Andy Murray tiene a tiro su último gran desafío, que es también la posibilidad de saldar una importante cuenta pendiente. En su carrera por enterrar el fantasma de Fred Perry, el mejor jugador británico de siempre, el número dos del mundo inicia este viernes el asalto para ayudar a Gran Bretaña a levantar la Copa Davis, título que no celebran desde 1936.
Casi 80 años después de que Perry comandase la conquista de la última Ensaladera (tienen nueve), los británicos se miden a Bélgica en Gante con todos los ojos apuntando en la misma dirección: la final pasa por Murray, que ha ido dando gigantescos pasos para igualarse con su legendario homólogo y ahora está a las puertas del reto más complicado de todos.
La historia dice lo siguiente. Perry construyó una carrera histórica ganando ocho torneos del Grand Slam (tres veces en Wimbledon) y liderando al equipo de Copa Davis hacia cuatro títulos consecutivos (1933, 1934, 1935 y 1936), un legado brillante. Tras su retirada, el vacío más profundo. Durante décadas, Gran Bretaña buscó sin éxito un relevo para el jugador que les había llevado a lo más alto.
Pasaron generaciones y generaciones de tenistas (Tony Pickard, Mike Sangster, John Lloyd, Greg Rusedski o Tim Henman entre otros) sin que ninguno de ellos pudiese tomar el testigo del hombre que había ganado los trofeos más importantes del planeta, colocando a los británicos a la cabeza del tenis mundial. Ni los aficionados ni la prensa entendieron cómo los impulsores del juego estaban estancados, inmersos en una sequía sin fin.
La aparición de Murray lo cambió todo. Aunque perdió sus cuatro primeras finales de Grand Slam (“no está preparado para gestionar la presión”, decían en Gran Bretaña comparándolo con sus antecesores), el escocés ganó el Abierto de los Estados Unidos en 2012 y automáticamente se convirtió en el primer campeón británico de un grande desde Perry. Un año más tarde, Murray tomó Wimbledon, coloreó una foto en blanco y negro y acabó de romper la maldición consiguiendo pasar a la eternidad: 77 años después, un local campeón en la catedral. Ahora, y después de otros logros de primera categoría por el camino (medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, por ejemplo), el británico acaricia un sueño compartido con todos los que están pendientes de él.
“Antes, sólo quería jugar a tenis”, se arrancó Murray horas antes de la final. “Hasta que no tuve una edad, no tuve sueños de ganar un grande”, prosiguió el escocés, que anhela la Ensaladera más que ningún otro trofeo. “Mi trabajo es ganar todos los puntos, dar lo máximo. Todos nosotros hemos luchado mucho para llegar hasta aquí. Si no lo conseguimos, no será por falta de entrega”, añadió el británico, que jugará los tres días de la final (dos individuales y el dobles, junto a su hermano Jamie).
“Ganar la competición por equipos más grande del tenis después de vencer a las tres naciones que albergan un Grand Slam sería una victoria tremenda para todo el equipo”, recordó Murray sobre los triunfos ante Estados Unidos en primera ronda, Francia en cuartos y Australia en semifinales. “Nos lo merecemos porque hemos gastado mucho tiempo y esfuerzo. Nos ha llevado cinco años estar aquí”.
Pendientes de la seguridad
Pese a que Gante está situada a algo más de 55 kilómetros de Bruselas (que sigue en el máximo nivel de alerta por amenaza terrorista tras los atentados de París, por el nivel tres que tiene actualmente la ciudad que alberga la final), la Federación Internacional de Tenis (ITF) y la Federación de Tenis Belga (FRBT) han extremado las medidas de protección para garantizar la seguridad de las 13.000 personas que asistirán durante los tres días de la final al Flanders Expo Arena.
Es la respuesta a la amenaza que planea sobre el país entero y la primera gran prueba a la que se enfrenta Bélgica. Mientras se intenta reanudar la normalidad (el gobierno reabrió el metro y los colegios el miércoles), y vuelve la liga belga de fútbol (después de que el pasado fin de semana se suspendieran todos los partidos de Primera y Segunda División), todavía se busca a 10 terroristas “fuertemente armados”. Con una cita de máxima relevancia internacional, en la que se congregarán miles de personas, la Davis está inevitablemente en el punto de mira.
