertos ni leyendas como Nicolini, Giovannini o Steck se habían enfrentado a la osadía de un superhombre llamado Kilian Jornet. El catalán completó hace algo más de un año, en octubre de 2023, uno de los retos más trepidantes de su carrera. Ascender 177 cimas por encima de los 3.000 en los Pirineos. Y tras completar aquel objetivo, se dio cuenta de que podía plantearse la gran empresa de su vida: desafiar a los Alpes y los récords de Nicolini, Giovannini y Steck.
Por ello, el esquiador, corredor de pruebas de trail y máxima resistencia y alpinista español se propuso ascender los 82 Cuatromiles de los Alpes en el menor tiempo posible, pero de un modo nunca antes visto: empleando rutas casi sin explorar en la montaña para encadenar una cima con otra. Descendiendo de las alturas lo justo y estrictamente necesario.
Un modus operandi que ponía en juego su vida, pero que pretendía reducir al máximo el tiempo de espera entre una cima y otra, acortando las distancias, pero aumentando el riesgo. Pico a pico, durmiendo unas 5 horas de media al día, realizando jornadas de más 20 horas de actividad, escalando, corriendo y pedalenado, enfrentándose a condiciones climatológicas extremas y muchas veces casi sin posibilidad de alimentarse e hidratarse, Jornet fue dando forma a su estratosférico reto.
Y en tan sólo 19 días consiguió lo que parecía imposible. Escalar las 82 cumbres por encima de 4.000 metros de una cordillera tan sinuosa y peligrosa como los Alpes. En total han sido más de 1.000 kilómetros de recorrido, más 250 horas de actividad y más 70.000 metros de desnivel acumulado en menos de tres semanas que han escrito una de las páginas más gloriosas en la historia del alpinismo.
Números que han terminado dando forma a Alpes Connections, el nombre con el que Kilian Jornet y todo su equipo bautizaron este magnánimo proyecto que nació muchos meses antes de pisar por primera vez los Alpes. Concretamente, en aquellas semanas entre libros, mapas y rutas en las que primero Kilian, y después todo su equipo, fueron moldeando a un programa en el que el catalán se ha jugado la vida en varias ocasiones hasta el punto de temer por no volver a ver a sus hijas.
Ahora, casi tres meses después de haber cumplido con esta gesta, Kilian Jornet sigue dando vueltas a lo conseguido. Analizando datos físicos tan increíbles como el excelente control metabólico que ha desarrollado para no perder ni un sólo kilo en su aventura. Pero también, reflexionando sobre los momentos críticos en los que estuvo a punto de perderlo y en los puntos en los que todavía, ese 'superman' de carne y hueso, ven margen de mejora para seguir inspirando a los alpinistas del futuro. Y entre tanto análisis, Kilian saca tiempo para hablar con EL ESPAÑOL y repasar el que hasta ahora ha sido el viaje de su vida.
Bueno Kilian, ¿qué tal estas? ¿De vacaciones o Kilan Jornet nunca está de vacaciones?
Es importante tomarse un poco de descanso. Después de la travesía en los Alpes estuve un mes bastante parado. Yendo a correr, yendo al monte, pero sin ningún objetivo. Solo salir a moverme un poco, pero sin pensar en ningún objetivo. No eran sesiones de entrenamiento, sino para disfrutar y ya está. Con tranquilidad.
Han pasado ya algo más de dos meses desde que terminaste tu reto. ¿Te ha dado tiempo ya a asimilar la magnitud de lo que has hecho y de lo conseguido?
Bueno, la magnitud es muy relativa. Al final es lo que lo que a cada uno le pueda implicar, lo que le pueda hacer cambiar o le pueda impresionar. Sucedieron muchas cosas a nivel externo y a nivel interno. Durante casi tres semanas estás viviendo, aunque sea en Alpes, que es un lugar muy cercano, como si estuvieras en otro mundo. Y luego hay que bajar, volver a la tierra, a la rutina del día a día...
Cambia completamente, ¿no? Ha habido situaciones con cierto riesgo y en las que la toma de decisiones ahí arriba... Son momentos que luego hay que pensarlos para ver qué se ha hecho bien, qué se puede mejorar, por qué hemos tomado esas decisiones y siempre intentar mejorarlo. Por otra, parte también hemos intentado tomar medidas para seguir haciendo estudios y eso nos llevará unos cuantos meses aún de recopilar datos y de ponerlo todo un poco en orden.
