El aviso ya tiene quien lo firme. Garbiñe Muguruza y Carla Suárez están listas para cambiar una situación que el vestuario conoce como “la estación”. Para explicar la cantidad de jugadores masculinos que han alimentado con éxitos a España durante los últimos años, los técnicos suelen emplear el símil de una parada de trenes, donde constantemente hay actividad, con un ferrocarril tomando el relevo del siguiente desde primera hora del día hasta la última de la noche.
No es una comparación descabellada porque son más de dos décadas produciendo campeones de Grand Slam (Sergi Bruguera, Carlos Moyà, Albert Costa, Juan Carlos Ferrero o Rafael Nadal) y tenistas de primer nivel (Álex Corretja, Alberto Berasategui, Carlos Costa, Feliciano López, Fernando Verdasco o David Ferrer). Ahora, tras mucho tiempo sin conocer la sequía, el horizonte es negro (no hay ningún joven listo para tomar el testigo). La consolidación de Muguruza y Suárez hace el resto: si nada se tuerce, el futuro del tenis en España se escribirá en femenino.
“Han sido unos años increíbles de Nadal, Ferrer, Feliciano o Verdasco, pero son ciclos”, dice Virginia Ruano, doble medallista de plata (Atenas 2004 y Pekín 2008). “Lo lógico es que haya un cambio. Es la consecuencia de tener a dos jugadoras tan arriba. Garbiñe está cerca de rascar el número dos o incluso el uno. Y seguramente ellas arrastren a más jugadoras, a las pequeñas tenistas que las tengan como ejemplos”, cierra la madrileña, que también ganó 10 grandes en dobles. “Deben ser un espejo para las niñas que empiezan”, coincide Conchita Martínez, capitana de los equipos de Copa Davis y Copa Federación, una de las responsables de la época dorada del tenis femenino español. “Que se metan arriba provocará que el resto se fije mucho en ellas. Cuando estuvimos Arantxa y yo teníamos a jugadoras muy buenas que venían detrás. Esto es lo que tendría que ocurrir, que Garbiñe y Carla tiren un poco del carro”, prosigue la campeona de Wimbledon. “Ya no podemos hablar del futuro porque es el presente. Y es muy esperanzador”, concluye la seleccionadora, ilusionada por lo que viene.
“Las expectativas son grandes en España”, asegura Arantxa Sánchez-Vicario, que estuvo en Singapur como embajadora de la WTA y presenció en directo la derrota de Muguruza en las semifinales de la Copa de Maestras ante la polaca Radwanska, quedándose a un paso de pelear por el título. “Tras una larga espera tenemos a dos grandes jugadoras después de lo que hicimos Conchita y yo, pero no hay que hacer comparaciones, nos toca disfrutar del momento”, plantea la barcelonesa, que lideró una era sin precedentes en España.
Arantxa, con 98 títulos en el currículo (29 en individuales y 69 en dobles), edificó su leyenda a fuego lento, coronando esos logros con 12 semanas como número uno mundial. Conchita, que ganó 46 títulos (33 individuales y 13 en dobles), construyó su carrera rodeada por una magia especial, con la que se proclamó campeona de Wimbledon. Ambas escribieron las páginas más importantes en la historia del tenis femenino en España, complementando sus logros personales con cinco coronas de Copa Federación (1991, 1993, 1994, 1995 y 1998). Una época difícil de repetir.
A caballo ganador
“A la gente le gusta ver modalidades en las que un español puede ganar”, opina Carlos Moyà, ex número uno del mundo y campeón de Roland Garros. “Los últimos años ha pasado en el tenis masculino y por eso los aficionados lo seguían tanto. Y ahora empieza a suceder lo mismo en el tenis femenino, con Garbiñe y Carla”, sigue el mallorquín, que no es ajeno a los intereses del público. “Es como la Fórmula 1. Nadie la seguía, apareció Fernando Alonso y ahora todo el mundo está pendiente. Otro caso muy destacable es el bádmiton. En la vida se había visto por televisión y nadie sabía que España tenía jugadores. Y ahora no es que se vea bádmiton, es que se ve bádmiton femenino. Y la gente sigue a Carolina Marín”, recuerda Moyà sobre la onubense, convertida en un icono gracias a sus logros en una modalidad casi desconocida para los aficionados. “La sociedad es así. Nos gusta ver a españoles que ganen y si no los hay se pierde un poco esa afición. Cuando aparece alguien con opciones de ganar, sin importar el deporte o la modalidad que sea, atrae muchos espectadores”, cierra el balear.
“Nosotros no sabíamos nada de coches, pero de repente Fernando Alonso se convierte en una estrella y a todo el mundo le interesa la Fórmula 1”, le sigue Álex Corretja, que llegó a ser número dos mundial y se procuró un palmarés de 17 títulos. “Es lógico. Hasta que no tienes un referente es muy complicado que te impliques en un deporte en concreto, a menos que sea el fútbol. ¿Por qué se seguía el ciclismo? Porque estaban Miguel Indurain, Perico Delgado o Alberto Contador”, explica, usando de ejemplo el deporte de las dos ruedas. “En el tenis esa cultura del seguimiento está muy consolidada, pero necesitamos tener referentes para que la gente siga al lado de los nuestros”.