A “controles más largos de lo habitual”, aumentando el número de anillos de seguridad en las entradas, se unirá la prohibición de acceder al recinto con mochilas, bolsos, comida o bebida, algo que está permitido en cualquier evento deportivo. Además, y después de que se agotaran todas las entradas para la final, ninguna persona podrá entrar sin ellas al Flanders Expo Arena.
No son las únicas medidas ejecutadas. De entrada, la Federación Inglesa tomó la decisión de retrasar la llegada de la expedición británica (pasándola del domingo al lunes). El equipo, que viajó en un vuelo privado, no reveló la hora ni el lugar del que partieron, cuidando minuciosamente sus movimientos.
“Todos estábamos un poco preocupados”, reveló Murray en BBC Sport al llegar a Gante. “Tuvimos que retrasar el viaje un día, algo que no fue ideal, pero se tomó la decisión correcta”, prosiguió el número dos mundial. “Todo parece estar bien en Gante. Sé que en Bruselas es una situación diferente, pero aquí no hay ningún problema. Eso ayuda a estar centrado únicamente en el tenis”, continuó el campeón de dos grandes. “Nada más llegar, fuimos al hotel y vinimos al estadio. Ahí vimos de primera mano cómo estaba todo. Después de verlo estamos todos mucho más cómodos”, reiteró. “Tenemos que seguir con nuestras vidas. Debemos salir ahí fuera y seguir haciendo lo mismo que siempre. De lo contrario, los terroristas estarían ganando”.
Dave Haggerty, presidente de la ITF, no contempló nunca la posibilidad de suspender la final, aunque mostró su preocupación por la situación. Mientras la Davis sigue adelante con normalidad, esperando una asistencia de más de 40.000 personas durante todo el fin de semana (1.000 de ellos británicos desplazados a Gante), otros eventos deportivos sufren las consecuencias de la alerta: estaba planeado que el encuentro de la Europa League entre el Brujas y el Nápoles se disputase este jueves por la noche sin público por carecer de efectivos policiales suficientes para garantizar la seguridad.
Favoritos pese a jugar fuera de casa
“Gran Bretaña es favorita porque tiene a Murray en el equipo”. La frase de Roger Federer, que celebró la Ensaladera en 2014 logrando el punto definitivo ante Francia en Lille, está respalda por la mayor parte del vestuario. “Aunque Bélgica está en casa y cuentan con Goffin, que es un gran jugador y tiene una buena actitud. Creo que puede manejar la presión”, dice el campeón de 17 grandes. “Hay que ver cómo responderá Goffin”, le sigue Stan Wawrinka, otro de los protagonistas en la conquista de la Davis suiza el pasado año. “Puede ser muy peligroso, pero veremos si está listo para jugar su mejor tenis”, apunta el número cuatro. “Es justo decir que Gran Bretaña es favorita teniendo en cuenta que Murray está en el equipo”, coincide Novak Djokovic. “Juegan fuera y eso hace que sea diferente, pero Andy es una pieza clave”.
El número dos del mundo, clasificado para jugar la pasada Copa de Maestros de Londres (en una pista de cemento bajo techo), estuvo entrenando sobre tierra batida hasta dos días antes de debutar. La maniobra, desaconsejada por los técnicos porque el paso de una superficie a la otra requiere un período de adaptación, habla del deseo del británico por conseguir el título.
“Murray juega bien en todas las superficies”, apunta Rafael Nadal, campeón de 14 grandes. “Quizás, Bélgica piensa en ganar los dos partidos individuales ante el número dos británico e intentar ganar el dobles”, añade el mallorquín, que sabe del peligro de Goffin, la esperanza de los locales. “Posiblemente, por eso eligieron tierra batida. Es la superficie que les da una oportunidad mayor para conseguir la victoria”.
El resumen es claro. Murray se ha echado el equipo a la espalda en 2015. No ha perdido un partido individual en la Davis (6-0) y ha jugado dos veces el dobles, consiguiendo también la victoria. En consecuencia, es el hombre que debería decidir la final (saltará a pista los tres días). Aunque con su frase del jueves vino a decir lo contrario (“no es Bélgica contra Andy, es Bélgica contra Gran Bretaña”), la realidad es bien distinta: la raqueta de Murray vale más de media Ensaladera.