¿Este reto ha sido más especial o más difícil? ¿Y en qué posición te atreves a ponerlo de entre todas las grandes hazañas que has conseguido a lo largo de tu carrera durante todos estos años?
Normalmente, en proyectos grandes es un poco más difícil. Porque como persona evolucionas a nivel técnico, a nivel físico y a nivel de experiencia. Si miro esto hace diez años no hubiera podido hacerlo por capacidades. Pero hace diez años seguramente los proyectos que hacía, en el momento en el que estaba, eran igual de difíciles que este. Entonces es una evolución de ir viendo las capacidades como van creciendo y ver hasta donde puedo hacer un reto con sentido y de nivel.
Yo creo que aquí se han juntado muchas facetas. Por un lado la parte física de pasar tantas horas haciendo actividad, por otro la parte técnica del recorrido y la parte mental sobre todo de estar muchas horas concentrado cada día sin intentar gastar energía. Porque al final el cerebro es el órgano que gasta más energía y en situaciones que de las 20 horas de media que estaba por el monte, pues quizá 15 tenía que estar muy concentrado porque si hacía un movimiento en falso pues podía morir. Entonces requiere mucha concentración y eso durante tantos días era realmente un hábito. Todo eso junto hace que hasta hoy haya sido el reto, si no más duro, el más completo que he hecho.
Hacer un ranking es muy difícil porque también son muy distintos. Por ejemplo, este de los Alpes comparado al de los Pirineos pues seguramente era mucho más difícil. Pero en Pirineos, el hecho de hacerlo sin recopilar información alguna, también hizo que lo fuera. Las ascesiones en el Himalaya también son distintas...
A mí lo que me gusta es ser un poco camaleón y poder hacer un reto más técnico en montaña, ir a hacer una carrera larga o hacer una carrera corta justo dos días antes de empezar lo de los Alpes. Esa fue una carrera de 2 horas y media y corrimos muy rápido. Entonces, para mí el reto era casi igual. La nota y la satisfacción para mí es la misma, la de ser capaz de correr a esa velocidad y la de ser capaz de hacer un reto así. Es difícil clasificar porque son cosas muy distintas.
Si nos vamos un poco al principio de este reto está claro que buscabas algo para conectarte con la montaña y con la naturaleza. Venías, como decías, de hacer algo más o menos parecido en Pirineos. Aunque esto iba a ser mucho más difícil. ¿Cuándo surge de verdad el reto de Alpes Connections? ¿Y por qué en los Alpes?
Pues surgió a las pocas semanas de terminar el de Pirineos. Yo viví en Alpes durante unos diez años, estuve allí desde 2009. Y sí que lo había imaginado y había hecho algunos tramos de encadenar tres, cuatro o cinco picos. Y esas eran un poco las ideas que tenía. Y al terminar Pirineos vi que era posible hacer eso, encadenar durante muchos días en un terreno más técnico. Y es entonces cuando al salir de Pirineos y ver que había aguantado eso, surgió la opción de ordenar esas ideas que tenía antes, de encadenar todos los Cuatromiles de la zona del Valais de Suiza o algunas travesías del Mont Blanc.
O quizás se podía hacer algo más grande que esos proyectos que imaginaba hace años encadenando todos. Había zonas que conocía bien porque había vivido allí muchos años, pero zonas que no. Pero en los Alpes, un poco por la historia, porque al final Alpes también es el lugar donde nació el alpinismo, todas las primeras grandes ascensiones... y también es un lugar que es cercano, que era fácil de hacer el proyecto, con la familia y también buscar eso en un lugar que está masificado, pero donde hay accesos para buscar esa parte más de aventura. Es decir, no hace falta ir a Himalaya para encontrar aventuras.
Al final, durante la travesía, la mayoría del tiempo estuve solo, muchos días sin ver a nadie, que a veces en Himalaya es imposible encontrar eso. Y aquí en Alpes, en lugares que normalmente están súper frecuentados, se puede encontrar también esa aventura.
