Melbourne

“¿Amaños?”. El comedor de jugadores del Abierto de Australia recibió la noticia de sopetón, como una bofetada inesperada. “¿Amaños entre los grandes jugadores del circuito?”. De repente, y durante la hora de la comida, las mesas se llenaron de corrillos alrededor de los teléfonos móviles, buscando devorar la información que se expandió a toda velocidad por los pasillos de la Rod Laver Arena, donde están los vestuarios y las zonas por las que se mueven los tenistas. “Has escuchado lo de los amaños, ¿verdad?”.

Esto fue lo que ocurrió. A primera hora de la mañana, cuando los espectadores se agolpaban para dar la bienvenida al primer Grand Slam del año, una investigación conjunta de la BBC y BuzzFeds News hizo saltar por los aires la puesta en escena del torneo. Según los investigadores, 16 jugadores del top-50 habrían amañado sus partidos, alterando con distintas fórmulas el resultado del encuentro.

Además, y en una acusación mucho más grave, ganadores de los torneos del Grand Slam (de individuales y dobles) de la última década estarían involucrados en la trama ilegal, lo que reduce el grupo de sospechosos a un abanico muy pequeño. Solo siete jugadores han celebrado un título de la máxima categoría en ese período de tiempo: Novak Djokovic, Andy Murray, Roger Federer, Stan Wawrinka, Rafael Nadal, Marin Cilic y Juan Martín Del Potro.

Así, y ante la dimensión de lo expuesto en la investigación, la ATP reaccionó rápidamente, convocando una rueda de prensa para explicar su posición junto los organismos más importantes que rigen el tenis mundial. ”La Unidad de Integridad [TIU] y las autoridades del tenis rechazamos absolutamente cualquier indicio de que no se haya investigado adecuadamente alguna evidencia sobre el amaño de partidos", se arrancó Chris Kermode, presidente de la ATP, ante la prensa, que abarrotó la sala de prensa del Abierto de Australia a primera hora de la mañana, cuando los partidos acababan de empezar. “Vamos a investigar cualquier información nueva, como siempre hacemos, pero hay que encontrar pruebas que sostengan esa información o sospecha”, siguió el mandatario, acompañado por miembros de los cuatro torneos del Grand Slam. “Ahí está la clave, se requieren pruebas. Pueden tener mucha información, muchos informes anecdóticos, pero se trata de obtener pruebas”.

Esas “pruebas” a las que se refiere Kermode son las que no aparecieron por ningún lado. Como los investigadores no pudieron tener acceso a los ordenadores o a las cuentas bancarias de los jugadores, como únicamente pudieron basar sus acusaciones en los informes filtrados (y clasificados) y en un algoritmo creado para analizar las apuestas, fue imposible demostrar que efectivamente la vinculación existía. Eso, sin embargo, es algo que sí puede hacer la Unidad de Integridad del Tenis, con poder para solicitar a los tenistas sus dispositivos personales.

“Nosotros podemos pedirles a los jugadores acceso a sus móviles y portátiles”, explicó Nigel Willerton, jefe de la TIU, el ente que se encarga de controlar las irregularidades. “Obviamente, tienen que dar su consentimiento, pero si no lo hacen pueden ser denunciados y sancionados por negarse a cooperar”, añadió con gesto serio. “Pero no somos la policía. No podemos arrestar a alguien y registrar sus cosas. Y creo que no se puede ir más lejos. Las reglas que tenemos son muy robustas y nos dan buenas posibilidades de investigación”, aseguró. “Todo lo que nos llega se evalúa, pero la corrupción es muy difícil de detectar. Es complicado obtener las pruebas necesarias para sancionar a esas personas”.

MOVIMIENTO CALCULADO

Lógicamente, y como luego coincidieron los mandatarios, que la investigación se hiciese pública horas antes del comienzo del Abierto de Australia no fue casualidad, todo lo contrario. “Es una decepción que una información como está salga antes de un gran torneo”, lamentó Kermode, que vio cómo el estreno de Novak Djokovic quedaba eclipsado, así como el resto de la jornada.

“Estamos seguros de que la Unidad de Integridad del Tenis está haciendo lo que puede y se toma este problema muy en serio”, declaró el presidente de la ATP. “Creamos la TIU en 2008 y desde entonces hemos invertido más de 14 millones de dólares para hacer frente al problema de la corrupción. Y es algo que está en constante proceso de revisión. Es el gran mensaje que mandamos hoy: no estamos dando nada por sentado”, dijo Kermode. “Cualquier cosa que se informa a la TIU se investiga. Todo el deporte, no solo el tenis, está en una situación de riesgo ante la corrupción. Por eso, se creó en 2008 la Unidad de Integridad del Tenis. 18 jugadores han sido sancionados en todo este tiempo y seis de ellos fueron suspendidos de por vida. Vigilamos mucho. Hay tolerancia cero".

Tras la noticia, el vestuario llegó a varias conclusiones. La primera, que realizar semejante acusación sin pruebas concluyentes es como intentar demostrar la causa de una muerte sin realizar la autopsia. La segunda, que ninguno de los jugadores de arriba tiene necesidad de acudir a las apuestas ilegales para ganar un dinero que ingresan por otras vías y en cantidades mucho más grandes (mediante resultados y contratos publicitarios). Y la tercera, que la bomba de los amaños lleva tiempo amenazando con explotar porque es un problema del tenis moderno.

Mientras, la pregunta más importante no tuvo respuesta, uno de los pilares fundamentales de la acusación. “¿Es cierto que hay tenistas jugando el Abierto de Australia que están siendo investigados?”, le dijo un periodista a Willerton. ”Sería inapropiado comentar si hay jugadores bajo investigación en este momento”, respondió el jefe de la TIU antes de marcharse por la puerta de la sala de prensa.

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