La tormenta de corrupción que amenazó con descargar sobre el Abierto de Australia el lunes nació años atrás. Antes de que una investigación conjunta de la BBC con BuzzFeed News señalara a 16 tenistas del top-50 como posibles involucrados en amaños de partidos (sin publicar sus nombres), entre los que se encontrarían campeones de Grand Slam de la última década (tanto en individuales como en dobles), un encuentro en Polonia disparó todas las alarmas, haciendo consciente a la ATP de uno de los mayores problemas del tenis moderno y obligando al organismo que rige el deporte de la raqueta responder a lo que sucedió con la creación de la Unidad de Integridad por el Tenis (TIU) para vigilar conductas irregulares.
Esta es la historia. El 2 de agosto de 2007, Nikolay Davydenko, entonces número cuatro del mundo, debutó en el torneo de Sopot contra Martín Vassallo Argüello, 87 mundial. El argentino, un tenista que jamás había vencido a uno de los 10 mejores, se convirtió en protagonista involuntario de la trama que hoy amenaza con provocar un terremoto: Davydenko hizo suyo el primer set, cedió el segundo y abandonó cuando perdía el tercero (6-2, 3-6 y 1-2), como consecuencia de “una fractura por estrés en el pie izquierdo”, dando el triunfo a su contrario.
Las sospechas se afilaron como cuchillas. Los días anteriores al encuentro, minutos antes del inicio y después del primer set, se apostaron más seis millones de dólares a la victoria del argentino (¡siete millones en total a un partido de primera ronda en un torneo menor!), aunque la lógica indicaba que el triunfo tendría que ser para el ruso.
Tres usuarios de la compañía Betfair, localizados en Rusia, apostaron durante el encuentro 1,1 millones de dólares a que el argentino derrotaba a Davydenko, aunque tenía todos los pronósticos en contra. Antes del partido, un usuario registrado con el nombre Djults, apostó 540.942 dólares a la victoria de Argüello. Tras 24 minutos de partido, cuando Davydenko ya había ganado la primera manga por 6-2, otra usuario ruso (SgeniA) apostó 368.036 dólares a la victoria del argentino. Con el duelo igualado tras la reacción del Vasallo, otro cliente identificado como RustER colocó 253.833 a favor del número 87 del mundo. También era ruso.
La sombra de la mafia rusa
“Estamos en 2007, ya no existe la mafia en Rusia”, se defendió entonces Davydenko, que negó cualquier implicación de la mafia rusa, pese a las voces que apuntaban en esa dirección tras la investigación que abrió la ATP buscando esclarecer lo ocurrido.
“Entregué los datos sobre mi conexión telefónica a principios de diciembre y luego la ATP pidió datos de mi esposa y mi hermano, algo a lo que nos negamos. Si permitimos que eso ocurra, ellos habrían pedido hasta los datos de mi abuela”, explicó el acusado. "Está tomando meses y meses limpiar mi nombre. Y tal vez dure toda mi vida. Como jugador de tenis soy paciente, no me molesta. Quiero luchar para recuperar mi reputación, pero estoy un poco cansado”, concluyó.
"Está claro que alguien sabía algo", confirmó Mark Davis, director ejecutivo de Betfair. "No creo que haya ninguna duda sobre esto. Ganaba cómodamente, no mostraba señales de estar lesionado y en nuestro foro no había más que gente hablando de que algo iba mal. Las cantidades apostadas fueron muy extrañas. Por eso, tras consultar con ATP, decidimos anular las apuestas y devolver el dinero. Estamos a favor de la igualdad e integridad”.
El precedente de Kafelnikov
La decisión de anular todas las apuestas, una medida sin precedentes en la historia de Betfair, fue la forma de protegerse de aquello que consideraron un ataque fraudulento en un partido que colocó los amaños en el escaparate universal. No obstante, ya había pasado algo antes similar.
En 2003 otra casa de apuestas canceló todos los pronósticos de un encuentro disputado en Lyon entre Yevgeny Kafelnikov y Fernando Vicente, que el español ganó por 6-2 y 6-3, rompiendo una racha de 11 derrotas consecutivas. En las horas previas al partido, se realizaron numerosas apuestas en favor de valenciano (134.000 dólares en total) que apuntaron al ruso como protagonista de un caso de amaño.