Una vez decides hacer este proyecto y que lo pones en marcha con tu equipo, ¿cuánto tiempo pasa hasta que empieza a ser una realidad? Desde Pirineos hasta aquí ha pasado casi un año. ¿Cuáles han sido para ti las claves más importantes desde el punto de vista logístico?
Pues primero, antes de explicárselo a mi equipo estuve unos meses planteándomelo y viendo si era factible, viendo si era una flipada o si tenía algo de sentido. Y aquí sí que hay un proceso muy grande de mirar mapas y guías. Al final, al no ir subiendo y bajando por las vías normales, sino encadenando, pues había que encontrar las rutas para hacer eso, las que tenían más sentido. Y fueron unas 160 y pico rutas de escaladas distintas.
Entonces, había que buscar la información de eso, hablar con amigos de zonas concretas para saber si se podía conectar todo, pensar el tema de las condiciones, que eso sí que era la cosa más complicada seguramente en los Alpes comparado con Pirineos. Allí, si encuentras buena meteo pues no hay que pensar mucho en el peligro. Aquí sí que estuve dudando porque si lo haces a principio de temporada hay más nieve. La zona de Mont Blanc, por ejemplo, es mucho más segura, pero luego en la zona de Valais es más lenta. Y pensar un poco en todo eso fue lo que me llevó más tiempo.
Y ya cuando se lo planteé al equipo empezamos a organizar la parte más logística. Éramos un grupo pequeño y nos íbamos siguiendo con una furgoneta. Yo creo que lo más difícil fue buscar toda la información de todas las rutas, pero sabiendo que vas a improvisar porque tienes que buscarte la vida. Pero sí tener un poco claro las alternativas que puede haber para que cuando estés ahí arriba no empezar a tener que buscar la información, sino ir siguiendo el plan.
Y a nivel de entrenamiento, ¿dejaste un poco de lado la parte más de corredor y te centraste más en tu parte de escalador?
Pues la verdad es que no porque tenía una carrera justo dos días antes de empezar. Esta temporada sí que es verdad que en octubre, noviembre y diciembre, aquí donde vivo, en Noruega, hubo muy buenas condiciones para la escalada en hielo y para el alpinismo. Y durante esos tres meses casi estuve solo escalando en hielo y haciendo alpinismo. Pero luego ya empezó el invierno y volví a hacer más volumen. Y luego toda la temporada de trail que realmente estuvo muy enfocada en correr rápido. De hecho esa carrera previa fueron 2 horas y 25 minutos y eso dentro del trail es velocidad.
Así que el entrenamiento estuvo muy enfocado a eso. Pero sí que es verdad que sabiendo que el año pasado hice Pirineos, que ya fue un estímulo muy grande en ese sentido, y habiendo hecho el año pasado otro proyecto largo aquí en Noruega y también en el Himalaya, sabía que las tiradas más largas, es decir, de estar cinco, seis o diez días metiendo 20 horas, lo tenía bastante reciente, de hacía solo unos meses. Entonces no hacía falta que me pusiera a hacer tiradas largas porque me perjudicaría mucho en la carrera y en la competición. Y tampoco iba a mejorar mucho lo otro.
Entonces era llegar en muy buena forma física para la carrera, y la parte más alpina y de escalada tenerla controlada. Pero a nivel de escalada tampoco fue técnicamente extremo, lo que pasa es que son muchas horas en terreno alpino y es más a nivel mental, de estar muy confortable moviéndote en ese terreno. Y sí que es verdad que cuando entreno, incluso cuando estoy preparando objetivos de correr, cada semana, al menos un par de días, voy a escalar al monte sin cuerda. Y así te vas acostumbrando a estar confortable en zonas donde no puede haber fallo. Por eso iba tranquilo.
Con la perspectiva de estas semanas y de estos meses que ya han pasado, ¿has digerido un poco las críticas que recibiste de aquellos que decían que no era alpinismo? ¿Por qué crees que lo hacen? ¿Quizá por envidia?
La verdad es que no lo miro y no leo nada desde hace años. Al peso que puedan tener las redes sociales ya no le doy ninguna importancia. Cuando miras lo que se dice y son voces anónimas es más para buscar la polémica que para buscar un fondo. Y eso lo vemos en todo, en la política, en el deporte... no tiene sentido. Para mí, lo que es importante es lo que digan las personas cercanas y también la comunidad de montaña.
