El mito del ave fénix está cerca de quedarse pequeño. En su vuelta a las pistas, Rafael Nadal dejó un sorprendente regreso en el torneo de exhibición de Abu Dhabi, que cerró el sábado por la mañana con la conquista del título. En tres días, y después de dar por finalizada su temporada el pasado mes de octubre para recuperarse de los problemas que arrastraba en la muñeca izquierda (un edema óseo de sobrecarga provocado tras forzar en verano para estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro), el mallorquín venció a Tomas Berdych (número 10), Milos Raonic (tres) y David Goffin (11) en una puesta en escena impecable, pasarela de sus dos primeras citas oficiales del calendario en Australia (Brisbane y Melbourne) en el arranque del nuevo curso.
“Tengo grandes sensaciones porque he jugado muy bien”, valoró Nadal, que nada más terminar de hablar con los periodistas en Abu Dhabi puso rumbo a Brisbane (viajando en coche hasta Dubái y haciendo luego escala en Singapur), donde se entrenará por primera vez el lunes a las seis de la tarde, y durante dos horas, antes de debutar al día siguiente contra el ucraniano Dolgopolov.
“Si no juegas bien es imposible ganar tres partidos contra tres jugadores del máximo nivel. Es una noticia muy positiva para mí que me da un buen nivel de confianza”, prosiguió, en declaraciones que recoge el diario Sport360° en su edición digital. “Sé que he estado entrenando muy duro en Mallorca, trabajando bien, pero hasta que no llegas y compites no sabes lo que va a pasar. Estos tres partidos han confirmado mis sensaciones”. La semana culminó un ejercicio de reinvención de Nadal iniciado durante la pretemporada.
Después de perder a la primera en el Masters 1000 de Shanghái con Viktor Troicki, el mallorquín abrió un interrogante sobre el resto de su año, que despejó cuando días después anunció que renunciaba a competir más hasta el próximo curso, intentando liberarse de los dolores en la muñeca. Así, Nadal comenzó a edificar su 2017 mucho antes de lo habitual: se sometió a un proceso de rehabilitación en la articulación, buscó tono físico en el gimnasio, empezó a entrenar con suavidad en la pista y entremedias contrató a Carlos Moyà como tercera pata de su equipo técnico, en el que permanecen Toni Nadal y Francis Roig.
El mallorquín, que invitó a Joao Sousa a Manacor para practicar con él cuando la muñeca le permitió subir el ritmo, se apuntó también al Campeonato de España Absoluto para disputar el dobles con Marc López aprovechando que se celebraba en su academia (ganaron el título) y aumentó la exigencia de su preparación a mediados de diciembre, cocinándose en la pista durante tres horas diarias, olfateando ya el inicio del año. Cuando Nadal se marchó de Abu Dhabi el sábado a mediodía dejó atrás una poderosa certeza. Tiene 30 años, pero también sigue teniendo un motor envidiable que se ha encargado de alimentar durante la lesión: el hambre.
“Cuando no compites durante un tiempo y vuelves de una lesión no puedes analizar cómo te sientes después de dos o tres torneos”, dijo Nadal, desechando la idea de radiografiarse a sí mismo después de las tres victorias en Abu Dhabi. “Necesitas tiempo. Vamos a ver qué ocurre durante los dos próximos meses. No podemos analizar mi juego aquí, en Brisbane o en Australia… vamos a tomarnos un poco de tiempo y ver cómo han ido las cosas después de Indian Wells y Miami”, añadió, marcándose como plazo el final de los dos primeros Masters 1000 del curso, justo antes de la gira de tierra batida europea. “Para entonces habré tenido la oportunidad de jugar en Brisbane, Melbourne, Rotterdam, Acapulco, Indian Wells y Miami. Serán suficientes torneos para poder decir cómo estoy”.
Abu Dhabi, en cualquier caso, le sirve a Nadal para muchas cosas. El número nueve se demostró que puede jugar contra los mejores a gran intensidad, que las piernas cumplen sus peticiones y que de chispa va sobrado. Enseñó, además, el filo de su derecha, golpeándola como pocas veces en el último año, logrando que la pelota saliese disparada con profundidad y potencia. Incluso se reencontró con su saque, escapando de situaciones peligrosas con la ayuda del servicio.
"Sé que estoy trabajando duro y tengo la motivación para seguir adelante”, señaló el mallorquín. “Vamos a ser un poco pacientes y seguir así, aunque los resultados sean positivos o no tan positivos. Creo que la forma en que he trabajado es la forma correcta y creo que si soy capaz de estar sano y seguir trabajando de esa manera… normalmente la historia dice que voy a tener buenas posibilidades de competir bien”, continuó. “Voy a luchar por volver a ganar. Si no me lo impiden las lesiones, lucharé por ser competitivo otra vez. Tengo toda la motivación posible para encontrar mi mejor nivel”.
Ahora, en Brisbane y Melbourne, el balear tiene que confirmar lo más importante: demostrar que bajo la presión de la auténtica competición es capaz de hacer todo lo que descartó tener oxidado en la exhibición de Abu Dhabi. Es Nadal contra el mito del ave fénix, el campeón amenazando con volver a renacer de sus propias cenizas.