París

Route Barrée. El mensaje, de letras negras y fondo amarillo, descansa en un cartel colocado sobre una valla metálica y actúa como aviso: el camino está cortado. Pasa en la tranquila colonia residencial de Boulogne-Billancourt, cerca de Roland Garros, pero bien podría ocurrir en una zona de guerra. El motor de un helicóptero llena la mañana de aullidos furiosos. Varios coches de policía permanecen aparcados en los cruces de las calles y otras tantas furgonetas van de un lado para otro. Los hombres de la Gendarmería pasean cargados de armas, con fusiles en las manos. Un perímetro de seguridad de más de 500 metros se extiende alrededor del recinto donde se juega el segundo grande del año, limitando la llegada al torneo (a pie para todos, salvo los vehículos oficiales) y aislando el terreno hasta casi el Parque de los Príncipes. Así, con uñas y dientes, se protege París de una guerra que empezó hace tiempo.

La situación es la siguiente. Actualmente, Francia vive con el estado de emergencia activado hasta después del Tour de Francia (24 de julio). Aprobado por el Parlamento, la medida permite el control de las fronteras, realizar registros por la noche, detenciones sin orden judicial e impedir manifestaciones. Además, el país tiene su nivel de alerta terrorista (lo declara el Gobierno) en el segundo escalón más alto de todos. Esta es la reacción de la ciudad a los atentados terroristas del pasado 13 de noviembre (137 muertos y 145 heridos) y a la situación de incertidumbre constante que vive el país antes de que arranque la Eurocopa el próximo 10 de junio.

Después de que el pasado jueves desapareciese un avión de Egyptair que despegó desde el aeropuerto Charles de Gaulle , poniendo de nuevo en duda los sistemas de protección del país, Francia estrena un fuerte dispositivo para garantizar la seguridad durante los próximos meses, llenos de eventos de dimensión mundial. Roland Garros, que arrancó este domingo en una jornada marcada por la lluvia, es la primera prueba de todas: en 2015, más de 400.000 personas pasaron por el torneo en los 15 días de competición.

UNAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EXCEPCIONALES

Para entrar este año en Roland Garros, hay que pasar tres controles de seguridad, que pueden convertirse en más porque los policías tienen la autoridad para registrar a cualquier persona que esté por la zona. En los dos primeros puntos de control, un detector de metales portátil complementa el trabajo manual de los oficiales, que registran de arriba a abajo el contenido de las bolsas y mochilas.

El último, una vez pasado el acceso al recinto, es un cacheo exhaustivo por todo el cuerpo, sin contemplaciones de ningún tipo. A diferencia de la temporada pasada, cuando el único registro se realizaba a la entrada (y de forma muy ligera), la seguridad se ha triplicado.

Esta conversación, que tuvo lugar a primera hora del lunes entre una periodista y un oficial, resume perfectamente cómo la organización del torneo ha cambiado sus prioridades.

-Señorita, tiene que seguir la cola- avisó el policía, plantado en una esquina.

-¿Con el público?-respondió la mujer asombrada mientras miraba un interminable reguero de gente que subía por Boulevard d’Auteuil hasta perderse en el horizonte.

-Con el público- repitió el hombre con voz tajante, señalando hacia su izquierda donde la gente se amontonaba sin orden alguno.

-¡Pero vengo a trabajar! ¡No tengo tiempo para hacer una cola tan larga con toda la gente!- protestó de nuevo.

-Son las normas. Y usted sabe que si no las cumple le puedo retirar la acreditación-zanjó el policía.

El agente no mentía: el viernes por la noche, la organización de Roland Garros envió un correo electrónico a todos los periodistas acreditados advirtiendo de que podían perder su credencial en caso de no respetar todas las medidas adoptadas por el torneo para la edición de 2016.

Perímetro de seguridad de Roland Garros en las calles de París. Rafael Plaza

“MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR”

Pese a que la mayoría llegan en coche desde los hoteles donde se alojan, ni los jugadores escapan a las fuertes medidas de seguridad implantadas por la organización. Así, Rafael Nadal, Serena Williams, Novak Djokovic, Victoria Azarenka o Andy Murray tienen que someterse a los registros en los accesos al club, vigilado por un 25% más de efectivos en relación al año anterior.

“Creo que todo el mundo está concentrado al 100% en garantizar la seguridad del torneo”, aseguró Rafael Nadal, que se estrenará el próximo martes contra el australiano Groth. “Siempre me he sentido seguro aquí en París”, prosiguió el campeón de 14 grandes. “Lo que ocurrió fue una noticia terrible, pero es pasado. La verdad es que no pienso en eso”, se despidió el balear, al que también registran cada vez que entra al torneo.

“Más vale prevenir que curar”, le siguió Novak Djokovic, que este martes arranca su camino ante Yen-Hsun Lu (su partido fue aplazado por la lluvia). “Personalmente, nunca he tenido un problema con la seguridad en este torneo, pero está bien reforzarla tal por lo que sucedió hace unos meses en París y tal y como está el mundo ahora”, insistió el serbio.

“Hay más seguridad y más atención. Y me parece bien que se impliquen en eso, que se esfuercen para que los jugadores estemos más tranquilos”, dijo Garbiñe Muguruza, que vio cómo cancelaban su debut del domingo ante Anna Karolina Schmiedlova. “Es que muchos jugadores queríamos más seguridad”, reveló Serena Williams, número uno del mundo. “Lo único que queremos es jugar al tenis y poder disfrutar de nuestras vidas”.

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