Se trata de no hacer una aberración a nivel de estilo de navegación, de no dañar al monte en el sentido de utilizar unos medios que están perjudicando lo que puedan hacer generaciones próximas, de no hacer un proyecto con unos medios que matan la aventura como puede ser equipar las montañas o utilizar el dopaje o en Himalaya usar oxígeno. Así estás matando objetivos o proyectos para generaciones futuras más preparadas. Si al final estás dentro de esta épica, en la comunidad siempre encuentras algo positivo.
Yo no he recibido ninguna crítica, al contrario. Ahora habrá gente que con esta gestión, con esta alimentación, con esta forma de encadenar las montañas, pues habrá aprendido algo y quizá le pueda servir para un proyecto futuro. Esto al final es mucho de compartir. Las críticas vienen más de un anonimato y por buscar polémica más que para buscar un fondo.
¿Te encontraste con alguna persona que te dijera oye Kilian esto es imposible? O que, aunque no te lo dijera, que tú notaras que lo pensaba.
Sí sí, me lo dijeron. Y mucha gente que conozco bien. Había gente con la que he hecho muchos proyectos de montaña que cuando se lo planteé me lo decían. Gente que son amigos, que son guías o alpinistas de alto nivel y que cuando empecé a dibujar un poco la ¡idea de las distintas travesías para conectar cimas y pasos me decían 'no lo veo, no lo veo'.
Pero porque también hay muchas cosas que se tienen que alinear como la meteo, a nivel de condiciones y a nivel psicológico, poder aguantar tantos días con esa tensión... Y sí que era difícil que todo se alineara. Eso era lo más complicado y yo creo que tuve esa suerte. Evidentemente, en tres semanas tuve mal tiempo y condiciones mediocres, pero al final fue posible. Pero sí, la mayoría me decían que ni de coña.
Ahora que me hablabas del aspecto psicológico, ¿cómo de importante es la confianza en ti mismo en este tipo de retos?
Más que la confianza... Porque al final si tienes demasiada confianza la montaña te mata porque te pone ante situaciones en las que no eres capaz. Entonces para mí es importante ser ambicioso y visualizar estas ideas, pero luego ser muy realista de cuáles son mis capacidades y de cuáles son mis límites. Normalmente, al empezar un reto así, me pongo en la peor situación posible, me imagino si estoy en un pico y está habiendo una tormenta qué haría. No pienso que va a hacer buen tiempo y que las condiciones van a ser geniales, que me voy a encontrar bien y que voy a poder hacerlo en este tiempo.
Es mejor pensar en los momentos más críticos que puede haber, que puede haber caídas de piedras, que me puedo caer en una grieta, pensar si estoy en esta situación, cómo puedo salir de aquí. Y si antes de empezar el reto veo que en las peores situaciones puedo sobrevivir, es lo que me hace pensar que el reto es realista. Si veo que me pongo en la peor situación y que no tengo idea de cómo salir de allí no voy a ir porque condiciones perfectas no va a haber.
Entonces para mí es eso, más que confianza, es conocimiento de uno mismo y visión, pero con la humildad de decir hasta aquí llego. Antes de hacer el reto de Pirineos no se me había ocurrido porque había algunas cosas de la ecuación que no veía posibles. Y al hacer Pirineos se me desbloquearon y se me abrieron las puertas.
En Alpes Connections pasaste muchos momentos solo. ¿Qué se te pasaba por la cabeza? ¿Sentías miedo, ansiedad o incertidumbre? Porque al final son muchas horas solo, concentrado en el esfuerzo y en todo lo que tienes que hacer, pero quizás la cabeza también da muchas vueltas en esos momentos.
Normalmente, cuando estás en el momento más técnico, estás muy concentrado en el movimiento. Y había días que empezaba y estaba tan concentrado que pensaba que llevaba dos horas y miraba el reloj y habían pasado 15 horas. Es decir, el tiempo pasa muy rápido porque estás muy concentrado todo el rato. Y luego dónde piensas más quizá es en el momento de acercarte a lugares que conoces. Por ejemplo, en la zona de Mont Blanc, que la conocía, sabía que iba a estar en muy malas condiciones por la época del año, por cómo estaba.
