Doha

Sorprendentemente, Angelique Kerber (Bremen, Alemania; 1988) no se mueve rodeada por una marea de gente, habitualmente el primer síntoma que suele aparecer después de ganar un Grand Slam. Lejos de estar escoltada por un ejército de nuevos rostros, la alemana no ha tocado ni una sola pieza de su entorno al entrar en la etapa más dulce de su vida en la élite.

Kerber, que levantó en Melbourne su primer título grande el pasado mes de enero tras vencer a Serena Williams en la final, llega relajada al encuentro con EL ESPAÑOL en Doha y rápidamente empieza a contar cómo celebró la victoria con más de 40 personas cuando volvió a casa y que necesitó casi una semana para responder todos los mensajes que recibió en su teléfono móvil, asaltado por miles de personas que se acordaron de ella.

Pese a que insiste en que nada ha cambiado en su vida, su fallido estreno en el primer Premier 5 del curso (eliminada 5-7 y 1-6 por la china Zheng, que acabó gobernando el partido a su antojo) desvela que la presión ahora es distinta porque la responsabilidad de vencer va unida a su nuevo estatus, y ahí están el resto de grandes jugadoras para confirmarlo. Eso, irremediablemente, es algo que deberá aceptar con el paso de tiempo.

Durante la entrevista, que tiene lugar en unos sofás fabricados bajo el estilo de la cultura árabe, la número dos del mundo desprende una felicidad que es imposible de explicar con palabras. Así debe saber la gloria, aunque todavía no ha encontrado el trofeo de campeona, perdido en algún punto entre Melbourne y Polonia, donde tiene su residencia.

¿Quién era Angelique Kerber antes de ser jugadora profesional de tenis?

Era una chica normal, ¿sabe? Fui a estudiar al colegio, allí hice muchísimos amigos porque podía estar mucho más tiempo en casa, cosa que ahora es casi imposible de hacer. Cuando empecé a ser profesional ya no paré. Estaba yendo de un lado para otro durante todo el año. Esa es la vida del circuito. Al final, creo soy la misma persona que antes de ser tenista profesional. Lo digo en serio. Poco ha cambiado en mí.

Kerber, con el trofeo del primer grande del año. Reuters

Pero usted pudo haber sido nadadora.

Sí, tuve que tomar una decisión. ¿Por qué elegí el tenis? Porque mis padres jugaban a tenis. Me tocó escoger entre el tenis o la natación y escogí la raqueta porque era algo muy de mi familia. Todos practicaban este deporte y tenían mucha más conexión con el tenis que con la natación.

¿Le ha cambiado la vida ganar el Abierto de Australia?

No, en absoluto. Soy la misma persona que antes del Abierto de Australia. Sí que es cierto que ahora noto que más gente me reconoce por la calle, por ejemplo, o que tengo muchas más entrevistas o compromisos con medios de comunicación, sobre todo en Alemania aunque también en todo el mundo. Pero nada más, esos serían los cambios más significativos que he tenido tras ganar en Melbourne hace unas semanas.

Antes de su victoria, Serena había ganado 21 de las 24 finales de Grand Slam que había disputado en su carrera.

No pensaba en ello. No pensaba en las estadísticas o en todo lo que Serena había logrado. Ni siquiera justo antes de salir a pista. Simplemente estaba feliz y satisfecha por haber alcanzado mi primera final de Grand Slam y traté de encontrar mis oportunidades, de crearme mis propias opciones porque ya había podido ganarle hace unos años en Cincinnati. Sabía que tenía que jugar al mejor nivel posible y lo hice. No pensaba en cuántos Grand Slam tenía Serena, ni en sus espectaculares registros. Solo en jugar y hacer mi mejor tenis

¿Habló con Graf luego? Gracias a usted mantuvo su récord.

¡Sí! Lo cierto es que envió un mensaje de texto. Me escribió diciendo que estaba muy contenta por mí y que el trabajo duro siempre lograba tener recompensa, que debía disfrutar de cada instante, cada momento que estoy viviendo ahora mismo.

Los aficionados dicen que usted es la nueva Steffi.

Soy la siguiente jugadora alemana que ha ganado un Grand Slam después de ella, pero no sé si soy la nueva Steffi. Graf es un espejo, una jugadora histórica, alguien en quien me he fijado siempre, desde pequeña. Ella es una leyenda porque lo ganó absolutamente todo.

Ahora es campeona de Grand Slam. ¿Le da miedo no cumplir con las expectativas?

No, en absoluto. Mi sueño siempre fue ganar un Grand Slam y hace muy poquito que lo he logrado. Por supuesto, iré a a ganar todos los torneos, pero aún así, el tenis es un deporte en el que cada semana tienes opciones de ganar, pero también de perder. Este año no hay duda de que perderé algunos partidos, es así.

¿Qué aprendió de su victoria en Melbourne?

Aprendí mucho. Ahora sé que puedo ganar grandes cosas. Sé que ahora tengo el potencial y la capacidad, pero sobre todo la confianza de que puedo ganar un gran torneo y hacer un gran año. Esto es lo que aprendí en las semanas de Australia, que puedo hacerlo.

Kerber celebrando su victoria en Australia REUTERS

¿Es posible tener amigas en el circuito?

¡Por supuesto! O eso espero, por lo menos (ríe). Andrea [Petkovic] es un buen ejemplo.

¿Cuántas veces ha leído El Alquimista?

Lo he leído muchas veces.

¿Y por qué vuelve a repetir esa lectura?

Lo más interesante es cada vez que vuelvo a leerlo encuentro nuevas perspectivas, nuevos ángulos que no había visto previamente. Incluso a nivel mental fue interesante para aprender enseñanzas que me sirven en el día a día en mi carrera. Debes seguir tu propio camino, sin complicar las cosas. Creer en los que te rodean y en uno mismo, ese es el principio esencial que saco del libro.

Si tuviera que compararse con uno, ¿su estilo de juego se acercaría al de Federer, Nadal o Djokovic?

Me gusta tener mi propio estilo, pero al mismo tiempo le diría que me encanta ese espíritu de lucha que tiene Nadal, cómo trabaja y se mueve en pista, y el hecho de que sea zurdo hace que me sienta más identificada desde el lado del circuito femenino. Pero también disfruto viendo cómo Federer está tan centrado y relajado en pista. Siempre hace lo correcto y parece que nunca suda, algo que me parece increíble.

¿Qué le quitaría a ellos?

De todos los jugadores de arriba, la ética de trabajo que tienen. Cómo trabajan duro en la pista y después, fuera de ella están relajados, sabiendo que han hecho un buen trabajo. Se lo pasan bien fuera de la pista aunque siempre están concentrados en lo que les corresponde hacer. Así que si pudiera coger algo de ellos, sería su manera de diferenciar el on y off de la pista.

Usted nunca deja de sonreír, lo dicen hasta sus rivales. ¿Dónde está el truco?

Mi secreto es disfrutar del momento. Me encanta mi vida, estar en el circuito, conocer muchísimos lugares, viajar por el mundo y siempre conocer a gente nueva. Tengo un gran equipo a mi alrededor además, quizá ahí esté otro secreto de por qué aún sigo sonriendo.

¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?

¿El mejor consejo? Sin ninguna duda, creer en tus sueños. Y trabajar duro, muy duro.

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