Los números demuestran por qué las dos mejores españolas del momento están cerca de esa “referencia” a la que apunta Corretja en su explicación. Muguruza y Suárez son las jugadoras que más victorias han conseguido en 2015 frente a las 10 mejores del mundo (10 y nueve, respectivamente), la mejor carta de presentación posible. La joven de 22 años, que ha terminado la temporada entre las tres primeras, baja el telón con un título de primer nivel (Pekín, de categoría Premier Mandatory), una final de Grand Slam (Wimbledon) y su meteórica aparición como maestra en Singapur. La canaria, que empezó el curso como un tiro alcanzando 10 cuartos consecutivos y peleando por tres títulos (Amberes, Miami y Roma), perdió aire en la segunda parte del año, acusando la exigencia de la élite. Rompió, en cualquier caso, la barrera del top-10 mundial, lo que llevaba tiempo intentando. Es evidente que ambas están preparadas para brillar con fuerza desde ya. ¿Ha llegado el momento del esperado relevo?
La sombra de Nadal y Ferrer
“Va a depender de dos cosas”, cuenta Alejo Mancisidor, el entrenador que pilotó la carrera de Muguruza hasta el pasado mes de agosto, sentado ahora en el banquillo de Tita Torró, otra jugadora que debería tener voz en el futuro. “Lo primero es ver el tiempo que le queda a Nadal. Aunque baje en la clasificación o sus resultados no sean los de antes, siempre será Rafa por todo lo que ha conseguido. Mientras esté él será complicado. Luego, habrá un bajón importante en el tenis masculino, que es lo mismo que ocurrió en el femenino cuando Arantxa y Conchita lo dejaron. Es el agujero que se abre con la marcha de campeones de ese calibre”, dice sobre el mallorquín, un imán a todos los niveles. “Y lo otro es claro. Falta que Garbiñe o Carla puedan ganar un Grand Slam. No es lo mismo hacer finales, como la de Wimbledon o la de la Copa de Maestras, que ganarlas. Es importante que consigan un éxito más sonado”, añade. “Estoy convencido de que la situación dará un vuelco cuando se unan ambos condicionantes”.
España cuenta hoy con 14 jugadores en el top-100. Encabezados por Nadal (número cinco), campeón de 14 grandes y uno de los mejores tenistas de siempre. Ninguno, sin embargo, puede huir del paso del tiempo: sólo Roberto Bautista (27 años) y Pablo Carreño (24) tienen cuerda para rato, porque los demás acarician la treintena o se encuentran de lleno en ella, acercándose hacia el final de sus carreras. “Pero el tenis masculino todavía va a tener protagonismo”, dice convencido Corretja, apoyándose en los dos grandes jugadores de La Armada masculina. “Aún está Nadal y también Ferrer, además de 12 más entre los 100 primeros. Para decir que definitivamente se les va a desbancar queda un poco. No se sabe si eso sucederá”, sentencia el catalán, que pasó por la capitanía de la Davis y conoce de primera mano cómo funcionan esos ciclos.
“La generación de Nadal y Ferrer todavía nos va a dar muchas alegrías”, apuesta Xavier Budó, el entrenador de Suárez. “Quedan unos años impresionantes, pero en el tenis femenino se avecina una época que puede ser tremenda. Garbiñe es una bomba. Es fácil decirlo ahora, pero es algo que he repetido desde el primer día que tuve la oportunidad de entrenarla. Es una tenista que puede aspirar al número uno del mundo, a ser una referencia mundial”, recalca sobre Muguruza. “Carla es una jugadora que ha estado a un nivel altísimo una parte del año y en la otra lo ha pasado mal, pero estoy seguro de que sus mejores años están por llegar. Se va a consolidar en el top-10 y está preparada para conseguir retos muy importantes”, añade sobre la canaria, su pupila de toda la vida.
“Lo mejor es que tras ellas viene una generación con un potencial increíble, como Sara Sorribes o Paula Badosa. Sara es muy competitiva y con el tiempo va a hacer grandes cosas. Y Badosa es un diamante en bruto. Por sus cualidades, cubriendo todas las etapas de maduración, está llamada en un par de años a ser otra referencia muy importante en el tenis femenino”, avanza Budó sobre las dos jóvenes (19 y 17 años respectivamente, un par de joyas por pulir). “Estamos hablando de una generación de jugadoras muy buena para lograr grandes cosas”.
Ocurrió en Wimbledon y se repitió en la Copa de Maestras de Singapur: miles y miles de personas se sentaron frente al televisor para ver un partido de tenis femenino en España. De momento, un fugaz regreso al pasado. Seguramente, una escena habitual el día de mañana.