Otro ejemplo. Un día salí hacia una travesía y estaba que me arrastraba, físicamente estaba bien, pero mi cuerpo no quería avanzar en lo psicológico porque sabía que ese día iba a tomar unos riesgos muy altos. Entonces te viene un poco todo a la cabeza. Más que pensar en la familia, hay momentos que veía que había bastantes posibilidades de que me quedara allí y entonces sí que piensas 'soy gilipollas por no haber dado media vuelta en ese momento'.
Y además no es una sorpresa, no es decir me encuentro aquí por casualidad, no lo he visto venir. Es decir, lo sabes, lo ves venir y sigues avanzando. Son esas contradicciones que a veces tenemos. Y sí que dices ostras, pues quizás no voy a ver crecer a mis hijas. Son flashes que te vienen. Pero luego te concentras evidentemente en lo que estás haciendo, en hacer bien los movimientos. Y también hay momentos de pura belleza.
Por ejemplo, subiendo el Weisshorn en Suiza, durante la escalada que era una vía de 800 metros, con la puesta de sol... Era brutal. Allí no sientes nada, al contrario, el cuerpo va ligero y va subiendo, va fluyendo y vas pensando qué suerte tengo de estar aquí y de ver esta atmósfera que hay, del paisaje con los colores de la luz, con la fluidez del movimiento... Y es que hay momentos mágicos.
Hay momentos que hay ese estrés y esa tensión, pero también creo que el ser capaz de hacer ese reto fue porque soy capaz de, en momentos de mucha tensión, cuando hay un derrumbe de piedras y te pasan silbando por aquí, o cuando hay una caída que hay ese chute de adrenalina y de cortisol, pues ser capaz de en pocos segundos o minutos volver a una normalidad. Porque si no, si estás siempre con un nivel de estrés muy alto, es imposible. Puedes hacer un día, dos, pero no más. Entonces era eso. Al final la mayoría del tiempo era solo estar concentrado con el movimiento.
Creo que al poco de terminar dijiste que te habías expuesto demasiado en algunos momentos. ¿Tienes algún momento que recuerdes especialmente crítico a nivel de peligro?
Sí, básicamente en esa travesía porque sí que hubo un momento que... Hice el primer pico y estaba está muy, muy descompuesto, se caía todo. Y hubo un momento en que podía decidir dar marcha atrás. Lo veía descompuesto, pero se podía hacer. Otra opción era bajar a tirar nuevos rápeles y desescalar un lugar que sabía que no iba a poder volver a subir. Si empezaba a bajar por ahí ya luego tenía que terminar esa travesía y sabía que iba a estar muy mal de condiciones. Y en ese momento sí que dices bueno, pues me comprometo a seguir para adelante porque la única salida es por ahí.
Ese momento sí que fue de bastante estrés desde ahí hasta que llegara al final. En esa travesía iba a estar 6, 7 u 8 horas que cada movimiento era crítico. Había caídas de piedras... Tenías que ir muy al tanto de todo. Esa decisión en ese momento la tomé y no estaba contento de tomarla, pero la tomé sin pensar mucho. Al final es mucho de ir fluyendo y la situación te lleva para allí aunque lo vayas racionalizando, pero el instinto te lleva a tomarla.
Cuando salí de la zona más grave de peligro no hubo ese momento de adrenalina. A veces cuando haces una vía en solo, sin cuerda o una bajada de esquí extrema y llegas abajo hay ese chute de euforia, de decir he salido de aquí y allí era al contrario. Cuando llegué afuera no estaba ni contento, ni enfadado, ni triste... Era una sensación de no estar bien con la decisión que has tomado. Pero eso sí que fue más razonado, de decir entro en la zona que va a ser peligrosa.
Y luego en otra zona en el Mont Blanc que estaba muy bien, las condiciones eran buenas e iba escalando muy bien, hice una travesía en un glaciar que hubo un gran derrumbe de rocas y me cayó encima. Y ahí sí que es distinto porque es más una situación de salir de allí lo más rápido posible y tomar decisiones muy rápidas y muy precisas para salir de la zona de peligro. Seguramente han sido los dos momentos de más riesgo, pero de una forma muy distinta. Uno más de salir de un peligro que estaba sucediendo y el otro de prevenir un peligro que era muy probable que pasara.