“¡Todo lo que ha salido es una mierda!”, bramó Kafelnikov en mitad de la polémica. “Eso es todo lo que voy a decir. Duele mucho todo lo que se está publicando. Ayer entré a los vestuarios y los tenistas me miraban como si fuera una bestia. Eso me destrozó. Antes, en Rusia, era como un modelo y ahora soy el peor enemigo con lo que se ha escrito. No puedo hacer nada frente a las apuestas en internet y con lo que la gente haga. No es mi problema. Pienso que deberían ser castigadas la casas de juego que admitan apuestas sobre el deporte y si alguien tiene información de algún jugador involucrado debe sacarla y que sea castigado”, sentenció.
"No me he apostado en mi vida ni cinco duros”, explicó Vicente. "Si mi nombre sale porque jugué contra Kafelnikov no es mi culpa, es un sorteo. Te toca ese jugador y ya está”, añadió el español. “Ya le he ganado otras veces. Jugué mi partido y punto. A mí me pagan súper bien y yo no necesito nada más. Creo que Kafelnikov está forrado de pasta y no necesita apostar, pero en cualquier caso, si hay algo que investigar que se haga y se demuestre, pero a mi que me dejen en paz, no tengo nada que ver. No estoy involucrado en nada de eso”.
Se forma la TIU
Tras echar el lazo al caso de Davydenko y Argüello sin esclarecer nada, la ATP trabajó para crear la Unidad de Integridad por el Tenis (TIU), que es un organismo independiente de ITF, ATP y WTA, pero que cuenta con el apoyo de esas instituciones y de los cuatro torneos del Grand Slam.
La TIU es una unidad anticorrupción que investiga y castiga las apuestas ilegales, controlando las irregularidades que puedan existir en el deporte de la raqueta. Comandada por un antiguo jefe de la Policía Metropolitana de Londres, la organización cuenta con diversos policías internacionales, así como con miembros de la Interpol. La estructura de la TIU está compuesta por tres investigadores a tiempo completo, un analista de datos y una asistente administrativa.
Sus reglas son claras: no informan de investigaciones en curso, únicamente de las resoluciones. Generalmente, la TIU impone dos sanciones. La primera de ellas es una penalización de hasta tres años de inhabilitación, una multa económica de 250.000 dólares y la devolución de las ganancias o pago recibido en los encuentros amañados. La segunda es una sanción de por vida que prohibe al tenista competir nunca más, colgando la raqueta.
Desde su creación, la TIU ha sancionado a 18 jugadores, seis de ellos de por vida, por cometer irregularidades relacionadas con el amaño de partidos. Ninguno de ellos, sin embargo, es un tenista de perfil alto, como sugieren los investigadores que publicaron la información en la BBC y BuzzFeed News.
El caso de Olaso
El español Guillermo Olaso sufrió en primera persona la cacería de la TIU, quedando atrapado tras cometer trampas en su carrera. Ubicado en el 229 del ránking, el bilbaíno fue sancionado con cinco años de inhabilitación, así como 25.000 dólares de multa por “amañar o intentar amañar el resultado o cualquier aspecto de un partido” y por “no cumplir con la obligación de informar lo antes posible de cualquier intento de soborno”.
Olaso perdió en un Challenger de Kazajistán (en noviembre de 2010) ante Daniil Braun, un jugador sin ránking. El español explicó que Davic Savic (un exjugador sancionado de por vida en 2011) le ofreció amañar el encuentro, cosa que Olaso niega haber hecho. Savic estaba en el punto de mira del vestuario por haber ofrecido a distintos jugadores arreglar el resultado de sus encuentros utilizando diversas vía para cerrar los acuerdos (por Skype, por ejemplo) y cobrar importantes sumas de dinero como intermediario.
Normalmente, las organizaciones que se ocupan de ofrecer a los jugadores “vender” sus partidos trabajan de una forma que se repite. Utilizan a un cebo que intenta contactar con los jugadores en sus hoteles para proponerles el peligroso juego de hacer trampas con una importante cantidad de dinero como recompensa. Un problema que ahora afecta directamente al corazón del tenis mundial en Melbourne: ocho de los jugadores que están compitiendo en el Abierto de Australia podrían haber amañado partidos en los últimos años y en la lista completa figurarían campeones de Grand Slam.