Por primera vez en todo el torneo, Garbiñe Muguruza no tuvo ninguna prisa. Desde que la española levantó el trofeo de campeona de Roland Garros (7-5 y 6-4 a Serena Williams) hasta que se sentó ante los periodistas pasaron más de dos horas. En ese período de tiempo, Garbiñe se paró con todos los que estaban esperando para darle la enhorabuena en el día más importante de su carrera, amontonados por los pasillos del torneo y agolpados junto a la puerta del vestuario. Mientras la vencedora recibía palabras agradables, elogio tras elogio, el ambiente se llenaba de la misma pregunta. A los 22 años, y tras convertirse en la nueva número dos del mundo, ¿hasta dónde puede llegar Muguruza?
“Tiene un futuro brillante, obviamente”, aseguró Serena, que desde hace dos años ha identificado a Garbiñe como una de las principales candidatas a tomar el mando del tenis femenino mundial. “Ella sabe cómo jugar en los grandes escenarios y sabe cómo ganar torneos del Grand Slam”, continuó la estadounidense, que por tercer grande consecutivo se quedó cerca de igualar los 22 de Steffi Graf. “Muguruza es un desafío”, cerró la derrotada, con una fecha de caducidad deportiva muy cercana (34 años), lo que debería favorecer el relevo.
La realidad está en escrita. Con poco tiempo en el circuito, Garbiñe ya ha demostrado mucho. De entrada, y posiblemente lo más importante, que puede aspirar a la victoria en cualquier superficie. Con un estilo de juego que debería haberle abierto las puertas del triunfo en otras superficies antes que en tierra batida, la conquista de Roland Garros confirmó su condición de jugadora todoterreno. Al ganar en París, Muguruza igualó en grandes a tenistas en activo como Ana Ivanovic, Angelique Kerber, Samantha Stosur y Francescha Schiavone (uno) y se quedó cerca de Victoria Azarenka, Petra Kvitova o Svetlana Kuznetsova (que tienen dos).
“EL PRINCIPIO DE ALGO GRANDE”
“Es el principio de algo grande”, avanzó Conchita Martínez, la seleccionadora nacional, que ha seguido de cerca la evolución de Muguruza desde sus comienzos. “Tiene 22 años, es un gran jugadora y seguro que nos dará muchas más alegrías”, prosiguió. “Tiene potencial para ganar más torneos como este”, añadió. “El lunes será número dos. Por supuesto que se puede pensar en el número uno. Está claro que Serena tiene una edad y del dos al uno no hay mucho, pero tiene que conseguirlo siguiendo en la misma línea de trabajo”, remarcó la capitana de los equipos de Copa Davis y Copa Federación.
“Sí, yo también veo a Garbiñe ganando más grandes”, reconoció Patrick Mouratoglou, entrenador de Serena. “Quiero felicitar al tenis español porque no es un país muy grande y ha conseguido volver a sacar a una campeona como Garbiñe”, continuó el técnico de la número uno, impresionado por la actuación de la aspirante. “Después de Nadal vinieron muchos grandes jugadores y ahora ella. Es increíble. Tiene un presente espectacular”, repitió.
“A veces, los medios decís que una jugadora va a ser la siguiente”, retrató Sam Sumyk, técnico de Muguruza. “Pero hasta que no se consigue es muy complicado. Tienes todas esas expectativas y eso puede jugar un poco con tu mentalidad, pero hoy ya podemos decir que está hecho. Lo ha conseguido”, celebró el francés, con una sonrisa de oreja a oreja en la puerta del vestuario. “Ya tiene su Grand Slam. Su nombre ya no va a estar en esa lista de ganadoras potenciales de Grand Slam. Está hecho, ya podemos seguir”, dijo el preparador, un enamorado de la cultura del trabajo, clave en los éxitos de Muguruza.
“¿Seguir hasta dónde?”, le preguntaron al entrenador. “Espero que vengan muchos más”, respondió Sumyk. “Tiene el deseo de lograrlo. Estar en esa posición, en este tipo de eventos, es algo tan grande que no sabes si va a volver a pasarte otra vez. Nadie puede garantizarte que pueda volver a suceder. Por eso es tan especial, pero ojalá pueda volver a estar en la posición de poder volver a ganar un título grande porque sinceramente… ¡esto es una pasada!”.
La pasada tiene nombre y apellidos: se llama Garbiñe Muguruza y está destinada el tenis femenino sin ningún tipo de límites.