Todos estos peligros los vives en primera persona, pero hablando con tu equipo, ¿te llegaron a confesar cómo vivían esos momentos en los que te ibas sin saber cuántas horas iban a estar sin verte y esperando a recibir algún mensaje para saber que todo iba bien? Me imagino que tendrían una gran sensación de incertidumbre. No sé si te lo escondieron un poco durante el reto o si tú lo palpabas aunque no se hablara de ello.
Al final el equipo era muy pequeño también por eso, porque en un reto así pues también quieres que sea gente que te conozca bien y que antes de salir de una etapa o cuando llegas de una situación así sepa cómo hablarte o cómo reaccionar. Ahí realmente veía a mi madre, a Aina, que es una chica que trabaja con nosotros y que ha venido a Himalaya y que en Pirineos también estuvo. Y luego había tres fotógrafos que también conozco desde hace mucho tiempo. Y aunque hubiera esa tensión, que yo la podía sentir, pues tampoco le damos importancia porque conocemos y sabemos cómo es esto. Y ellos saben también de mis capacidades y que si he llegado hasta aquí hoy es porque algunas decisiones he tomado bien en la montaña (risas).
También he sabido dar media vuelta muchas veces y hay que tener esa confianza en el otro. Evidentemente, hay días que sabes que las condiciones iban a ser malas y se sufre más. Entonces esos días hablar poco, pero enviaba algún WhatsApp o algunas fotos bonitas y les decías mira qué piedra que me he encontrado. Sobre todo a mi mujer. Pero si no era más bueno, 'sabemos que es un día que es complicado y hay que confiar. Yo creo que es importante la confianza en el otro. Yo por mi parte saber que voy a ser capaz de renunciar a seguir si veo que las cosas no están bien y ellos pues estar tranquilos y que tampoco me pongan presión. Porque al final hacemos esto por disfrutar y por aprender.
Alpes Connections ha sido un gran reto físico. Partiendo de la base de que ya has demostrado ser un superhombre, ¿te ha servido para explorar de verdad tus límites? Han sido muchas horas de actividad seguida, con la alimentación y la hidratación justa, durmiendo sólo cinco horas de media al día...
Sí, sí. Primero por lo que sentí. En Pirineos, cuando hice la travesía, fueron ocho días y en ocho días perdí creo que siete kilos. Y lo notaba que día a día me iba degradando, que físicamente me iba fundiendo y no era capaz de mantener un nivel físico. Y aquí en Alpes ya lo planteamos distinto el tema de la nutrición. Y lo que fue increíble es que en los dos últimos días iba muy bien, podía correr rápido subiendo y realmente eso fue un gran cambio.
En retos así hay un desgaste metabólico enorme. Por poner un ejemplo, la media de calorías que consumía a diario eran 8.000 o casi 8.500 calorías por día y cuando estaba en el monte podía comer muy poco. Había muchas etapas que en 20 horas podía beber un litro de agua y comer sólo lo que llevaba, es decir, muy poco. Entonces comía mucho abajo. Pero el poder mantener el nivel con con esas condiciones... No perdí ningún kilo, empecé con 54 kilos y terminé con 54 kilos. Eso quiere decir que mantenía un estado metabólico estable y creo que fue realmente interesante. Hemos conseguido en unas tiradas tan largas, con un estrés cognitivo tan grande y con un estrés físico tan brutal, mantenernos a nivel metabólico más estables a pesar de tener un consumo enorme.
Eso fue muy interesante a nivel físico. Y luego a nivel cognitivo, cuando terminaba una etapa tenía niveles como si hubiera tenido en ese momento un accidente de coche, es decir, estaba súper alterado, con a las pupilas dilatadas... Pero durmiendo una hora volvía a niveles basales. Día a día podía asimilar ese estrés cognitivo y estar fresco mentalmente para seguir. Aunque hubiera situaciones de mucha tensión, podía recuperar muy rápido y estar tranquilo. Esas dos cosas fueron los dos grandes interrogantes que hacían que no supiéramos si iba a ser posible o no.
