Los comienzos nunca son fáciles, y menos cuando se trata de recuperar sensaciones tras un tiempo alejado de las pistas. Rafa Nadal lo sabe muy bien, ya que los problemas físicos han sido un compañero de viaje recurrente durante toda su carrera deportiva. A pesar del sinvivir de las lesiones, el tenista manacorí ha sabido mirar con descaro a las adversidades. Se ha levantado, siempre con fuerza, y ha acallado las voces de los agoreros, deseosos de carnaza con la que sustentar sus críticas. En la enésima salida del 'Quijote' del tenis español, a Nadal le está costando más que nunca volver a ser el que fue. Sin embargo, empieza a reencontrarse con su mejor juego en el sprint final de la temporada. Richard Gasquet, sempiterno acompañante al otro lado de la red desde que eran júniors, sufrió la nueva reivindicación de Rafa en Basilea, dirimida en un par de sets (6-4, 7-6).
La épica también acudió puntual a la cita en este encuentro. Nadal no ha tenido ni un compromiso tranquilo en Suiza, con las remontadas y el sufrimiento apareciendo por doquier. Gasquet tampoco fue un rival amable. Todo lo contrario, ya que el galo intentó por todos los medios conseguir su primer triunfo ante el manacorí como profesional (13 derrotas previas). Sus roturas de servicio dotaron de mucha seriedad al envite, con Rafa por detrás en el electrónico al inicio de la primera y de la segunda manga. Al español le tocaba apretar los dientes y sacar el mejor tenis posible de su raqueta. Una vez más, lo logró.
El mejor Nadal, con su derecha en modo castigador, apareció en cuanto las urgencias hicieron acto de presencia. Logró romper el saque de Gasquet y darle la vuelta al primer set tras un último juego cargado de tensión, que nadie quería perder. Lo mismo pasó al inicio del segundo parcial, cuando el suspense inundó la pista sin remedio en veinte intensos minutos de juego. En ellos, Nadal volvía a verse superado por Gasquet, que no se daba por vencido en su intento de dar la sorpresa. Un nuevo break inaugural le daba la motivación necesaria para enfrentarse al carácter del manacorí, al que la épica volvía a llamar a gritos.
Rafa intentó atender la petición de socorro al instante, pero le costó reengancharse al partido. Gasquet disputó sus mejores minutos, conservando sus dos juegos de distancia a pesar de la pujanza de su fiero rival. La situación llegó a ser crítica y merecedora de la igualada del francés, pero la casta de Nadal pudo más. Los errores de Gasquet se sucedieron y así llegó una nueva vuelta a la tortilla del español, que castigó el saque ajeno con fruición. Cuando la manga parecía cambiar de dueño irremediablemente, la igualdad regresó a la pista. Esta vez, en su máxima expresión, pues se tuvo que llegar al tie-break para resolver definitivamente el partido.
Fue entonces, tras un toma y daca constante, cuando Rafa se imbuyó del espíritu capaz de afrontar cualquier contratiempo. El que le ha acompañado durante todo el periplo en Basilea y que también sirvió para tumbar a Gasquet, que se revolvió hasta el final en ocho intensos puntos. Ahora, Nadal no sólo va en busca de su quinto título del año, sino de una nueva cita con la historia. Aquella que puede producirse si su adversario en la final, que saldrá del Federer-Sock, es el primero. Ídolo local y sempiterna némesis de Rafa, Roger serviría de inspiración para seguir trayendo de vuelta los automatismos más excepcionales del campeón español.