¿Qué porcentaje de satisfacción te ha dejado este reto? ¿Te sientes una inspiración para otras personas que vengan por detrás? En tu carrera estás acostumbrado a superar muchos récords y en Alpes lo has vuelto a hacer y seguramente vas dejando un camino para todos aquellos que vienen por detrás y que gracias a los mundos que tú exploras van a poder encontrar también sus propias retos.
A nivel personal la satisfacción fue máxima. Primero por lo vivido porque realmente fue precioso. Hay muchas rutas y muchas montañas muy bonitas y solo el hecho de estar allí escalando, viendo esos paisajes, pasando las noches ahí, las puestas de sol, las salidas del sol que fueron increíbles... Disfruté mucho. Y por otra parte aprendí mucho y creo que eso al final es lo que también motiva a uno, decir he terminado eso y sé más cosas que cuando empecé.
Y aunque suene un poco egoísta, creo que sí que va a ser inspirador por dos cosas. Primero, por lo que hemos estudiado, lo que te decía antes. Hemos visto que el metabolismo reacciona de esa manera y que a nivel cognitivo lo hace de esta forma. Sabemos algo más de la ciencia, sabemos algo más de cómo funciona el cuerpo humano en esas situaciones. Y eso yo creo que sí que puede ayudar, ya no solo en la parte del rendimiento, sino también de la salud. Las condiciones extremas a nivel cognitivo o a nivel físico a veces suceden porque somos masocas y nos ponemos a hacer estas actividades, pero otras veces pasan porque tenemos problemas de salud, enfermedades... Y quizá algo de lo que hemos visto pues puede servir. Eso sería genial.
Y por otro lado sí creo que puede inspirar. Antes los que tenían los tiempos más rápidos de encadenar los Cuatromiles eran Ueli Steck y Franco Nicolini y lo hicieron en 60 días. Y no fue porque porque yo sea mucho más fuerte que ellos. Ha sido más porque durante estos años hemos ido aprendiendo otra forma de movernos en el monte y fue más bien la idea de plantearlo muy distinto de cómo lo plantearon ellos.
Los últimos días iba acompañado de otros alpinistas e íbamos hablando de eso y decían, ¿esta estrategia que has utilizado aquí crees que la podemos plantear en Himalaya? ¿Crees que la podemos plantear en paredes muy técnicas? Y salían motivados para ir a probar algunas de las cosas de estas estrategias. Eso es lo que nos retroalimenta, que otra persona lo puede aplicar en otra montaña. Yo te puedo inspirar a ti y es como se puede evolucionar en mi opinión.
Te voy a preguntar también por el futuro. Creo que una de las mejores pruebas de que terminaste muy bien es que se te planteó el correr Ultra Pirineu y te llegaron a frenar. ¿Tienes ya algún reto de estas características parecido a Alpes o a Pirineos en mente?
Después de Alpes sí que necesité tiempo de recuperar a nivel psicológico. He hecho carreras por aquí por Noruega, pero no tenía ganas de hacer un viaje y competir. Necesitaba un poco de tiempo también de reflexionar. Ahora estos meses son un poco los de empezar a plantear el calendario y como he dicho antes me gusta más esa faceta más camaleónica de ir adaptándome a diferentes cosas.
Tengo ganas de hacer algunas carreras y de hacer algún proyecto igual o parecido. En el Himalaya tengo ganas de hacer cosas, pero quizá no el año que viene. Ahora estamos esperando un bebé para 2025, entonces también quizás si hacemos viajes, pues hacerlos organizándonos con la familia. Yo creo que va a ser importante a la hora de plantear qué retos hacer.
Disfruté mucho lo de los Alpes, estar tantos días haciendo actividades muy largas y sí que tengo ganas de hacer algo similar. Y luego algunas carreras, porque al final es muy estúpido, pero es una forma muy sencilla de motivarte para entrenar, de decir ostras este tío está muy fuerte y si quiero ganarle pues hay que entrenar bien. Es muy primario, pero funciona. Pero aún estoy con topos y mirando libros y mapas para ver qué es posible y dónde podemos ir con la familia.
Y a nivel de carreras, estás inscrito en Chianti... ¿Es Western States una opción o un plan?
Es una carrera que hace un montón que no hago. La última vez que participé fue en 2011. Y luego hay que clasificarse. Y como decía, voy a ver un poco con la familia al final porque vamos a tener un bebé en primavera y aunque ahora pueda plantear que voy a hacer esa carrera o esa otra, pues hasta que no venga y veamos cómo funciona todo, si podemos viajar, si podemos hacer cosas, pues el calendario va a depender de eso. Entonces sí que voy a hacer esa carrera... Bueno, depende de cuando llegue, pero tengo bastantes opciones. Ahora tengo un puzzle muy grande y depende de cómo vaya la primavera, pues voy a hacer algunas cosas y luego se irán abriendo otras puertas.
Las últimas dos ya para terminar. Te quiero preguntar por cómo está tu relación con UTMB y ese famoso boicot del que tanto se ha hablado y si será posible volver a ver a Kilian Jornet en Chamonix luchando por otra nueva victoria y quizás por otro nuevo récord.
Tenemos buena relación. No es la misma relación que tengo con Zegama o Hardrock que al final son amigos, pero con Michel hemos hablado unas cuantas veces. Por nuestra parte fue más ver que estaba yendo muy rápido hacia un lugar y que se había desconectado un poco de los atletas. Que también es normal. Es una empresa que creció muy rápido y se cortaron las comunicaciones con los atletas. Y al final sirvió para que empezáramos a hablar. No digo Kilian con ellos. Digo los atletas, a tener discusiones más bilaterales sobre temas que creemos que son importantes a nivel de comunidad, a nivel del impacto medioambiental que tienen esos eventos.
Creo que se está haciendo un buen trabajo, que se está discutiendo, que se están haciendo iniciativas que tienen sentido y es una carrera que quizás sí que me gustaría hacer otra vez. Estoy también en un momento en mi carrera deportiva que no tengo ninguna espinita de decir me gustaría ganar esa carrera o hacer esto porque estoy muy contento con lo que he hecho y no siento esa necesidad.
En este momento, cada año es mirar cosas que me motiven y me muevo muy en función de eso. Y sí que es verdad que retos como Alpes, como Pirineos o algunos en Himalaya me motivan mucho más porque me plantean objetivos distintos que ir a hacer una carrera en la que si entreno de esta forma pues ya sé cómo voy a rendir más o menos. Que luego el ganar o no depende de muchos factores, pero no es un reto intelectual y físico que no conozca. Entonces voy a seguir compitiendo porque también me gusta, pero luego es más eso, ver cada año en función del reto que tenga a qué carreras puedo ir y que me permitan prepararme a ello. Y donde haya gente con nivel y poder picarme bien. Yo creo que seguramente alguna otra vez voy a correr UTMB, pero no porque lo necesite.
Y ya para terminar. Kilian Jornet es corredor, es escalador, es padre, es marido, pero también es empresario y es emprendedor. ¿Hacia dónde van a ir tus próximos pasos y tus próximos objetivos de la mano de Normal?
Como atleta estoy en un momento que, no voy a decir en declive porque estoy corriendo más rápido que antes, pero sí que digamos que el grosor de mi carrera está más detrás que delante. Y como empresario es lo contrario. Estamos aprendiendo mucho, estamos creciendo y como empresa el reto es intentar hacer las cosas bien, intentar hacer las cosas de una forma que nos sintamos a gusto. Tomaremos decisiones mejores y peores, vamos a hacer errores y vamos a hacer aciertos, pero ver que lo que estamos haciendo tiene un impacto positivo y es lo que nos hace estar a gusto.
Animamos a gente a a correr, a salir al monte, a hacer deporte porque es salud, porque es importante que nos movamos y porque creo y creemos que que salir al monte nos aporta mucho física y mentalmente, pero siempre con el menor impacto posible. Y creo que es lo que de una forma humilde intentamos hacer, pero con esa ambición de ir creciendo y de poder inspirar a otros. Es un reto igual que en Alpes, que decías que evidentemente tienes que ser consciente de tus limitaciones, pero también ambicioso de querer hacer las cosas bien para inspirar a otros. Al final yo creo que este es el reto grande.